viernes, 13 de septiembre de 2013

“La medida con que midan también se usará para ustedes”

¡Amor y paz!

El evangelio de hoy nos invita a mirar el mundo y a los otros con la misma mirada de Jesús: una mirada de benevolencia.

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este viernes de la XXIII Semana del Tiempo Ordinario.

(Nota: ofrezco disculpas por el error de ayer; en lugar de decir tasan, escribí tazan) 

Dios los bendiga…

Evangelio según San Lucas 6,37-42.
No juzguen y no serán juzgados; no condenen y no serán condenados; perdonen y serán perdonados. Den, y se les dará. Les volcarán sobre el regazo una buena medida, apretada, sacudida y desbordante. Porque la medida con que ustedes midan también se usará para ustedes". Les hizo también esta comparación: "¿Puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en un pozo? El discípulo no es superior al maestro; cuando el discípulo llegue a ser perfecto, será como su maestro. ¿Por qué miras la paja que hay en el ojo de tu hermano y no ves la viga que está en el tuyo? ¿Cómo puedes decir a tu hermano: 'Hermano, deja que te saque la paja de tu ojo', tú, que no ves la viga que tienes en el tuyo? ¡Hipócrita!, saca primero la viga de tu ojo, y entonces verás claro para sacar la paja del ojo de tu hermano. 
Comentario
Los ojos son como un espejo en el que se refleja el mundo. Hay personas para las que toda la realidad es triste y está sujeta a lamentaciones. Todo va mal; y los "sí, pero..." minan toda razón de esperar. El mundo, como por una especie de mimetismo, toma el color de nuestra mirada. Sean benévolos con los demás: son menos malos de lo que se imaginan. Amen en ellos la parte mejor de ellos mismos; en el peor de los incrédulos hay una chispa, aunque sea oculta, de ese fuego que Dios ha inscrito en el corazón de cada uno. 

Tienen vocación de esperanza: esperen en el hombre. El cristiano, pase lo que pase, no puede encerrar al que siempre es su hermano dentro del calabozo de las sospechas o en la argolla de las condenaciones. Crean en el hombre y sean hombres consagrados a la misericordia. Y sean benévolos con ustedes mismos, mirándose con menos severidad. Si tienen algún sentimiento de antipatía ante tal o cual acto, que su antipatía se cambie en humor: ¡tampoco ustedes han dicho aún la última palabra! Y sean benévolos con el mundo: no sean eternos insatisfechos. Vivan, vivan bien, gocen de la vida. Dios fue el primero que se admiró de la obra salida de sus manos en los primeros días del universo.

Ser benévolo ¿significa acaso encontrar excusas, o ser indiferente, o ser ingenuo? Eso sería olvidar que esa palabra -¡y las palabras tienen un sentido!- comprende dos términos: bien y querer. Ser benévolo significa también: descúbranse como responsables, sean buenos, vigilantes, denuncien las ilusiones, los valores falsos, las dichas engañosas. La benevolencia es una responsabilidad y la asunción de un deber.

Hace algunos años, un periódico francés centró su campaña de promoción en un eslogan extraordinario: "Los demás ven la vida en negro, nosotros vemos razones para esperar". Eso es la benevolencia cristiana: el amor tiene paciencia, lo excusa todo, lo perdona todo, porque toma como modelo la misericordia de Dios.

Nuestra benevolencia no es "ver las cosas de color rosa"; es teologal. Nuestras razones para esperar se arraigan en el ser mismo de Dios, que tiene paciencia, y en su gracia, que no fallará jamás.

Dios de paciencia infinita,
sé nuestro maestro:
enséñanos a amar como Tú solo puedes amar.
Danos un corazón misericordioso
y razones para esperar
que nuestro tiempo desembocará en la felicidad eterna.

DIOS CADA DIA
SIGUIENDO EL LECCIONARIO FERIAL
SEMANAS XXII-XXXIV T.O. EVANG.DE LUCAS
SAL TERRAE/SANTANDER 1990.Pág. 47 s.