¡Amor y paz!
Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio, en este miércoles de
la 3ª semana del Tiempo Ordinario.
Dios nos bendice...
LECTIO DIVINA: MARCOS
4,1-20
Lectio:
Miércoles, 30 enero, 2019
Tiempo ordinario
1) Oración inicial
Dios todopoderoso y
eterno: ayúdanos a llevar una vida según tu voluntad, para que podamos dar en
abundancia frutos de buenas obras en nombre de tu Hijo predilecto. Que vive y
reina contigo. Amen.
2) Lectura
Del santo Evangelio según
Marcos 4,1-20
Y otra vez se puso a
enseñar a orillas del mar. Y se reunió tanta gente junto a él que hubo de subir
a una barca y, ya en el mar, se sentó; toda la gente estaba en tierra a la
orilla del mar. Les enseñaba muchas cosas por medio de parábolas. Les decía en
su instrucción:
«Escuchad. Una vez salió
un sembrador a sembrar. Y sucedió que, al sembrar, una parte cayó a lo largo
del camino; vinieron las aves y se la comieron. Otra parte cayó en terreno
pedregoso, donde no tenía mucha tierra, y brotó en seguida por no tener hondura
de tierra; pero cuando salió el sol se agostó y, por no tener raíz, se secó.
Otra parte cayó entre abrojos; crecieron los abrojos y la ahogaron, y no dio
fruto. Otras partes cayeron en tierra buena y, creciendo y desarrollándose,
dieron fruto; unas produjeron treinta, otras sesenta, otras ciento.» Y decía:
«Quien tenga oídos para oír, que oiga.»
Cuando quedó a solas, los
que le seguían a una con los Doce le preguntaban sobre las parábolas. Él les
dijo: «A vosotros se os ha dado el misterio del Reino de Dios, pero a los que
están fuera todo se les presenta en parábolas, para que por mucho que miren no
vean, por mucho que oigan no entiendan, no sea que se conviertan y se les
perdone.»
Y les dice: «¿No entendéis
esta parábola? ¿Cómo, entonces, comprenderéis todas las parábolas? El sembrador
siembra la palabra. Los que están a lo largo del camino donde se siembra la
palabra son aquellos que, en cuanto la oyen, viene Satanás y se lleva la
palabra sembrada en ellos. De igual modo, los sembrados en terreno pedregoso
son los que, al oír la palabra, al punto la reciben con alegría, pero no tienen
raíz en sí mismos, sino que son inconstantes; y en cuanto se presenta una
tribulación o persecución por causa de la palabra, sucumben en seguida. Y otros
son los sembrados entre los abrojos; son los que han oído la palabra, pero las
preocupaciones del mundo, la seducción de las riquezas y las demás
concupiscencias les invaden y ahogan la palabra, y queda sin fruto. Y los
sembrados en tierra buena son aquellos que oyen la palabra, la acogen y dan
fruto, unos treinta, otros sesenta, otros ciento.»
3) Reflexión
• Sentado en una barca,
Jesús enseña a la multitud. En estos versos, Marcos describe de qué forma Jesús
enseñaba a la gente: en la playa, sentado en la barca, mucha gente alrededor
para escuchar. Jesús no era una persona culta (Jn 7,15). No había cursado una
escuela superior en Jerusalén. Venía del interior, del campo, de Nazaret. Era
un desconocido, medio campesino, medio artesano. Sin pedir permiso a las
autoridades, empezó a enseñar a la gente. Hablaba de forma muy distinta. Al
pueblo le gustaba oírle.
• Por medio de las
parábolas, Jesús ayudaba el pueblo a percibir la presencia misteriosa del Reino
en las cosas de la vida. Una parábola es una comparación. Se usan cosas
conocidas y visibles de la vida para explicar las cosas invisibles y
desconocidas del Reino de Dios. Por ejemplo, el pueblo de Galilea entendía de siembra,
terreno, lluvia, sol, sal, flores, cosecha, pesca, etc. Y son exactamente estas
cosas conocidas las que Jesús usa en las parábolas para explicar el misterio
del Reino.
• La parábola de la
semilla retrata la vida de los campesinos. En aquel tiempo, no era fácil vivir
de la agricultura. El terreno era muy pedregoso. Había mucho matorral. Poca
lluvia, mucho sol. Además de esto, muchas veces la gente acortaba el camino y
pasando por los campos pisaba las plantas (Mc 2,23). Asimismo, a pesar de todo
esto, cada año, el agricultor sembraba y plantaba, confiando en la fuerza de la
semilla, en la generosidad de la naturaleza.
• ¡El que tenga oído para
oír, que oiga”! (Mc 4,3). Ahora, al final termina diciendo: “El que tenga oído
para oír, que oiga.” El camino para llegar a comprender la parábola es la
búsqueda: “¡Traten de entender!” La parábola no dice todo inmediatamente, sino
que lleva a pensar y hace descubrir desde la experiencia que los oyentes tienen
de la siembra. Suscita creatividad y participación. No es una doctrina que ya
llega pronta para ser enseñada y decorada. La parábola no da agua embotellada,
entrega la fuente. El agricultor que escucha dice: “La semilla en el terreno,
¡yo sé que es! Pero Jesús dice que esto tiene que ver con el Reino de Dios. ¿Qué
será?” ¡Y uno se puede imaginar las largas conversaciones de la gente! La
parábola se mezcla con la gente y lleva a escuchar la naturaleza y a pensar en
la vida.
• Jesús explica la
parábola a los discípulos. En casa, a solas con Jesús, los discípulos quieren
saber el significado de la parábola. No entendían. Jesús se percató de su
ignorancia (Mc 4,13) y respondió por medio de una frase difícil y misteriosa.
Dice a los discípulos: “Ustedes están en el secreto del Reino de Dios, pero a
los de afuera se les hace parábolas, de modo que por mucho que miren, no verán;
y por más que oigan, no entenderán; no se convertirán ni serán perdonados”.
Esta frase hace que la gente se pregunte: Al final, ¿de qué sirve la parábola?
¿Para aclarar o para esconder? ¿Será que Jesús usa parábolas para que la gente
continúe en su ignorancia y no llegue a convertirse? ¡Cierto que no! Pues en
otro lugar Marcos dice que Jesús usaba parábolas “según la capacidad de los
oyentes” (Mc 4,33).
• ¡La parábola revela y
esconde al mismo tiempo! Revela para “los de dentro”, que aceptan a Jesús como
Mesías, Rey grandioso. Ellos entienden las imágenes de la parábola, pero no
llegan a entender su significado.
• La explicación de la
parábola, parte por parte. Una por una, Jesús explica las partes de la
parábola, desde la siembra y el terreno, hasta la cosecha. Algunos estudiosos
piensan que esta explicación se amplificó después. Sería una explicación hecha
por alguna comunidad. ¿Es muy posible! Pues en el capullo de la parábola está
la flor de la explicación. Capullo y flor, ambos, tienen el mismo origen que es
Jesús. Por esto, podemos seguir la reflexión y descubrir otras cosas bonitas
dentro de la parábola. Una vez, alguien preguntó en una comunidad: “Jesús dijo
que debemos ser sal. ¿Para qué sirve la sal?” Discutieron y al final
encontraran más de diez finalidades para la sal. Aplicaron todo esto a la vida
de la comunidad y descubrieron que ser sal es difícil y exigente. ¡La parábola
funcionó! Lo mismo vale para la siembra. Todos tienen alguna experiencia de
sembrar.
4) Para la reflexión
personal
• ¿Qué experiencia tienes
de sembrar? ¿Cómo te ayuda a entender mejor la Buena Nueva?
• ¿Qué tipo de terreno soy
yo?
5) Oración final
Consulté al Señor y me
respondió:
me libró de todos mis
temores.
Los que lo miran quedarán
radiantes,
no habrá sonrojo en sus
semblantes. (Sal 34,5-6)
Orden de los Carmelitas