¡Amor y paz!
Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en
este martes de la 18ª semana del Tiempo Ordinario, Ciclo B.
Oremos por el nuevo Presidente de Colombia, Iván Duque y su equipo de
gobierno, quienes hoy asumen la conducción del país.
LECTIO DIVINA: MATEO 14,22-36
Lectio:
Martes, 7 agosto, 2018
Tiempo Ordinario
1) Oración inicial
Ven, Señor, en ayuda de
tus hijos; derrama tu bondad inagotable sobre los que te suplican, y renueva y
protege la obra de tus manos en favor de los que te alaban como creador y como
guía. Por nuestro Señor.
2) Lectura del
Evangelio
Del Evangelio según Mateo
14,22-36
Inmediatamente obligó a los discípulos a subir a la barca y a ir por delante de él a la otra orilla, mientras él despedía a la gente. Después de despedir a la gente, subió al monte a solas para orar; al atardecer estaba solo allí. La barca se hallaba ya distante de la tierra muchos estadios, zarandeada por las olas, pues el viento era contrario. Y a la cuarta vigilia de la noche vino él hacia ellos, caminando sobre el mar. Los discípulos, viéndole caminar sobre el mar, se turbaron y decían: «Es un fantasma», y de miedo se pusieron a gritar. Pero al instante les habló Jesús diciendo: «¡Ánimo!, soy yo; no temáis.» Pedro le respondió: «Señor, si eres tú, mándame ir hacia ti sobre las aguas.» «¡Ven!», le dijo. Bajó Pedro de la barca y se puso a caminar sobre las aguas, yendo hacia Jesús. Pero, viendo la violencia del viento, le entró miedo y, como comenzara a hundirse, gritó: «¡Señor, sálvame!» Al punto Jesús, tendiendo la mano, le agarró y le dice: «Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?» Subieron a la barca y amainó el viento. Y los que estaban en la barca se postraron ante él diciendo: «Verdaderamente eres Hijo de Dios.» Terminada la travesía, llegaron a tierra en Genesaret. Los hombres de aquel lugar, apenas le reconocieron, pregonaron la noticia por toda aquella comarca y le presentaron todos los enfermos. Le pedían que tocaran siquiera la orla de su manto; y cuantos la tocaron quedaron salvados.
3) Reflexión
• El evangelio de hoy
describe la travesía difícil y cansada del mar de Galilea en un barco frágil,
empujado por el viento contrario. Entre el Sermón de las Parábolas (Mt 13) y el
de la Comunidad (Mt 18), está, de nuevo, la parte narrativa (Mt 14 hasta 17).
El Sermón de las Parábolas llamaba nuestra atención hacia la presencia del
Reino. Ahora, la parte narrativa muestra cómo esta presencia acontece
provocando reacciones a favor y en contra de Jesús. En Nazaret no fue aceptado
(Mt 13,53-58) y el rey Herodes pensaba que Jesús fuera una especie de
reencarnación de Juan Bautista, asesinado por él (Mt 14,1-12). La gente pobre,
sin embargo, reconocía en Jesús el enviado de Dios y le seguía en el desierto,
donde aconteció la multiplicación de los panes (Mt 14,13-21). Después de la
multiplicación de los panes, Jesús despide a la multitud y manda a los
discípulos a que hagan la travesía, descrita en el evangelio de hoy (Mt
14,22-36).
• Mateo 14,22-24: Iniciar la travesía a petición de Jesús. Jesús obligó a los discípulos a subir a la barca y a ir al otro lado del mar, donde estaba la tierra de los paganos. El mismo subió a la montaña para rezar. La barca simboliza la comunidad. Tiene la misión de dirigirse a los paganos y de anunciar a ellos también la Buena Nueva del Reino que da vida a una nueva manera de convivir en comunidad. Pero la travesía es cansada y se demora. La barca es agitada por las olas, pues el viento es contrario. A pesar de estar remando toda la noche, falta mucho para llegar a tierra. Faltaba mucho para que las comunidades hiciesen la travesía hacia los paganos. Jesús no fue con los discípulos. Ellos debían aprender a enfrentarse a las dificultades, unidos y fortalecidos por la fe en Jesús quien los envió. El contraste es grande: Jesús en paz junto a Dios rezando en lo alto de la montaña, y los discípulos medio perdidos abajo, en el mar revuelto.
• La travesía para el otro
lado del lago simboliza también la difícil travesía de las comunidades del
final del primer siglo. Ellas tenían que salir del mundo cerrado de la antigua
observancia de la ley, para la nueva manera de observar la Ley del amor, enseñada
por Jesús; salir de la conciencia de pertenecer al pueblo elegido, privilegiado
por Dios entre todos los pueblos, para la certeza de que en Cristo todos los
pueblos estaban siendo fundidos en un único Pueblo ante Dios; salir del
aislamiento de la intolerancia para el mundo abierto de la acogida y de la
gratuidad. También nosotros hoy estamos en una travesía difícil para un nuevo
tiempo y una nueva manera de ser iglesia. Travesía difícil, pero necesaria. Hay
momentos en la vida en que el miedo nos asalta. No falta la buena voluntad,
pero no basta. Somos como una barca que se enfrenta al viento contrario.
• Mateo 14,25-27: Jesús se
acerca y ellos no lo reconocen. Y a la cuarta vigilia de la noche, esto es
entre las tres y las seis de la madrugada, Jesús se fue al encuentro de los
discípulos. Andando sobre las aguas, llega cerca de ellos, pero ellos no lo
reconocen. Gritan de miedo, pensando que fuese un fantasma. Jesús los calma
diciendo: “¡Animo! ¡Soy yo! ¡No temáis!” La expresión "¡Soy yo!" es
la misma con la que Dios trató de superar el miedo de Moisés cuando le envió
para que libertara al pueblo de Egipto (Ex 3,14). Para las comunidades, tanto
las de ayer como las de hoy, era y es muy importante escuchar de nuevo:
"¡Animo! ¡Soy yo! ¡No temáis!"
• Mateo 14,28-31:
Entusiasmo y flaqueza de Pedro. Sabiendo que es Jesús, Pedro pide para poder
caminar sobre las aguas. Quiere experimentar el poder que domina la furia del
mar. Un poder que, en la Biblia, es exclusivo de Dios (Gén 1,6; Sal 104,6-9).
Jesús permite que él participe de ese poder. Pero Pedro tiene miedo. Piensa que
se hunde y grita: "¡Señor! Sálvame!" Jesús lo asegura y reprende:
"¡Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste?" Pedro tiene más fuerza de lo
que se imagina, pero tiene miedo ante las olas contrarias y no cree en el poder
de Dios que existe en él. Las comunidades no creen en la fuerza del Espíritu
que existe en ellas, y que actúa mediante la fe. Es la fuerza de la
resurrección (Ef 1,19-20).
• Mateo 14,32-33: Jesús es
el Hijo de Dios. Ante la ola que avanza sobre él, Pedro se hunde en el mar por
falta de fe. Después de salvarse, él y Jesús, entran en la barca y el viento
amaina. Los otros discípulos, que estaban en el barco, se quedan maravillados y
se arrodillan ante Jesús, reconociendo en él el Hijo de Dios:
"Verdaderamente eres Hijo de Dios". Más tarde, Pedro también va a
profesar la misma fe en Jesús: “Tu eres el Mesías, el Hijo del Dios vivo” (Mt
16,16). Así, Mateo sugiere que no es sólo Pedro el que sustenta la fe de los
discípulos, sino que la fe de los discípulos sustenta la fe Pedro.
• Mateo 14,34-36: Le
presentaron todos los enfermos. El episodio de la travesía termina con este
final bien bonito: “Terminada la travesía, llegaron a tierra en Genesaret. Los
hombres de aquel lugar, apenas le reconocieron, pregonaron la noticia por toda
aquella comarca y le presentaron todos los enfermos. Le pedían que tocaran
siquiera la orla de su manto; y cuantos la tocaron quedaron salvados”.
4) Para la reflexión
personal
• En tu vida, ¿hubo alguna
vez un viento así de contrario? ¿Cómo y qué hiciste para vencerlo? ¿Ya
aconteció alguna vez en la comunidad? ¿Cómo lo superasteis?
• ¿Cuál es la travesía que
hoy están haciendo las comunidades? ¿De dónde y hacia dónde? ¿Cómo nos ayuda
todo esto a reconocer hoy la presencia de Jesús en las olas contrarias de la
vida?
5) Oración final
Aléjame del camino de la
mentira
y dame la gracia de tu ley.
He escogido el camino de la lealtad,
me conformo a tus disposiciones. (Sal 119,29-30)
y dame la gracia de tu ley.
He escogido el camino de la lealtad,
me conformo a tus disposiciones. (Sal 119,29-30)
Orden de los Carmelitas