¡Amor y paz!
Muchas reflexiones suscitan en nosotros el evangelio de hoy y los de estos días de la llamada cincuentena pascual. Una es que entre las personas más incondicionales de Jesús, tanto vivo como muerto, fueron algunas mujeres que le acompañaron en el camino del calvario, y que ahora lo hacen también en el triunfo de la resurrección.
Las mujeres, en verdad, han sido protagonistas fundamentales en esta historia de amor que se encarna en Jesucristo, en la historia de salvación. Son ellas el alma y el nervio de la evangelización en los hogares, en el trabajo, en la sociedad toda.
Otra reflexión es cómo reaccionan unas y otros ante el hecho de la resurrección: las mujeres van a contarles a los discípulos; los guardias, a las autoridades.
Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este Lunes de la Octava de Pascua.
Dios los bendiga…
Evangelio según San Mateo 28,8-15.
Las mujeres, atemorizadas pero llenas de alegría, se alejaron rápidamente del sepulcro y fueron a dar la noticia a los discípulos. De pronto, Jesús salió a su encuentro y las saludó, diciendo: "Alégrense". Ellas se acercaron y, abrazándole los pies, se postraron delante de él.
Y Jesús les dijo: "No teman; avisen a mis hermanos que vayan a Galilea, y allí me verán".
Mientras ellas se alejaban, algunos guardias fueron a la ciudad para contar a los sumos sacerdotes todo lo que había sucedido. Estos se reunieron con los ancianos y, de común acuerdo, dieron a los soldados una gran cantidad de dinero, con esta consigna: "Digan así: 'Sus discípulos vinieron durante la noche y robaron su cuerpo, mientras dormíamos'. Si el asunto llega a oídos del gobernador, nosotros nos encargaremos de apaciguarlo y de evitarles a ustedes cualquier contratiempo". Ellos recibieron el dinero y cumplieron la consigna. Esta versión se ha difundido entre los judíos hasta el día de hoy.
Comentario
Con la reacción de las mujeres, testigos de primera hora de la resurrección de Cristo, y la de los soldados, también testigos a su manera, se presentan las das posibilidades que todo ser humano puede asumir frente a Jesús y a su mensaje de vida. Las mujeres, y luego los discípulos, elegirán el servicio del Dios de la vida, que se ha hecho presente plenamente en la resurrección de Jesús. Su aceptación del mensaje pascual las llena de alegría y las capacita para transmitir un mensaje que supera la muerte.
Por el contrario, los soldados y los jefes del pueblo querrán silenciar ese mensaje que pone de manifiesta su furia homicida y su adoración del dinero, fuente de muerte y de silenciamiento de la verdad en la sociedad de Jesús y en nuestra sociedad. El ídolo que produce muerte ha ocupado en ellos el lugar del Dios verdadero, revelado por la vida y la práctica de Jesús.
Ambas prácticas llegan hasta el "hoy" en que se escribe el Evangelio y siguen presentes a lo largo de toda la historia humana. El dinero, aliado indisoluble de la muerte, sigue siendo causa de opresión y de mentira. Frente a él se yergue más fuerte la Vida revelada por Jesús, y nosotros debemos continuar su obra.
Diario Bíblico. Cicla (Confederación Internacional Claretiana de Latinoamérica)
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