¡Amor y paz!
Dos breves comparaciones
le sirven a Jesús para explicarnos cómo actúa el Reino de Dios en este mundo:
el grano de mostaza que sembró un hombre y la levadura con la que una mujer
quiso fabricar pan para su familia.
Aunque la semilla de la
mostaza es pequeñísima, tiene una fuerza
interior que la llevará a ser un arbusto de los más altos. Igualmente, un poco
de levadura es capaz de transformar tres medidas de harina, haciéndola
fermentar.
Los invito, hermanos, a
leer y meditar el evangelio y el comentario, en este martes de la XXX Semana
del Tiempo Ordinario.
Dios los bendiga…
Evangelio según San Lucas 13,18-21.
Jesús dijo entonces: "¿A qué se parece el Reino de Dios? ¿Con qué podré compararlo? Se parece a un grano de mostaza que un hombre sembró en su huerta; creció, se convirtió en un arbusto y los pájaros del cielo se cobijaron en sus ramas". Dijo también: "¿Con qué podré comparar el Reino de Dios? Se parece a un poco de levadura que una mujer mezcló con gran cantidad de harina, hasta que fermentó toda la masa".
Comentario
Jesús compara el Reino con
dos realidades que hacen parte de la vida cotidiana: la casa y el huerto. En la
primera protagoniza un varón, en la segunda una mujer. El hombre está en el
huerto y la mujer en la casa. Ambos realizan tareas en las que se hacen efectivas
acciones transformadoras. Él procura el sustento y ella prepara el alimento:
los dos, como nueva pareja humana, son capaces de abrir espacios para la
irrupción del Reino.
El hombre siembra la
pequeña semilla de un arbusto. Una planta cuyo fruto es un poderoso condimento
de las comidas. Cuando el arbusto crece no opaca las demás plantas del huerto,
sino que ofrece sombra y cobijo a todos los que se allegan a él. Igual es el
Reino, no es poderoso árbol que arrase son todos los nutrientes del suelo y que
no permita crecer nada cerca de él. Por el contrario, es un modesto arbusto
donde tienen acogida todas las especies, y a su lado crecen todas las flores
del jardín.
El Reino en esta
comparación está destinado a ser un espacio donde todos los seres humanos son acogidos,
especialmente los que se hallan más alejados o marginados. El Reino no puede
ocupar toda la huerta. Simplemente está ahí como una instancia entre otras,
destinada a ser un espacio de crecimiento y dignificación del ser humano.
La mujer pone una pequeña
medida de levadura en medio de la enorme masa de harina. El poder de la
levadura penetra hasta el último gramo de la harina y la transforma,
convirtiéndola en masa apta para el horno, para el alimento de los seres
humanos. De igual manera el Reino se hace presente en la pequeña comunidad
(levadura) y la convierte en fermento de toda la sociedad (harina). Aunque la
comunidad sea ínfima, el poder de Dios en ella es grande.
Por esto, transforma
toda la masa y la convierte en un espacio apto para que todos los seres humanos
tengan una vida digna (masa lista para convertirse en alimento).
Servicio Bíblico Latinoamericano
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