¡Amor y paz!
Esta sección, a diferencia
de la anterior, está dirigida a toda la multitud. Jesús apela a la experiencia
popular que ya tiene unos esquemas con los que interpretar el clima. Estos
esquemas le permiten anticipar el tiempo venidero y prever las acciones
necesarias por si hace calor o por si llueve. Sin embargo, este conocimiento no
se extiende más allá al conocimiento de la realidad.
Jesús exhorta a la
multitud a que interprete los signos de los tiempos, a que analice la realidad
y a que no se contente con vivir el día. Pues, el pueblo no puede conformarse
con ver cómo los hechos ocurren y los cambios se producen. El pueblo se debe
preocupar por descifrar y anticipar las señales del tiempo presente. Pues, de
otra manera sólo seguirá siendo la eterna víctima de circunstancias que otros
previeron y decidieron.
Los invito, hermanos a, a
leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este viernes de la XXIX Semana
del Tiempo Ordinario.
Dios los bendiga…
Evangelio según San Lucas 12,54-59.
Dijo también a la multitud: "Cuando ven que una nube se levanta en occidente, ustedes dicen en seguida que va a llover, y así sucede. Y cuando sopla viento del sur, dicen que hará calor, y así sucede. ¡Hipócritas! Ustedes saben discernir el aspecto de la tierra y del cielo; ¿cómo entonces no saben discernir el tiempo presente? ¿Por qué no juzgan ustedes mismos lo que es justo? Cuando vas con tu adversario a presentarte ante el magistrado, trata de llegar a un acuerdo con él en el camino, no sea que el adversario te lleve ante el juez, y el juez te entregue al guardia, y este te ponga en la cárcel. Te aseguro que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el último centavo".
Comentario
Interpretar el momento
presente, a veces, no resulta fácil. Jesús invita a las multitudes a la
práctica del discernimiento para saber lo que es conveniente hacer y lo que no
en cada momento. La gente esperaba de Dios el envío de un mesías de poder, un
mesías político que, por la fuerza, los liberase de la dominación romana y de
los aprietos económicos.
Pero Jesús –el Mesías de
Dios- no está de acuerdo con esto y tacha a la gente de “hipócritas”, como lo
había hecho con los fariseos. No es por el poder, la fuerza y la dominación de
unos sobre otros por donde se alumbrará una nueva sociedad. No. Será más bien
por el diálogo, el consenso, el acuerdo con el otro por el que se saldrá airoso
de la situación presente. Con el contrincante en un pleito es mejor hacer las
paces que declararle la guerra. Así eliminas todo lo que te enemista con él,
dejas de considerarlo enemigo y lo abres a él también a la vía del amor, del
diálogo y del consenso. Si no se adopta ese método, uno mismo, en lugar de
probar la libertad, tendrá que soportar las cadenas (cuando vas con tu
contrincante a ver al magistrado, haz lo posible por librarte de él mientras
van de camino; no sea que te arrastre ante el juez, y el juez te entregue al
alguacil, y el alguacil te meta en la cárcel).
El momento presente es
tiempo de enmienda y de cambio; hay que provocar un cambio fuerte de mente que
nos lleve a practicar la unión y no la división, el reparto y no el
acaparamiento, el servició y no la sumisión, la liberación y no la esclavitud.
Y este cambio en profundidad no puede hacerse sin un amor que, como decía
Pablo, “es paciente, afable, no tiene envidia, no se jacta ni se engríe, no es
grosero ni busca lo suyo, no se exaspera ni lleva cuentas del mal, no simpatiza
con la injusticia, sino con la verdad, disculpa siempre, se fía siempre, espera
siempre, aguanta siempre” (1 Cor 13,4-7). Quien va por este camino sabe ya
discernir el momento presente y está anticipando un futuro mejor para sí y para
los demás.
Servicio
Bíblico Latinoamericano 2004