viernes, 5 de febrero de 2010

HAY QUE EVANGELIZAR, INCLUSO ARRIESGANDO LA VIDA

¡Amor y paz!

Ahora son los poderes públicos los que rechazan al evangelizador. Hoy este rechazo a la denuncia del profeta se va a cumplir en Juan El Bautista y con ello se presagia lo que va a suceder con Jesús.

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este 4º viernes del Tiempo Ordinario.

Dios los bendiga…

Evangelio según San Marcos 6,14-29.

El rey Herodes oyó hablar de Jesús, porque su fama se había extendido por todas partes. Algunos decían: "Juan el Bautista ha resucitado, y por eso se manifiestan en él poderes milagrosos: Otros afirmaban: "Es Elías". Y otros: "Es un profeta como los antiguos". Pero Herodes, al oír todo esto, decía: "Este hombre es Juan, a quien yo mandé decapitar y que ha resucitado". Herodes, en efecto, había hecho arrestar y encarcelar a Juan a causa de Herodías, la mujer de su hermano Felipe, con la que se había casado. Porque Juan decía a Herodes: "No te es lícito tener a la mujer de tu hermano". Herodías odiaba a Juan e intentaba matarlo, pero no podía, porque Herodes lo respetaba, sabiendo que era un hombre justo y santo, y lo protegía. Cuando lo oía quedaba perplejo, pero lo escuchaba con gusto. Un día se presentó la ocasión favorable. Herodes festejaba su cumpleaños, ofreciendo un banquete a sus dignatarios, a sus oficiales y a los notables de Galilea. La hija de Herodías salió a bailar, y agradó tanto a Herodes y a sus convidados, que el rey dijo a la joven: "Pídeme lo que quieras y te lo daré". Y le aseguró bajo juramento: "Te daré cualquier cosa que me pidas, aunque sea la mitad de mi reino". Ella fue a preguntar a su madre: "¿Qué debo pedirle?". "La cabeza de Juan el Bautista", respondió esta. La joven volvió rápidamente a donde estaba el rey y le hizo este pedido: "Quiero que me traigas ahora mismo, sobre una bandeja, la cabeza de Juan el Bautista". El rey se entristeció mucho, pero a causa de su juramento, y por los convidados, no quiso contrariarla. En seguida mandó a un guardia que trajera la cabeza de Juan. El guardia fue a la cárcel y le cortó la cabeza. Después la trajo sobre una bandeja, la entregó a la joven y esta se la dio a su madre. Cuando los discípulos de Juan lo supieron, fueron a recoger el cadáver y lo sepultaron.

Comentario

Este largo relato, del martirio de Juan Bautista, sirve al evangelista Marcos para llenar el tiempo que los apóstoles pasan en la misión, y nos permite asomarnos un poco al ambiente que se respiraba en Galilea hace 2.000 años, cuando vivió y actúo Jesús.

Era un ambiente cargado de tensión, pues Herodes Antipas gobernaba en nombre de Roma a la que debía dar constante y estrecha cuenta de su gestión. Los profetas eran mal vistos, sobre todo si los rodeaban grandes multitudes, como pasó con Juan Bautista y con Jesús. Se convertían en un peligro para el "orden público". Herodes había eliminado al Bautista, y ahora se preocupaba por Jesús. Ser fiel entonces significaba no dejarse amordazar por el miedo; seguir adelante con la misión encomendada de predicar. No callar ante el poder amenazante. Cualquiera podía sospechar el precio de esta actitud.

El historiador judío Flavio Josefo, que vivió a lo largo del s I DC, confirma las noticias de Marcos sobre el asesinato de Juan Bautista; incluso señala el lugar de la ejecución: la fortaleza de Maqueronte, al otro lado del Mar Muerto. Solo que no menciona la circunstancias familiares de que habla el evangelista. En todo caso estamos ante un profeta asesinado por los poderes de este mundo. Ante la Palabra de Dios que los injustos quieren silenciar. Toda una invitación para la Iglesia, para las comunidades cristianas: a la fidelidad, la perseverancia, al martirio si es preciso.

SERVICIO BIBLICO LATINOAMERICANO
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