¡Amor y paz!
Comenzamos la lectura continuada del evangelio de san Mateo. Para situarnos tenemos que saber que el evangelista, en los capítulos anteriores, ha narrado tanto los misterios de la infancia de Jesús como su bautismo en el Jordán.
La lectura arranca en el momento en el que Jesús deja su casa de Nazaret y se afinca en Cafarnaún, ciudad muy bien situada para la misión que iba a iniciar. De hecho, será su residencia habitual en los años de su vida pública. Con todo, el evangelista ve en este cambio de residencia el cumplimiento de una profecía.
La primeras palabras de Jesús son una invitación a que cada hombre que se tope con Él tiene que reconsiderar toda su vida y acertar a situarse ante la novedad de un nuevo orden de cosas en el que no valen las leyes y valores de este mundo sino el proyecto y los deseos de Dios, en concreto, "el Reino de los cielos" (www.mercaba.org).
Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este III Domingo del Tiempo Ordinario.
Dios los bendiga…
Evangelio según San Mateo 4,12-23.
Cuando Jesús se enteró de que Juan había sido arrestado, se retiró a Galilea. Y, dejando Nazaret, se estableció en Cafarnaún, a orillas del lago, en los confines de Zabulón y Neftalí, para que se cumpliera lo que había sido anunciado por el profeta Isaías: ¡Tierra de Zabulón, tierra de Neftalí, camino del mar, país de la Transjordania, Galilea de las naciones! El pueblo que se hallaba en tinieblas vio una gran luz; sobre los que vivían en las oscuras regiones de la muerte, se levantó una luz. A partir de ese momento, Jesús comenzó a proclamar: "Conviértanse, porque el Reino de los Cielos está cerca". Mientras caminaba a orillas del mar de Galilea, Jesús vio a dos hermanos: a Simón, llamado Pedro, y a su hermano Andrés, que echaban las redes al mar porque eran pescadores. Entonces les dijo: "Síganme, y yo los haré pescadores de hombres". Inmediatamente, ellos dejaron las redes y lo siguieron. Continuando su camino, vio a otros dos hermanos: a Santiago, hijo de Zebedeo, y a su hermano Juan, que estaban en la barca con Zebedeo, su padre, arreglando las redes; y Jesús los llamó. Inmediatamente, ellos dejaron la barca y a su padre, y lo siguieron. Jesús recorría toda la Galilea, enseñando en las sinagogas, proclamando la Buena Noticia del Reino y curando todas las enfermedades y dolencias de la gente.
Comentario
Al enterarse de que Juan el Bautista había sido encarcelado, Jesús se dirigió a Galilea, pero no se quedó a vivir en Nazaret, donde se había criado, sino que se fue a la ciudad de Cafarnaúm, a orillas del lago, en la región de las tribus de Zabulón y Neftalí. “Desde entonces, Jesús comenzó a proclamar: ‘Vuélvanse a Dios, porque el reino de Dios está cerca”. Fue allí en esta pequeña población de pescadores, donde Jesús comenzó a formar una pequeña comunidad que viviera ya la realidad del reino que él anunciaba. El evangelio que nos propone hoy la liturgia nos habla del llamamiento que recibieron los primeros cuatro discípulos. Eran pescadores que pasaban su tiempo ocupados en las labores propias de su profesión. Simón Pedro, Andrés, Santiago y Juan dejaron las redes, sus familias y todo lo que tenían, para seguir al Señor.
Hace algunos meses me pidieron algunas orientaciones para formar una comunidad cristiana. Les sugerí que las reuniones deberían tener estos cuatro momentos:
1. Un momento para compartir la VIDA: Momento para compartir la vida de cada uno en algún aspecto. Esto se puede hacer con base en una pregunta que puede estar orientada de muchas maneras. También podría organizarse algún tipo de dinámica que ayude a conocerse más, a conversar sobre lo que les llama la atención, lo que les gusta, lo que vive cada uno, etc. Algunas preguntas que se me ocurren en este momento, una para cada reunión, podrían ser las siguientes: ¿Qué buscamos cuando venimos a construir una comunidad cristiana? ¿Cuál es mi historia de vida? ¿Qué etapas ha tenido mi vida, mi relación con Dios, mi desarrollo profesional, etc.? ¿Qué es lo que más nos ha impresionado en nuestra vida familiar en este último tiempo? ¿Qué es lo que más nos ha impresionado a nivel social y político en este último tiempo? ¿Qué es lo que más nos ha impresionado con respecto a nuestra actividad laboral en este último tiempo? ¿Cuáles son mis sueños para el futuro, a nivel familiar, grupal, laboral, social, político? Esto es una pequeña muestra. La idea es generar un momento de compartir sobre la VIDA, que sería el elemento inicial de cualquier comunicación y construcción comunitaria.
2. Un momento para escucha la PALABRA DE DIOS: Podrían ir leyendo en cada reunión, una parte del libro de los Hechos de los Apóstoles; en él, san Lucas, cuenta cómo fue que los primeros cristianos hicieron para construir una comunidad fraterna alrededor de la fe en Jesús. No conozco otro método más apropiado para aprender a construir una comunidad cristiana. Podrían comenzar por leer juntos una pequeña introducción al libro de los Hechos de los Apóstoles. Esta introducción se puede encontrar al comienzo del libro y suele ser escrita por un especialista que habla de la manera como se escribió el libro, su autor, su organización interna, etc. Debe ser pequeña y no muy complicada. Las ediciones corrientes de la Biblia traen una pequeña introducción. Las biblias de estudio tienen introducciones más complejas y largas. Puede escogerse mejor una pequeña para no hacer aburrido el rato. Luego pueden ir leyendo, en cada reunión, un capítulo o una pequeña parte y comentarla entre todos. ¿Qué nos enseña? ¿Cómo ilumina este texto lo que hemos compartido sobre nuestras vidas? ¿A qué nos invita este texto? etc.
3. Un momento para CELEBRAR LA FE EN COMUNIDAD. Este momento sería un momento de oración, de pedir por nuestras necesidades, de dar gracias, etc. Se puede tomar una oración que uno conozca y repetirla juntos. Se puede invitar a que cada uno ore en voz alta o se puede dirigir un momento de oración personal. Si alguna vez los puede acompañar un sacerdote, podrían tener la celebración de la eucaristía. Pero lo fundamental es tener un momento de oración compartida, que puede hacerse de muchas maneras...
4. Un momento para COMPARTIR fraternalmente. Este momento sería para compartir un trozo de ponqué y una gaseosa. Durante este último momento se puede tener también un rato de esparcimiento sano, organizar algún juego, alguna dinámica, un momento para departir informalmente un rato.
Algunas sugerencias adicionales:
1. Cada momento de la reunión lo puede preparar una persona o una pareja distinta cada vez; con esto se promueve la participación de todos y se invita a la creatividad.
2. Cada momento debe ser como una minifalda... Lo suficientemente corto para llamar la atención, pero lo suficientemente largo para cubrir el tema fundamental... No deberían ser momentos muy largos; una buena medida podría ser media hora cada momento; a lo mejor el momento de oración puede ser más breve y el del compartir la Palabra un poco más largo... Pero la reunión no debería pasar de dos horas.
3. Es muy importante ser muy puntuales para empezar y para terminar, de manera que la gente sepa bien cómo se va a manejar el tiempo. Si la gente se quiere quedar un rato más después de terminar, lo puede hacer, pero dar por terminada la reunión en un momento dado.
4. Sería bueno tener durante toda la reunión una velita o un cirio encendido en medio de la comunidad, representando a Cristo resucitado. Y también tener una Biblia colocada en un lugar especial, también como símbolo de la presencia del Señor en medio de la comunidad. A esto se pueden añadir flores, algún otro símbolo, dependiendo del tema que vayan a tratar, etc.
Seguramente, en el proceso, irán saliendo tareas y misiones, porque no hay ninguna comunidad que se reúna alrededor de la memoria de Jesús, que no se sienta, en un momento dado, lanzada a cumplir una misión en medio de la Iglesia y del mundo; por eso, habrá que estar atento para orientar y dirigir esa misión de modo que sea sencilla, realizable, práctica y no complicada, ideal, abstracta...
Hoy, la Iglesia también se tiene que formar a partir de pequeñas comunidades en las que se pueda compartir la vida de cada uno de sus miembros. Sólo así podremos decir que el reino de Dios ya está cerca.
Hermann Rodríguez Osorio, S.J.*
* Sacerdote jesuita, Decano académico de la Facultad de Teología de la Pontificia Universidad Javeriana – Bogotá