¡Amor y paz!
Los invito, hermanos, a leer y meditar la Palabra de Dios, mediante el
método de la lectio divina, en este lunes
en que celebramos la Solemnidad de San José, esposo de María, la Madre de Jesús.
Dios
nos bendice...
1. LECTIO
a) Oración inicial:
Espíritu que aleteas sobre
las aguas,
calma en nosotros las disonancias,
los flujos inquietos, el rumor de las palabras,
los torbellinos de vanidad
y haz surgir en el silencio
la Palabra que nos recrea.
calma en nosotros las disonancias,
los flujos inquietos, el rumor de las palabras,
los torbellinos de vanidad
y haz surgir en el silencio
la Palabra que nos recrea.
Espíritu que en un suspiro
susurras
en nuestro espíritu el nombre del Padre,
ven a reunir todos nuestros deseos,
hazlos crecer en un haz de luz
que sea la respuesta a tu luz,
la Palabra del Nuevo Día.
en nuestro espíritu el nombre del Padre,
ven a reunir todos nuestros deseos,
hazlos crecer en un haz de luz
que sea la respuesta a tu luz,
la Palabra del Nuevo Día.
Espíritu de Dios, savia de
amor
del árbol inmenso sobre el que nos injertamos,
que todos nuestros hermanos
nos acompañen como un don,
en el gran Cuerpo donde madura
la Palabra de comunión.
del árbol inmenso sobre el que nos injertamos,
que todos nuestros hermanos
nos acompañen como un don,
en el gran Cuerpo donde madura
la Palabra de comunión.
(Fr. Pierre-Yves de Taizé)
b) Lectura del
Evangelio: Mateo 1,16-24
Jacob engendró a José, el
esposo de María, de la que nació Jesús, llamado Cristo. Así que el total de las
generaciones son: desde Abrahán hasta David, catorce generaciones; desde David
hasta la deportación a Babilonia, catorce generaciones; desde la deportación a
Babilonia hasta Cristo, catorce generaciones.
El origen de Jesucristo
fue de esta manera: Su madre, María, estaba desposada con José y, antes de
empezar a estar juntos ellos, se encontró encinta por obra del Espíritu Santo.
Su marido José, que era justo, pero no quería infamarla, resolvió repudiarla en
privado. Así lo tenía planeado, cuando el ángel del Señor se le apareció en
sueños y le dijo: «José, hijo de David, no temas tomar contigo a María tu mujer
porque lo engendrado en ella es del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y le
pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados.» Todo
esto sucedió para que se cumpliese lo dicho por el Señor por medio del profeta:
Ved que la virgen concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrán por nombre
Emmanuel, que traducido significa: «Dios con nosotros». Despertado José del
sueño, hizo como el ángel del Señor le había mandado, y tomó consigo a su
mujer. Y no la conocía hasta que ella dio a luz un hijo, y le puso por nombre Jesús.
c) Un momento de
silencio:
para que la Palabra de
Dios pueda entrar en nosotros e iluminar nuestra vida.
2. MEDITATIO
a) Clave de lectura:
El pasaje del evangelio de
hoy se toma del primer capítulo de Mateo que forma parte de la sección
referente a la concepción, nacimiento e infancia de Jesús. El centro de todo el
relato es la persona de Jesús a la que se suman todos los sucesos y las
personas mencionadas en la narración. Se debe tener presente que el Evangelio
revela una teología de la historia de Jesús, por eso, al acercarnos a la
Palabra de Dios debemos recoger el mensaje escondido bajo los velos de la
historia sin perdernos, como sabiamente nos avisa San Pablo, “en las cuestiones
tontas”, guardándonos “de las genealogías, de las cuestiones y de las
discusiones en torno a la ley, porque son cosas inútiles y vanas”. (Tm 3:9)
Efectivamente, este texto
se conecta a la genealogía de Jesús, que Mateo compone con el intento de
subrayar la sucesión dinástica de Jesús, el salvador de su pueblo (Mt 1:21). A
Jesús le son otorgados todos los derechos hereditarios de la estirpe davídica,
de “José, hijo de David” (Mt 1:20; Lc 2:4-5) su padre legal. Para el mundo
bíblico y hebraico la paternidad legal bastaba para conferir todos los derechos
de la estirpe en cuestión (cf.: la ley del levirato y de la adopción Dt 25:5
ss) Por esto, después del comienzo de la genealogía, a Jesús se le designa como
“Cristo hijo de David” (Mt 1:1), esto es, el ungido del Señor hijo de David,
con el cual se cumplirán todas las promesas de Dios a David su siervo (2Sam
7:1-16; 2Cr 7:18; 2 Cr 21:7; S 89:30). Por esto Mateo añade al relato de la
genealogía y de la concepción de Jesús la profecía de Isaías: “Todo esto
sucedió para que se cumpliese lo que había sido dicho por el Señor por medio
del profeta: He aquí, que la virgen concebirá y parirá un hijo que será llamado
Emmanuel, que significa Dios con nosotros” (Mt 1:21-23 + Is 7:14).
Deteniéndonos, por decirlo
así, en la realidad espiritual de la adopción, podemos referirnos al hecho de
que el pueblo elegido posee “la gloria, las alianzas, la legislación, el culto,
las promesas” porque “ellos son Israelitas y poseen la adopción de hijos” (Rm
9:4). Pero también nosotros, el nuevo pueblo de Dios en Cristo, recibimos la
adopción de hijos porque “cuando llegó la plenitud de los tiempos, Dios envió a
su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la ley, para rescatar a aquéllos que
estaban bajo la ley, para que recibiésemos la adopción de hijos” (Mt 1.21),
porque Él es el “Dios con nosotros” (Mt 1:23) que nos hace hijos adoptivos de
Dios.
Jesús nace de “María
desposada con José” Mt 1:18a) que “se halló en cinta por obra del Espíritu
Santo” (Mt 1:18b). Mateo no nos cuenta el relato de la anunciación como lo hace
Lucas (Lc 1, 26-38), pero estructura la narración desde el punto de vista de la
experiencia de José el hombre justo. La Biblia nos revela que Dios ama a sus
justos. Pensamos en Noé “hombre justo e íntegro entre sus contemporáneos” (Gén
6:9). O en Joás que “hizo lo que era recto a los ojos del Señor” (2Re 12:3).
Una idea constante en la
Biblia es el “sueño” como lugar privilegiado donde Dios da a conocer sus
proyectos y planes, y algunas veces revela el futuro. Bien conocido son los
sueños de Jacob en Betel (Gén 28: 10ss) y los de José su hijo, como también los
del coopero y repostero prisioneros en Egipto con él, (Gén 37:5ss; Gén 40:5ss)
y los sueños del Faraón que revelaron los futuros años de prosperidad y
carestía (Gén 41:1ss).
A José se le aparece “en
sueños un ángel del Señor” (Mt 1.20) para revelarle el plan de Dios. En los
evangelios de la infancia aparece a menudo el ángel del Señor como mensajero
celestial (Mt 1:20.24; 2:13.19; Lc 1:11; 2:9) y también en otras ocasiones esta
figura aparece para tranquilizar, revelar el proyecto de Dios, curar, liberar
de la esclavitud (cf.: Mt 28:2; Jn 5:4; Act 5:19; 8:26; 12: 7.23). Muchas son
las referencias al ángel del Señor también en el Antiguo Testamento, donde
originariamente representaba al mismo Señor que cuida y protege a su pueblo
siempre acompañándolo de cerca (cf.: Gén 16:7–16; 22:12; 24:7; Éx 3:2; Tb 5:4).
b) Preguntas para
orientar la meditación y actualización:
• ¿Qué cosa te ha llamado
más la atención en este pasaje evangélico?
• En la clave de lectura
hemos ofrecido bastante espacio para algunos términos: adopción, ángel, sueño,
justo). ¿Qué sentimientos y pensamientos suscitan en tu corazón? ¿Qué
importancia puede tener para tu camino de madurez espiritual?
• ¿Qué piensa que pudiera
ser el mensaje central del pasaje evangélico?
3. ORATIO
a) Salmo 92
Es bueno dar gracias al Señor,
cantar en tu honor, Altísimo,
publicar tu amor por la mañana
y tu fidelidad por las noches,
con el arpa de diez cuerdas y la lira,
acompañadas del rasgueo de la cítara.
Pues con tus hechos, Señor, me alegras,
ante las obras de tus manos grito:
«¡Qué grandes son tus obras, Yahvé,
y qué hondos tus pensamientos!»
cantar en tu honor, Altísimo,
publicar tu amor por la mañana
y tu fidelidad por las noches,
con el arpa de diez cuerdas y la lira,
acompañadas del rasgueo de la cítara.
Pues con tus hechos, Señor, me alegras,
ante las obras de tus manos grito:
«¡Qué grandes son tus obras, Yahvé,
y qué hondos tus pensamientos!»
El hombre estúpido no
entiende,
el insensato no lo comprende.
Aunque broten como hierba los malvados
o florezcan todos los malhechores,
acabarán destruidos para siempre;
¡pero tú eres eternamente excelso!
el insensato no lo comprende.
Aunque broten como hierba los malvados
o florezcan todos los malhechores,
acabarán destruidos para siempre;
¡pero tú eres eternamente excelso!
Mira cómo perecen tus
enemigos,
se dispersan todos los malhechores.
Pero me dotas de la fuerza del búfalo,
aceite nuevo derramas sobre mí;
veré la derrota del que me acecha,
escucharé la caída de los malvados.
se dispersan todos los malhechores.
Pero me dotas de la fuerza del búfalo,
aceite nuevo derramas sobre mí;
veré la derrota del que me acecha,
escucharé la caída de los malvados.
El justo florece como la
palma,
crece como un cedro del Líbano.
Plantados en la Casa del Señor,
florecen en los atrios de nuestro Dios.
Todavía en la vejez producen fruto,
siguen llenos de frescura y lozanía,
para anunciar lo recto que es Yahvé:
«Roca mía, en quien no hay falsedad».
crece como un cedro del Líbano.
Plantados en la Casa del Señor,
florecen en los atrios de nuestro Dios.
Todavía en la vejez producen fruto,
siguen llenos de frescura y lozanía,
para anunciar lo recto que es Yahvé:
«Roca mía, en quien no hay falsedad».
b) Momentos dedicados
al silencio orante
4.
CONTEMPLATIO
La contemplación cristiana
del sueño de Dios, del plan que Dios realiza para la historia de la humanidad
no produce alienación, sino que nos tiene vigilantes y activas las conciencias
y nos estimula para afrontar con valor y abnegación las responsabilidades que
la vida nos depara.
ORDEN DE LOS CARMELITAS
http://ocarm.org/es/content/lectio/lectio-divina-san-jose