viernes, 11 de septiembre de 2009

¿PUEDE UN CIEGO AYUDAR A OTRO CIEGO?

¡Amor y paz!

Continúa Jesús el ‘sermón de la llanura’, y esta vez las advertencias son para quienes pretendemos ser guías de otros. Porque fácilmente vemos los defectos de nuestros hermanos, pero mostramos una gran habilidad para disimular los nuestros.

Por eso se nos ocurre hacer de guías de otros, cuando los que necesitamos orientación somos nosotros. Y queremos hacer de maestros, cuando no hemos acabado de aprender.

Como siempre, el Evangelio tiene algo que decirnos a todos. Los invito a leerlo y meditarlo, en este viernes de la 23ª. semana del tiempo ordinario.

Dios los bendiga…

Evangelio según San Lucas 6,39-42.

Les hizo también esta comparación: "¿Puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en un pozo? El discípulo no es superior al maestro; cuando el discípulo llegue a ser perfecto, será como su maestro. ¿Por qué miras la paja que hay en el ojo de tu hermano y no ves la viga que está en el tuyo? ¿Cómo puedes decir a tu hermano: 'Hermano, deja que te saque la paja de tu ojo', tú, que no ves la viga que tienes en el tuyo? ¡Hipócrita!, saca primero la viga de tu ojo, y entonces verás claro para sacar la paja del ojo de tu hermano.

COMENTARIO

El Señor en este pasaje nos pone en estado de alerta contra el juicio temerario e injusto. Él quiere que actuemos con un corazón sencillo y que sólo a Dios dirijamos nuestra mirada. Puesto que el verdadero móvil de muchas acciones se nos escapa, sería temerario hacer juicios sobre ellas. Los que más prontamente y de manera temeraria juzgan y censuran a los demás son los que prefieren condenar antes que corregir y conducir al bien, y esto denota orgullo y mezquindad...

Un hombre, por ejemplo, peca por cólera, tú le reprendes con odio. La misma distancia hay entre la cólera y el odio que entre la mota y la viga. El odio es una cólera inveterada que, con el tiempo, ha tomado esta gran dimensión y que, justamente, merece el nombre de viga. Puede ocurrirte que te encolerices, deseando corregir, pero el odio no corrige jamás.... Primeramente echa lejos de ti el odio: después podrás corregir al que amas.


San Agustín (354-430), obispo de Hipona (África del Norte) y doctor de la Iglesia. Explicación del Sermón de la montaña, 19, 63
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