viernes, 31 de julio de 2009

CRECE LA INCREDULIDAD... ¿CREES TÚ? ¿AYUDAS A OTROS A CREER?

¡Amor y paz!

El Evangelio según san Mateo deja hoy (Viernes 17º. del T.O.) la "sección discursos" -las parábolas agrupadas- para abordar la "sección hechos".


Ahora bien, lo característico de los cuatro capítulos que seguirán (Mt 13, 53 a 17, 23) es que, con mínimas diferencias, encontraremos de nuevo el desarrollo de los hechos que Marcos relató (Mc 6, 1 a 9, 32). El hilo conductor es también el mismo: el misterio de la "persona" de Jesús que se aclara más y más, pero crece la incredulidad de las masas y a Jesús no lo siguen más que algunos de sus apóstoles...

Es la oportunidad para preguntarse si cada uno de nosotros es incrédulo como alguien de aquellas masas o creyente como uno de sus apóstoles.


Dios los bendiga…

Evangelio según San Mateo 13,54-58.

Y, al llegar a su pueblo, se puso a enseñar a la gente en la sinagoga, de tal manera que todos estaban maravillados. "¿De dónde le viene, decían, esta sabiduría y ese poder de hacer milagros? ¿No es este el hijo del carpintero? ¿Su madre no es la que llaman María? ¿Y no son hermanos suyos Santiago, José, Simón y Judas? ¿Y acaso no viven entre nosotros todas sus hermanas? ¿De dónde le vendrá todo esto?". Y Jesús era para ellos un motivo de tropiezo. Entonces les dijo: "Un profeta es despreciado solamente en su pueblo y en su familia". Y no hizo allí muchos milagros, a causa de la falta de fe de esa gente.

COMENTARIO

a) En su pueblo, Nazaret, Jesús no tuvo mucho éxito. Sus paisanos quedaron bloqueados por la pregunta: «¿de dónde saca éste esa sabiduría y esos milagros?». Fueron testigos de sus milagros, admiraron su sabiduría, pero no fueron capaces de dar el salto y aceptarlo como el enviado de Dios. Un profeta no es recibido en su patria: «y desconfiaban de él».

Hay que reconocer que no les faltaba parte de razón a sus paisanos, al mostrarse reacios a ver en su vecino al Mestas y Salvador. Jesús es un maestro atípico, no ha estudiado en ninguna escuela famosa, es un obrero. Pero, con tantas pruebas, tenían que haber superado su desconfianza inicial.

b) Pasar de la incredulidad a la fe es un salto difícil. Se trata de un don de Dios y, a la vez, de mantener una actitud honrada por parte de la persona.

En el mundo actual, como entre los contemporáneos de Jesús, existen muchos elementos que condicionan a favor o en contra, la opción de fe de una persona. En Nazaret, el origen sencillo de Jesús (le esperaban más solemne y glorioso). Para los dirigentes del pueblo, la valentía y la exigencia del mensaje que predicaba. Unos le consideraban un fanático; otros, aliado con el demonio. Muchos no llegaron a creer en él: «vino a su casa y los suyos no le recibieron». Los que creyeron fueron los sencillos de corazón, a quienes Dios sí les reveló los misterios del Reino.

Seguro que conocemos personas que han quedado bloqueadas y no llegan a aceptar el don de la fe. ¿Les ayudamos? ¿son convincentes o, al menos, estimulantes nuestra palabra y nuestro testimonio de vida, a fin de poderles ayudar en su decisión de fe?

J. ALDAZABAL
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 5
Tiempo Ordinario. Semanas 10-21
Barcelona 1997. Págs. 211-215
http://www.mercaba.org/

jueves, 30 de julio de 2009

UN LLAMADO A LA CONVERSIÓN

¡Amor y paz!

Concluye hoy (jueves de la XVII semana del T.O.) el discurso parabólico, en el Evangelio de Mateo. La última parábola habla de la pesca a la que ‘llegan’ pescados buenos y malos, sin distinción. Dios nos llama a todos, pero llegará el momento en que habrá una selección.

La primera depende de la libertad humana. No todos los que aceptan pertenecer al Reino son dignos de él, porque no cumplen con las exigencias. Se necesita, entonces, una segunda selección que debe hacer Dios, ya que es Él quien hace la invitación y quien plantea los requisitos.

También hace Jesús la comparación del escriba que se ha hecho discípulo del Reino de los Cielos que es como el dueño de la casa que sabe aprovechar lo nuevo y lo viejo. Tenemos la tentación de rechazar lo viejo porque es viejo y de aceptar lo novedoso. La sabiduría está precisamente en saber aprovechar todo aquello que nos ayude a nuestro crecimiento interior, sea que lo encontremos en lo antiguo o en lo nuevo.

Dios los bendiga…

Evangelio según San Mateo 13,47-53.

El Reino de los Cielos se parece también a una red que se echa al mar y recoge toda clase de peces. Cuando está llena, los pescadores la sacan a la orilla y, sentándose, recogen lo bueno en canastas y tiran lo que no sirve. Así sucederá al fin del mundo: vendrán los ángeles y separarán a los malos de entre los justos, para arrojarlos en el horno ardiente. Allí habrá llanto y rechinar de dientes. ¿Comprendieron todo esto?". "Sí", le respondieron. Entonces agregó: "Todo escriba convertido en discípulo del Reino de los Cielos se parece a un dueño de casa que saca de sus reservas lo nuevo y lo viejo". Cuando Jesús terminó estas parábolas se alejó de allí.

COMENTARIO

a) La de hoy es la última parábola de la serie, y resulta muy parecida a la de la cizaña. Esta vez, la imagen está tomada, no del trabajo del campo, sino de la pesca en el lago.Jesús compara su Reino -por tanto, su Iglesia- a una red que los pescadores recogen con peces buenos y malos, y la llevan a la orilla tal como está, sin preocuparse, de momento, de separarlos. Eso ya vendrá después, cuando llegue la hora de separar los buenos y los malos, el día de la selección, al igual que el día de la siega para separar la cizaña y el trigo.

b) De nuevo parece como si se nos quisiera disuadir de la idea de una Iglesia pura. Por el Bautismo hemos entrado en la comunidad de Jesús muchas personas. Pero no tenemos que creer que es comunidad de perfectos, sino también de pecadores.

El mismo Jesús trata con los pecadores, les dirige su palabra, les da tiempo, les invita, no les obliga a la conversión o a seguirle. También ahora en su Iglesia coexisten trigo y cizaña, peces buenos y malos. Es una comunidad universal. Jesús se esfuerza por decirnos que, si alguna oveja se descarría, hay que intentar recuperarla, y, cuando vuelve, la alegría de Dios es inmensa cuando logra reconducirla al redil. Y que no ha venido para los justos, sino para los pecadores. Como el médico está para los enfermos, y no para los sanos.

¿Cuál es nuestra actitud ante las personas que nos parecen débiles y pecadoras? ¿ante la situación de un mundo desorientado? ¿les damos un margen de rehabilitación? ¿o nos portamos tan drásticamente como los que querían arrancar en seguida la cizaña?

Claro que tenemos que luchar contra el mal. Pero sin imitar la presunción de los fariseos, que se tenían por los perfectos, y parecían querer excluir a todos los imperfectos o pecadores. Jesús tiene otro estilo y otro ritmo.

Ojalá, después de todas estas parábolas, podamos decir, como los oyentes de Jesús -no sabemos si con mucha razón- que sí le habían entendido. Que hemos captado la intención de cada una de ellas y nos disponemos a corregir nuestras desviaciones y ponernos en la dirección que él quiere.

J. ALDAZABAL
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 5
Tiempo Ordinario. Semanas 10-21
Barcelona 1997. Págs. 207-210
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miércoles, 29 de julio de 2009

AUNQUE TODOS NOS ABANDONEN, JESÚS PERMANECERÁ CON NOSOTROS

¡Amor y paz!

¡Si hubieras estado aquí! Los tiempos que corren parece que nos llevan – a los cristianos – a exclamar con Marta estas palabras de desconsuelo: es como si el Señor no estuviera con nosotros. Digo desconsuelo porque alejado del amor de Dios, dejado a sus solas fuerzas, el hombre se ve privado de su inmensa grandeza, que no se funda en los adelantos científicos, en la riqueza o en el poder, sino que nace de vivir la vida misma de Dios.

Pero no es así. Aunque los nuevos predicadores de la modernidad nos griten al oído que estamos solos, nosotros tenemos la firme convicción de que, pase lo que pase, cuando ya no se vislumbre ningún signo de esperanza para el hombre, el Señor estará ahí.

Hoy celebra la Iglesia la memoria de Santa Marta, de quien dice el Evangelio que era amiga de Jesús. Los invito a contemplar la figura de esta gran mujer y así nos acerquemos más al Maestro.

Dios los bendiga...

Evangelio según San Juan 11,19-27.

Muchos judíos habían ido a consolar a Marta y a María, por la muerte de su hermano. Al enterarse de que Jesús llegaba, Marta salió a su encuentro, mientras María permanecía en la casa. Marta dijo a Jesús: "Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto. Pero yo sé que aun ahora, Dios te concederá todo lo que le pidas". Jesús le dijo: "Tu hermano resucitará". Marta le respondió: "Sé que resucitará en la resurrección del último día". Jesús le dijo: "Yo soy la Resurrección y la Vida. El que cree en mí, aunque muera, vivirá; y todo el que vive y cree en mí, no morirá jamás. ¿Crees esto?". Ella le respondió: "Sí, Señor, creo que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que debía venir al mundo".

COMENTARIO


I. La festividad de Santa Marta nos permite entrar una vez más en el hogar de Betania, bendecido tantas veces por la presencia de Jesús. Allí, en la familia formada por aquellos hermanos, Marta, María y Lázaro, el Señor encontraba cariño, y también descanso para su cuerpo fatigado por recorridos interminables por aldeas y ciudades. Jesús buscaba refugio entre sus amigos, especialmente cuando en los últimos días tropezaba más frecuentemente con la incomprensión y el desprecio, por parte principalmente de los fariseos. Los sentimientos del Maestro hacia los hermanos de Betania vienen expresados por San Juan en su Evangelio: Jesús amaba a Marta, a su hermana y a Lázaro. ¡Eran amigos!

El Evangelio de la Misa nos relata la llegada de Jesús al hogar de esta familia, cuando hacía cuatro días que Lázaro había muerto. Poco tiempo antes, cuando ya Lázaro estaba muy grave, las hermanas enviaron al Maestro este recado lleno de confianza: Señor, mira, aquel a quien amas está enfermo. Y Jesús, que se encontraba en Galilea, a varias jornadas de camino, cuando oyó que estaba enfermo, se quedó aún dos días en el mismo lugar. Después, pasados estos, dijo a sus discípulos: Vamos otra vez a Judea. Cuando llegó a Betania, Lázaro llevaba ya cuatro días sepultado.

Marta, siempre atenta y activa, probablemente antes de que Jesús llegara a la casa se enteró de que se aproximaba, y salió enseguida a recibirlo. Y a pesar de que, aparentemente, el Señor no había acudido a la llamada, su confianza y su amor no han disminuido. Señor le dice Marta, si hubieses estado aquí, no habría muerto mi hermano... Le reprocha con suma delicadeza no haber llegado antes. Marta esperaba la curación de su hermano cuando estaba todavía enfermo. Y Jesús, con un gesto amable, quizá con una sonrisa en los labios, la sorprende: Tu hermano resucitará. Marta acoge estas palabras como un consuelo y piensa en la resurrección definitiva, y contesta: Ya sé que resucitará en la resurrección, en el último día. Estas palabras provocan una portentosa declaración de Jesús acerca de su divinidad: Yo soy la Resurrección y la Vida, el que cree en Mí, aunque hubiera muerto, vivirá, y todo el que vive y cree en Mí no morirá para siempre. Y le pregunta: ¿Crees tú esto? ¿Quién podría sustraerse a la autoridad soberana de esta declaración? ¡Yo soy la Resurrección y la Vida! ¡Yo...! ¡Yo soy la razón de ser de todo cuanto existe! Jesús es la Vida, no solo la que empieza en el más allá, sino también la vida sobrenatural que la gracia opera en el alma del hombre que todavía se encuentra en camino. Son palabras extraordinarias que nos llenan de seguridad, que nos acercan cada vez más a Cristo, y que nos llevan a hacer nuestra la respuesta de Marta: Yo he creído que Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, que has venido a este mundo. El Señor, momentos después, resucitará a Lázaro.

Admiramos en Marta su fe, y querríamos imitarla en su amistad confiada con el Maestro. «¿Has visto con qué cariño, con qué confianza trataban sus amigos a Cristo? Con toda naturalidad le echan en cara las hermanas de Lázaro su ausencia: ¡te hemos avisado! ¡Si Tú hubieras estado aquí!...

»-Confíale despacio: enséñame a tratarte con aquel amor de amistad de Marta, de María y de Lázaro; como te trataban también los primeros Doce, aunque al principio te seguían quizá por motivos no muy sobrenaturales».

Francisco Fernández Carvajal
Hablar con Dios

martes, 28 de julio de 2009

¡QUE LA CIZAÑA NO NOS INVADA!

¡Amor y paz!

Los invito, hermanos, para que lean y luego mediten el Evangelio, en este martes de la 17ª. semana del tiempo ordinario.

Dios los bendiga…

Mateo 13, 36-43

«Entonces, después de despedir a las multitudes, entró en la casa. Y se acercaron sus discípulos y le dijeron: Explícanos la parábola de la cizaña del campo. El les respondió: El que siembra la buena semilla es el Hijo del Hombre; el campo es el mundo; la buena semilla son los hijos del Reino; la cizaña son los hijos del Maligno. Él enemigo que la sembró es el diablo; la siega es el fin del mundo; los segadores son los ángeles. Del mismo modo que se retine la cizaña y se quema en el fuego, así será al fin del mundo. El Hijo del Hombre enviará a sus ángeles y apartarán de su Reino a todos los que causan escándalo y obran la maldad, y los arrojarán en el horno del fuego. Allí será el llanto y rechinar de dientes. Entonces los justos brillarán como el sol en el Reino de su Padre. Quien tenga oídos, que oiga.»

MEDITACIÓN


. Jesús, qué fácil era para los apóstoles hablar a solas contigo, preguntarte cualquier cosa, aunque fuera una tontería. Tal es la familiaridad que tienen contigo, que no se avergüenzan de reconocer que no entendieron la parábola que acababas de contar: "explícanos la parábola".

Por ser cristiano, yo también soy uno de los apóstoles, uno de esos pocos que pueden tener un trato íntimo, personal, contigo.


Jesús, necesito ese trato personal contigo, si quiero ser cristiano, apóstol.
Necesito preguntarte tantas cosas...

Sobre todo, necesito preguntarte una y otra vez:

¿qué quieres que haga por Ti?;

¿en dónde me necesitas?;

¿cómo quieres que haga esto o aquello?;

¿estás contento de cómo aprovecho el tiempo, de cómo sirvo a los demás, de cómo vivo la virtudes cristianas, de cómo trato a tu madre -mi madre- Santa María?

Jesús, no puedes ser más claro: «todos los que causan escándalo y obran la maldad» serán arrojados en el «horno de fuego», en el infierno. El infierno no es un cuento para asustar a los niños, sino una realidad que me debe mover a ser mejor y a hacer más apostolado. La enseñanza de la Iglesia afirma la existencia del infierno y su eternidad. Las almas de los que mueren en estado de pecado mortal descienden a los infiernos inmediatamente después de la muerte y allí sufren las penas del infierno, «el fuego eterno».

La pena principal del infierno consiste en la separación eterna de Dios en quien únicamente puede tener el hombre la vida y la felicidad para las que ha sido creado y a las que aspira. (C. I. C.-1035).

2º. «Está claro: el campo es fértil y la simiente es buena; el Señor del campo ha lanzado a voleo la semilla en el momento propicio y con arte consumada; además, ha organizado una vigilancia para proteger la siembra reciente. Si después aparece la cizaña, es porque no ha habido correspondencia, porque los hombres los cristianos especialmente se han dormido, y han permitido que el enemigo se acercara.

Cuando los servidores irresponsables preguntan al Señor por qué ha crecido la cizaña en su campo, la explicación salta a los ojos: ¡ha sido el enemigo! Nosotros, los cristianos que debíamos estar vigilantes, para que las cosas buenas puestas por el Creador en el mundo se desarrollaran al servicio de la verdad y del bien, nos hemos dormido -¡triste pereza ese sueño!-, mientras el enemigo y todos los que le sirven se movían sin cesar Ya veis cómo ha crecido la cizaña: ¡qué siembra tan abundante y en todas partes! (...)

Dentro de todo este campo de Dios, que es la tierra, que es heredad de Cristo, ha brotado cizaña, ¡abundancia de cizaña! No podemos dejarnos engañar por el mito del progreso perenne e irreversible. El progreso rectamente ordenado es bueno, y Dios lo quiere. Pero se pondera más ese otro falso progreso, que ciega los ojos a tanta gente, porque con frecuencia no percibe que la humanidad, en algunos de sus pasos, vuelve atrás y pierde lo que antes había conquistado» (Es Cristo que pasa.-123).

Jesús, la parábola de la cizaña me tiene que ayudar a mantenerme despierto, vigilante, para que la cizaña no penetre en mi vida.
Además, como cristiano, me debo preocupar de que la cizaña no crezca en la sociedad en la que vivo.

Los cristianos no pueden desentenderse del ambiente, las costumbres y las leyes que influyen en la cultura de cada sociedad.

Porque la cultura es el campo en el que crece la semilla, y una cultura materialista llena de cizaña puede ahogar la siembra buena.


Esta meditación está tomada de: “Una cita con Dios” de Pablo Cardona. Ediciones Universidad de Navarra. S. A. Pamplona, España.

lunes, 27 de julio de 2009

EL RETO DE SER FERMENTO PARA EL MUNDO

¡Amor y paz!

Jesús recurre hoy también a las parábolas para comparar el Reino de los cielos. Ayer fue el sembrador; hoy, la semilla de mostaza y la levadura.

Dios elige lo pequeño e insignificante para luego realizar obras grandes. No irrumpe espectacularmente en el mundo, sino a modo de una semilla que brota y germina silenciosamente y se convierte en planta o como la levadura que, también sigilosamente, transforma la masa de harina.

Así ocurrió con Jesús, que se encarnó en un pueblo pequeño y se valió de personas sin gran cultura ni prestigio. La Iglesia que Él fundó ha sufrido muchas persecuciones y rechazos y ha cometido errores; aún así, el Reino de Dios sigue creciendo, no sólo porque hay personas generosas que trabajan casi imperceptiblemente, sino por la acción del Espíritu Santo que es abono para las semillas y vitalidad para la levadura.

Dios los bendiga…

Evangelio según San Mateo 13,31-35.

También les propuso otra parábola: "El Reino de los Cielos se parece a un grano de mostaza que un hombre sembró en su campo. En realidad, esta es la más pequeña de las semillas, pero cuando crece es la más grande de las hortalizas y se convierte en un arbusto, de tal manera que los pájaros del cielo van a cobijarse en sus ramas". Después les dijo esta otra parábola: "El Reino de los Cielos se parece a un poco de levadura que una mujer mezcla con gran cantidad de harina, hasta que fermenta toda la masa". Todo esto lo decía Jesús a la muchedumbre por medio de parábolas, y no les hablaba sin parábolas, para que se cumpliera lo anunciado por el Profeta: Hablaré en parábolas, anunciaré cosas que estaban ocultas desde la creación del mundo.

COMENTARIO

Estamos acostumbrados a deslumbrarnos ante los grandes acontecimientos y las cosas extraordinarias y despreciamos la fuerza de lo pequeño. En cambio el proceder de Dios es diferente: se manifiesta siempre en lo que no cuenta, en lo que es insignificante, en lo cotidiano, en lo pequeño. De ahí que al ser humano le cuesta mucho descubrir por dónde va Dios, y pretende encontrarlo aplicando sus propios criterios.

El profeta, en el Antiguo Testamento, buscaba a Dios en la tormenta o en una manifestación fuerte de la naturaleza, pero sólo lo encontró en la brisa suave. Un gran edificio comienza en la base, un gran discurso comienza con una palabra, los grandes movimientos sociales empiezan por ser la idea de unos cuantos que poco a poco van contagiando a otros. Jesús sabe que el Reino no se instaura a partir de un acontecimiento extraordinario, sino a partir de la vida cotidiana vivida en la dimensión de la justicia y del amor.

El grano de mostaza es insignificante pero tiene por dentro la capacidad de producir la vida. Al estar dentro de la tierra tiene la fuerza suficiente para irrumpir, brotar hacia arriba y convertirse en árbol y poder abrigar a los pájaros del cielo. Pero este proceso requiere de tiempo. A veces somos demasiado impacientes y más aún en estos nuestros días en que se espera eficiencia, rendimiento y utilidad en el menor tiempo posible. Los avances tecnológicos han encontrado la forma de acelerar muchos procesos. Nos hemos vuelto más impacientes, hemos ido perdiendo la capacidad de esperar.

Quien acepta el Reino de los Cielos debe comenzar desde lo de simple e insignificante, pero apuntando con fuerza hacia el ideal de mejorar la capacidad de producir, de mantener y de recrear la vida en el amor y en la justicia. La comparación de la levadura es semejante a la del grano de mostaza aunque también tiene sus diferencias. Ambos nos indican lo que sucede al interior de las personas, recordándonos que la fuerza que transforma y hace crecer viene de adentro. Pero también es un reto para los cristianos, que deben ser como el grano de mostaza y la levadura, para el mundo.


Servicio Bíblico Latinoamericano
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domingo, 26 de julio de 2009

EUCARISTÍA: EL SACRAMENTO DE LA SOLIDARIDAD

¡Amor y paz!

Hoy domingo (XVII del T.O.), la lectura del evangelio de Marcos (precisamente cuando llega a la multiplicación de los panes) queda interrumpida durante cinco domingos por la del capítulo 6º. del evangelio de Juan, sobre el Pan de Vida. Aunque el relato evangélico sea de Juan, es bueno recordar qué continuidad tiene con el relato del domingo pasado.

En aquel, de Marcos, Jesús nos mostraba su solicitud para con los apóstoles después de la primera misión que les había confiado. El Señor, después de escuchar el reporte de los suyos, los envía a descansar. La escena acababa mostrándonos a Jesús instruyendo a la multitud, luego de que se compadece porque la ve "como ovejas sin pastor".

En esta ocasión, el Señor no sólo instruye a la multitud: también le da de comer. Esto es, Jesús da vida al hombre, una vida que es de Dios, de la que Jesús es el alimento. Una vida que recibimos por la fe y que se expresa en el alimento de la Eucaristía.

Los invito a leer y meditar el Evangelio y el comentario.

Dios los bendiga…

Evangelio según San Juan 6,1-15.

Después de esto, Jesús atravesó el mar de Galilea, llamado Tiberíades. Lo seguía una gran multitud, al ver los signos que hacía curando a los enfermos. Jesús subió a la montaña y se sentó allí con sus discípulos. Se acercaba la Pascua, la fiesta de los judíos. Al levantar los ojos, Jesús vio que una gran multitud acudía a él y dijo a Felipe: "¿Dónde compraremos pan para darles de comer?". El decía esto para ponerlo a prueba, porque sabía bien lo que iba a hacer. Felipe le respondió: "Doscientos denarios no bastarían para que cada uno pudiera comer un pedazo de pan". Uno de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro, le dijo: "Aquí hay un niño que tiene cinco panes de cebada y dos pescados, pero ¿qué es esto para tanta gente?". Jesús le respondió: "Háganlos sentar". Había mucho pasto en ese lugar. Todos se sentaron y eran uno cinco mil hombres. Jesús tomó los panes, dio gracias y los distribuyó a los que estaban sentados. Lo mismo hizo con los pescados, dándoles todo lo que quisieron. Cuando todos quedaron satisfechos, Jesús dijo a sus discípulos: "Recojan los pedazos que sobran, para que no se pierda nada". Los recogieron y llenaron doce canastas con los pedazos que sobraron de los cinco panes de cebada. Al ver el signo que Jesús acababa de hacer, la gente decía: "Este es, verdaderamente, el Profeta que debe venir al mundo". Jesús, sabiendo que querían apoderarse de él para hacerlo rey, se retiró otra vez solo a la montaña.

COMENTARIO

Para nosotros, cristianos, la clave de la solidaridad está en la Eucaristía, el misterio y milagro que celebramos ininterrumpidamente y que apenas si comprendemos y valoramos. Ya no se trata de que Dios multiplique el pan para darnos de comer, Dios mismo se hace pan en Jesús para ser el alimento que sacia el hambre de pan y todas las hambres del hombre. La Eucaristía es el misterio del amor y de la solidaridad del Hijo de Dios con los hombres. Es también el signo de la solidaridad de los hombres entre sí y de todos con Dios. Jesús vino al mundo para que tengamos vida y la tengamos holgadamente.

Por eso vino y comenzó por hacerse solidario de los pobres, de los que tienen hambre y sed, de los que sufren, de los que luchan por la paz, de los que son perseguidos y marginados. En Jesús, Dios se ha hecho el prójimo de todos los hombres, para que ningún hombre quede al margen de la solidaridad.


Un día sentenciará que tuvo hambre y sed, y no le dimos pan ni agua. Y no lo hicimos con Dios, porque no lo hacemos con el vecino, con el extranjero, con cualquiera.

El que no ama al prójimo, al que ve, que no diga que ama a Dios, al que no ve.

EUCARISTÍA 1988, 35
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sábado, 25 de julio de 2009

"EL QUE QUIERA SER GRANDE, QUE SE HAGA SERVIDOR"

¡Amor y paz!

Según se sabe, hay una manera casi infalible de conocer a alguien: darle poder. En efecto, algunos (¿o muchos?) de los que antes fueron nuestros amigos, nuestros compañeros, e incluso nuestros hermanos, una vez tienen poder, dinero o saber nos humillan, nos maltratan o simplemente nos ignoran.

Es que el poder, el tener y el placer son las grandes metas que jalonan la vida de la mayoría de las personas. De tal manera, a los ojos del mundo, el importante, el que vale, es el rico, el sabio, el poderoso. Jesús, en cambio, invierte esos esquemas y hace una opción preferencial por el que sirve, por aquel en quien nadie se fija, el que nadie valora, por el que es tratado como un inferior.


Y a estos últimos (a los excluidos de este mundo) es a quienes Jesús nos invita a servir. En algún momento eso no lo entendieron sus discípulos. ¿Ya lo entendemos nosotros?

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio, en este sábado de la XVI semana del tiempo ordinario.

Dios los bendiga…

Evangelio según San Mateo 20,20-28.

Entonces la madre de los hijos de Zebedeo se acercó a Jesús, junto con sus hijos, y se postró ante él para pedirle algo. "¿Qué quieres?", le preguntó Jesús. Ella le dijo: "Manda que mis dos hijos se sienten en tu Reino, uno a tu derecha y el otro a tu izquierda". "No saben lo que piden", respondió Jesús. "¿Pueden beber el cáliz que yo beberé?". "Podemos", le respondieron. "Está bien, les dijo Jesús, ustedes beberán mi cáliz. En cuanto a sentarse a mi derecha o a mi izquierda, no me toca a mí concederlo, sino que esos puestos son para quienes se los ha destinado mi Padre". Al oír esto, los otros diez se indignaron contra los dos hermanos. Pero Jesús los llamó y les dijo: "Ustedes saben que los jefes de las naciones dominan sobre ellas y los poderosos les hacen sentir su autoridad. Entre ustedes no debe suceder así. Al contrario, el que quiera ser grande, que se haga servidor de ustedes; y el que quiera ser el primero que se haga su esclavo: como el Hijo del hombre, que no vino para ser servido, sino para servir y dar su vida en rescate por una multitud".

COMENTARIO

Dos discípulos de nuestro Señor, los santos y magníficos hermanos Juan y Santiago, según leemos en el evangelio, desearon que el Señor les concediese el sentarse en su reino uno a la derecha y otro a la izquierda. No anhelaron ser reyes de la tierra, no desearon que les otorgase honores perecederos, ni que los colmase de riquezas; no desearon verse rodeados de numerosa familia, ni ser respetados por súbditos, ni ser halagados por aduladores; sino que pidieron algo grande y estable: ocupar unos asientos imperecederos en el reino de Dios. ¡Gran cosa era la que deseaban! No fueron reprendidos en su deseo, pero sí encaminados hacia un orden. El Señor vio en ellos un deseo de grandeza y se dignó enseñarles el camino de la humildad, como diciéndoles: «Daos cuenta de lo que apetecéis, daos cuenta de que yo estoy con vosotros; y yo, que os hice y descendí hasta vosotros, llegué hasta humillarme por vosotros». Estas palabras que os narro, no aparecen en el evangelio; sin embargo expreso el sentido de lo que en él se lee. Os invito ahora a leer las palabras exactas que allí se hallan, para que veáis de dónde han salido las que os he dicho. Una vez que el Señor escuchó la petición de los hermanos, les dijo: ¿Podéis beber el cáliz que yo he de beber? (Mt 20,22). Vosotros deseáis sentaros a mi lado, pero debéis contestarme antes a lo que os pregunto: ¿Podéis beber el cáliz qué yo he de beber? ¿No os resulta amargo el cáliz de la humildad, a vosotros que buscáis los puestos de grandeza?

Donde se impone un precepto duro, hay siempre un gran consuelo. Los hombres se niegan a beber el cáliz de la pasión, el cáliz de la humillación. ¿Anhelan las cosas sublimes? Amen ante todo las humildes. Partiendo de lo humilde se llega a lo sublime. Nadie construye un edificio elevado, si no ha puesto bien los cimientos. ¡Hermanos míos! Considerad tranquilamente estas cosas; instruíos y afianzaos en la fe para que veáis el camino que debéis recorrer hasta alcanzar lo que deseáis. Conozco y sé sobradamente que ninguno de vosotros rechaza la inmortalidad, la eterna sublimidad, así como el llegar a conseguir la compañía de Dios. Todas lo deseamos.

Veamos, pues, por dónde hemos de llegar hasta ellas, ya que amamos el lugar a donde nos encaminamos. Dije, pues: el que ha de edificar una casa de heno, temporal, no se preocupa de cavar un cimiento firme. Si, por el contrario, desea levantar un gran edificio, de gran consistencia y larga duración, ante todo pone su mirada y atención en los cimientos que ha de cavar y no a la altura que ha de alcanzar; y cuanto más elevada haya de ser la cúspide del edificio, tanto más profundas han de ser las zanjas de los cimientos. ¿Quién no quiere ver sus mieses altas? Antes de conseguirlas, debe remover la tierra profundamente para echar la simiente. El que ara surca las profundidades de la tierra. El que ara profundiza el surco para que crezca la mies. Cuanto más altos y más esbeltos son los árboles, tanto más profundas tienen las raíces, porque toda altura procede de la profundidad.

¡Oh hombre! Tú tenías miedo a soportar las afrentas de la humillación. Te conviene beber el cáliz amargo de la pasión. Tus vísceras están irritadas, tienes inflamadas las entrañas. Bebe la amargura para conseguir la salud. La bebió el médico sano, y ¿no la quiere beber el enfermo debilitado? El Señor dijo a los hijos de Zebedeo: «¿Podéis beber el cáliz? No les dijo: ¿Podéis beber el cáliz de las afrentas, el cáliz de la hiel, el cáliz del vinagre, el cáliz amarguísimo, el cáliz repleto de ponzoña, el cáliz de toda clase de dolores?». De haberles dicho eso, los hubiera atemorizado en vez de animarlos. Donde hay participación hay también consuelo. ¿Por qué desdeñas ese cáliz, ¡oh siervo!? El Señor lo bebió. ¿Por qué lo desdeñas, ¡oh hombre débil!? El sano lo bebió. ¿Por qué lo desdeñas, oh enfermo? El médico lo bebió. ¿Podéis beber el cáliz que yo he de beber?

En aquel momento, ellos ávidos de grandeza, ignorando sus fuerzas y prometiendo lo que todavía no tenían, responden: Podemos. El Señor les replica: Beberéis ciertamente mi cáliz, ya que yo os concedo el que lo bebáis, ya que os convertiré de débiles en fuertes, os concedo la gracia de padecer para que bebáis el cáliz de la humildad; pero no está en mi poder el sentaros a mi derecha o a mi izquierda, pues mi Padre lo ha dispuesto para otros (Mt 20,23). Si no se les concede a ellos, ¿a quiénes otros se les concede? Si los apóstoles no lo merecen, ¿quién lo merece?... ¿Para quiénes otros, ¡oh Señor!? Si no lo recibió Juan que descansó sobre el pecho del Señor; si no lo recibió el que traspasó el mar, el aire, el cielo y llegó hasta la Palabra (Jn 1,1); el que traspasó tantas cosas y consiguió llegar hasta ti, en cuanto eres igual al Padre; si no recibió lo que pidió, ¿quién lo recibirá? El Señor es consciente de lo que había dicho: Está dispuesto para otros. ¿Para qué otros? Para los humildes, no para los soberbios; luego será también para vosotros, si os hacéis como esos otros, si deponéis la soberbia y os vestís de humildad.

San Agustín
Sermón 20 A, 6-8.
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viernes, 24 de julio de 2009

¡APROVECHEMOS LA PALABRA DE DIOS!

¡Amor y paz!

¿Recuerdan la parábola del sembrador? Jesús relata que el sembrador salió a sembrar y, mientras sembraba, unos granos cayeron a lo largo del camino, otros cayeron en terreno pedregoso, otros en medio de cardos y otros, finalmente, quedaron en buena tierra y produjeron cosecha.

Hoy (Viernes XVI del T.O.) Jesús nos explica el significado de esta parábola. Es un llamado para que nos preparemos mejor para recibir y aprovechar la Palabra de Dios. ¡No es cualquier semilla la que Jesús siembra en nuestro corazón!

Dios los bendiga…

Evangelio según San Mateo 13,18-23.

Escuchen, entonces, lo que significa la parábola del sembrador. Cuando alguien oye la Palabra del Reino y no la comprende, viene el Maligno y arrebata lo que había sido sembrado en su corazón: este es el que recibió la semilla al borde del camino. El que la recibe en terreno pedregoso es el hombre que, al escuchar la Palabra, la acepta en seguida con alegría, pero no la deja echar raíces, porque es inconstante: en cuanto sobreviene una tribulación o una persecución a causa de la Palabra, inmediatamente sucumbe. El que recibe la semilla entre espinas es el hombre que escucha la Palabra, pero las preocupaciones del mundo y la seducción de las riquezas la ahogan, y no puede dar fruto. Y el que la recibe en tierra fértil es el hombre que escucha la Palabra y la comprende. Este produce fruto, ya sea cien, ya sesenta, ya treinta por uno".

COMENTARIO

Jesús nos da hoy un ejemplo de esa interpretación espiritual necesaria para entender el significado de las parábolas. Compara a los hombres con cuatro clases de terreno: la misma simiente, la misma Palabra divina, da resultados más o menos profundos según la respuesta subjetiva que acordamos a la Palabra.

1º El que oye la palabra del reino y no la comprende...
Las palabras materiales del evangelio han sido oídas o leídas; pero a la manera de una "lectura ordinaria".
El evangelio es una palabra viva: el autor del evangelio, el que nos habla a través de las palabras, está vivo HOY... Se dirige a mí. No es pues ante todo una colección de ideas o de bonitos pensamientos, es el "encuentro con Alguien".
En una meditación sobre el evangelio, hay que hacerse siempre esta pregunta: ¿qué descubro de ti, Señor, a través de este pasaje evangélico?

2º El que recibe el mensaje con alegría; pero no tiene raíces, es el hombre inconstante: cuando surge la dificultad o persecución, falla.
Algunos empiezan a meditar con entusiasmo, pues es verdad que al principio se suele encontrar mucha consolación en la oración. Pero es necesario perseverar. No basta seguir a Dios cuando esto resulta agradable y fácil... también en la prueba y en la noche del espíritu es necesario perseverar.
Hay un conocimiento profundo de Dios que no se adquiere más que con una larga e incansable frecuencia con el evangelio, leído, meditado y vuelto a meditar. Jesús se nos revela en esta frase como un hombre perseverante, que no se contenta con nuestros fervores pasajeros: espera nuestras fidelidades.

3º El que escucha la palabra, pero el agobio de esta vida, y la seducción de la riqueza la ahogan y se queda estéril.
Hay que saber elegir. "No podéis servir a la vez a Dios y al dinero" (Mateo 6, 24) El descubrimiento de Dios es una maravillosa aventura que implica nuestra entrega y compromiso total: las preocupaciones mundanas, el agrado del placer, el afán de riqueza ¡pueden ahogar la Palabra de Dios! Hemos sido advertidos suficientemente y además tenemos de ello experiencia.
Sobre la riqueza, Jesús tiene una palabra reveladora: habla de la "ilusión de la riqueza"... "del engaño de la riqueza"...
La riqueza es un falso amigo: promete mucho y decepciona también mucho.

4º El que escucha el mensaje y lo entiende; ése sí da fruto y produce en un caso ciento, en otro sesenta, en otro treinta.
Jesús nos ha advertido: la cosecha es maravillosa... pero la siembra es difícil. No hay recolección sin trabajo. Los labradores de Palestina lo sabían bien por experiencia.
El Reino de Dios es semejante a esto.
Es una invitación a la esperanza y al optimismo: ¡un solo grano de trigo puede producir cien granos! Es una invitación al trabajo y a la oración y esto depende de nosotros.


NOEL QUESSON
PALABRA DE DIOS PARA CADA DIA 2
EVANG. DE PENTECOSTES A ADVIENTO
EDIT. CLARET/BARCELONA 1983.Pág. 88 s.
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jueves, 23 de julio de 2009

¿POR QUÉ JESÚS HABLA EN PARÁBOLAS?

¡Amor y paz!

La enseñanza que Jesús comparte con el pueblo y con los discípulos se basa en las vivencias de la vida cotidiana, en las tradiciones narrativas populares y en su increíble capacidad de crear historias. Jesús no enseña como los escribas, los fariseos o los levitas. Jesús privilegia a los humildes de corazón, no a los sabios, como lo recordamos hace poco.

Dispongamos siempre nuestro espíritu y nuestra mente para leer y asimilar la Palabra de Dios, así como hoy, jueves de la XVI semana del Tiempo Ordinario.

Dios los bendiga…

Evangelio según San Mateo 13,10-17.

Los discípulos se acercaron y le dijeron: "¿Por qué les hablas por medio de parábolas?". El les respondió: "A ustedes se les ha concedido conocer los misterios del Reino de los Cielos, pero a ellos no. Porque a quien tiene, se le dará más todavía y tendrá en abundancia, pero al que no tiene, se le quitará aun lo que tiene. Por eso les hablo por medio de parábolas: porque miran y no ven, oyen y no escuchan ni entienden. Y así se cumple en ellos la profecía de Isaías, que dice: Por más que oigan, no comprenderán, por más que vean, no conocerán, porque el corazón de este pueblo se ha endurecido, tienen tapados sus oídos y han cerrado sus ojos, para que sus ojos no vean, y sus oídos no oigan, y su corazón no comprenda, y no se conviertan, y yo no los cure. Felices, en cambio, los ojos de ustedes, porque ven; felices sus oídos, porque oyen. Les aseguro que muchos profetas y justos desearon ver lo que ustedes ven y no lo vieron; oír lo que ustedes oyen, y no lo oyeron.

COMENTARIO

a) «¿Por qué les hablas en parábolas?». Las parábolas de Jesús tienen claridad y pedagogía para hacer entender su intención a todos. Menos a los que no quieren entenderla.

¿Por qué unos entienden y otros no? Las parábolas pueden resultar sencillas de entender o impenetrables... Jesús habla de personas que oyen pero no entienden, y miran pero no ven: la explicación es que «son duros de oído y han cerrado los ojos para no ver ni oír ni entender ni convertirse».

En el fondo, la conducta de cada uno y las actitudes que ha tomado ya previamente, son las que deciden si ve o no ve, si quiere ver o no. Cada persona es responsable de captar el don de Dios, acogerlo o rechazarlo.

b) Es de suponer que Jesús nos puede dirigir a nosotros la bienaventuranza: «dichosos vuestros ojos porque ven y vuestros oídos porque oyen». Los ojos de los sencillos son los que descubren los misterios del Reino. No los ojos de los orgullosos o complicados.

Hemos recibido de Dios el don de la fe y con sencillez intentamos responder a ese don desde nuestra vida. Nos hemos enterado del proyecto de salvación de Cristo y lo estamos siguiendo.

Pero también podemos hacer ver que no oímos o que no entendemos, porque, en el fondo, no nos interesa aceptar el contenido de lo que oímos o de lo que vemos. Y no hay peor sordo que el no quiere oír, ni peor ciego que el que no quiere ver.

¿Hacemos caso, cada día, de la Palabra que oímos (leemos) ? ¿Nos dejamos interpelar por ella también cuando resulta exigente y va contra la corriente de este mundo o contra los propios gustos? Nosotros, que hemos recibido más gracias de Dios que otros muchos, deberíamos ser también mucho más generosos en nuestra aceptación de su semilla y dar más frutos que otros. Si tomásemos en serio las lecturas, nuestra vida sería bastante distinta.

J. ALDAZABAL
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 5
Tiempo Ordinario. Semanas 10-21
Barcelona 1997. Págs. 179-183
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miércoles, 22 de julio de 2009

MARÍA MAGDALENA, MENSAJERA DE LA PASCUA

¡Amor y paz!

Hoy celebra la Iglesia la memoria de Santa María Magdalena. Sobre ella han escrito los cuatro evangelistas, aunque hoy contemplamos la versión de Juan. Por boca de María la comunidad recibe la noticia de la resurrección de Jesús. Ella, que lo ha visto, se convierte en mensajera. Su anuncio parte de la experiencia personal de Jesús y del mensaje que él le comunica. Con este mensaje va a comenzar la nueva comunidad de hermanos, cuyo centro será el Señor.

Dios los bendiga…

Evangelio según San Juan 20,1-2.11-18.

El primer día de la semana, de madrugada, cuando todavía estaba oscuro, María Magdalena fue al sepulcro y vio que la piedra había sido sacada. Corrió al encuentro de Simón Pedro y del otro discípulo al que Jesús amaba, y les dijo: "Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto". María se había quedado afuera, llorando junto al sepulcro. Mientras lloraba, se asomó al sepulcro y vio a dos ángeles vestidos de blanco, sentados uno a la cabecera y otro a los pies del lugar donde había sido puesto el cuerpo de Jesús. Ellos le dijeron: "Mujer, ¿por qué lloras?". María respondió: "Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto". Al decir esto se dio vuelta y vio a Jesús, que estaba allí, pero no lo reconoció. Jesús le preguntó: "Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas?". Ella, pensando que era el cuidador de la huerta, le respondió: "Señor, si tú lo has llevado, dime dónde lo has puesto y yo iré a buscarlo". Jesús le dijo: "¡María!". Ella lo reconoció y le dijo en hebreo: "¡Raboní!", es decir "¡Maestro!". Jesús le dijo: "No me retengas, porque todavía no he subido al Padre. Ve a decir a mis hermanos: 'Subo a mi Padre, el Padre de ustedes; a mi Dios, el Dios de ustedes'". María Magdalena fue a anunciar a los discípulos que había visto al Señor y que él le había dicho esas palabras.

COMENTARIO

La memoria de María Magdalena está asociada indisolublemente a la de la resurrección de Jesús, pues ella fue, como leemos hoy en el evangelio de Juan, y como testimonian los otros evangelistas, la que primero llevó a los discípulos la gran noticia del hallazgo de la tumba vacía donde había sido colocado el cuerpo sin vida del Señor.

En épocas distintas de la historia de la Iglesia se ha manifestado fuertemente la admiración por esta mujer, que de pecadora se hizo penitente y santa y que, confundida con otras mujeres que aparecen en los evangelios, manifestó al Señor un amor rendido y tierno, capaz de expresarse en gestos atrevidos que escandalizaron a sus contemporáneos y que nos inspiran a nosotros.

El evangelio nos presenta a la santa junto al sepulcro de Jesús. Sólo encuentra dos ángeles que le preguntan por qué llora, lo mismo que un hombre a quien ella toma por el guardián del huerto. A todos les responde que llora por su Señor, porque no sabe dónde está, donde lo han colocado. Ella está dispuesta a buscarlo hasta el fin. Sólo la voz de Jesús le revela el misterio de la tumba vacía: su Señor ha resucitado, la llama por su nombre y le encarga la misión de anunciar a los discípulos su ascensión hacia el Padre. La pecadora penitente se convierte en mensajera, misionera de la resurrección, apóstol de los apóstoles.

¿Estamos muy seguros de haber encontrado a Jesús en nuestras vidas? ¿No nos hará falta un poco de la pasión y de la ternura con que lo amó y buscó la Magdalena hasta encontrarlo? ¿No estará oculto, vestido de hortelano, de pobre trabajador, de persona sencilla, muy cerca de nosotros, sin que lo hayamos reconocido? Si le reconociéramos en nuestros hermanos, seríamos capaces de convertirnos en mensajeros de su victoria sobre el pecado y la muerte, sobre el dolor, la ausencia y las lágrimas. Seríamos sus entusiastas mensajeros.

Diario Bíblico. Cicla (Confederación Internacional Claretiana de Latinoamérica).
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martes, 21 de julio de 2009

LA VERDADERA FAMILIA DE JESÚS

¡Amor y paz!

Jesús no niega hoy (martes XVI del T.O.) los valores de la familia humana, pero sí destaca que la Iglesia no está limitada a un pueblo, Israel, sino que todos los que creen en Él, y cumplen la voluntad de su Padre, son su nueva familia.

Dios los bendiga…

Evangelio según San Mateo 12,46-50.

Todavía estaba hablando a la multitud, cuando su madre y sus hermanos, que estaban afuera, trataban de hablar con él. Alguien le dijo: "Tu madre y tus hermanos están ahí afuera y quieren hablarte". Jesús le respondió: "¿Quién es mí madre y quiénes son mis hermanos?". Y señalando con la mano a sus discípulos, agregó: "Estos son mi madre y mis hermanos. Porque todo el que hace la voluntad de mi Padre que está en el cielo, ese es mi hermano, mi hermana y mi madre".

COMENTARIO

Jesús se encuentra en la sinagoga enseñando a la gente. De pronto, su familia viene a buscarlo. Ellos se quedan afuera y lo mandan llamar. Esperan que Él abandone su actividad para que salga a atenderlos. Jesús da una respuesta absolutamente inesperada. Pone su comunidad de discípulos por encima de la parentela. En una sociedad en la que prevalecían los lazos de sangre esto era algo absolutamente alarmante.

La actitud de Jesús está en coherencia con lo que él mismo ha exigido a sus discípulos: total independencia ante la familia y absoluta disponibilidad para anunciar el evangelio.

Jesús ha tomado el arado y no mira para atrás. No espera que sus progenitores fallezcan para comenzar la misión. La urgencia de la evangelización lo lanza a organizar un grupo de personas que como Él estén dispuestos a dejarlo todo para anunciar el Reinado de Dios.


La actitud libre y disponible de Jesús crea una nueva familia. Esta no se basa en los lazos de sangre ni en la necesidad de supervivencia. Su fundamento es el compromiso radical por realizar la voluntad de Dios entre los seres humanos. Aquellas personas capaces de supeditar otras actividades para priorizar el anuncio del Reino son los nuevos hermanos y hermanas de Jesús, la nueva familia de Dios.

Actualmente queremos que nuestras iglesias sean verdaderas familias. Sin embargo, la realidad nos muestra lo contrario. Muchas iglesias sólo son conglomerados de personas que se reúnen eventualmente para asistir a una función litúrgica. Jesús hoy nos llama a que convirtamos las masas anónimas en comunidades de hermanos.

Servicio Bíblico Latinoamericano
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lunes, 20 de julio de 2009

¿NUESTRA FE DEPENDE DE LOS MILAGROS?

¡Amor y paz!

¿Si Dios no nos hace milagros no creemos? Como los fariseos, seguimos pidiendo signos. ¿A tantos hechos sobrenaturales tanta fe? Y el día en que el milagro no se nos conceda, ¿hasta ahí hubo fe?

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio, en este lunes XVI del tiempo ordinario.

Dios los bendiga…

Evangelio según San Mateo 12,38-42.

Entonces algunos escribas y fariseos le dijeron: "Maestro, queremos que nos hagas ver un signo". El les respondió: "Esta generación malvada y adúltera reclama un signo, pero no se le dará otro que el del profeta Jonás. Porque así como Jonás estuvo tres días y tres noches en el vientre del pez, así estará el Hijo del hombre en el seno de la tierra tres días y tres noches. El día del Juicio, los hombres de Nínive se levantarán contra esta generación y la condenarán, porque ellos se convirtieron por la predicación de Jonás, y aquí hay alguien que es más que Jonás. El día del Juicio, la Reina del Sur se levantará contra esta generación y la condenará, porque ella vino de los confines de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón, y aquí hay alguien que es más que Salomón.

COMENTARIO

a) A Jesús no le gustaba que le pidieran milagros. Los hacía con frecuencia, por compasión con los que sufrían y para mostrar que era el enviado de Dios y el vencedor de todo mal. Pero no quería que la fe de las personas se basara únicamente en las cosas maravillosas, sino, más bien, en su palabra: «si no veis signos, no creéis» (Jn 4,48).

Además, los letrados y fariseos que le piden un milagro ya habían visto muchos y no estaban dispuestos a creer en él, porque cuando uno no quiere oír el mensaje, no acepta al mensajero. Le interpretaban todo mal, incluso los milagros: los hacía «apoyado en el poder del demonio». No hay peor ciego que el que no quiere ver.

Jesús apela, esta vez, al signo de Jonás, que se puede entender de dos maneras. Ante todo, por lo de los tres días: como Jonás estuvo en el vientre del cetáceo tres días, así estará Jesús en «el seno de la tierra» y luego resucitará. Ese va a ser el gran signo con que Dios revelará al mundo quién es Jesús. Pero la alusión a Jonás le sirve a Jesús para deducir otra consecuencia: al profeta del AT le creyeron los habitantes de una ciudad pagana, Nínive, y se convirtieron, mientras que a él no le acaban de creer, y eso que «aquí hay uno que es más que Jonás» y «uno que es más que Salomón», al que vino a visitar la reina de Sabá atraída por su fama.

b) Nosotros tenemos la suerte del don de la fe. Para creer en Cristo Jesús no necesitamos milagros nuevos. Los que nos cuenta el evangelio, sobre todo el de la resurrección del Señor, justifican plenamente nuestra fe y nos hacen alegrarnos de que Dios haya querido intervenir en nuestra historia enviándonos a su Hijo.

No somos, como los fariseos, racionalistas que exigen demostraciones y, cuando las reciben, tampoco creen, porque las pedían más por curiosidad que para creer. No somos como Tomás: «si no lo veo, no lo creo». La fe no es cosa de pruebas exactas, ni se apoya en nuevas apariciones ni en milagros espectaculares o en revelaciones personales. Jesús ya nos alabó hace tiempo: «dichosos los que crean sin haber visto».

Nuestra fe es confianza en Dios, alimentada continuamente por esa comunidad eclesial a la que pertenecemos y que, desde hace dos mil años, nos transmite el testimonio del Señor Resucitado. La fe, como la describe el Catecismo, «es la respuesta del hombre a Dios que se revela y se entrega a él, dando al mismo tiempo una luz sobreabundante al hombre que busca el sentido último de su vida» (CEC 26).

El gran signo que Dios ha hecho a la humanidad, de una vez por todas, se llama Cristo Jesús. Lo que ahora sucede es que cada día, en el ámbito de la Iglesia de Cristo, estamos recibiendo la gracia de su Palabra y de sus Sacramentos, y, sobre todo, estamos siendo invitados a la mesa eucarística, donde el mismo Señor Resucitado se nos da como alimento de vida verdadera y alegría para seguir su camino.

J. ALDAZABAL
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 5
Tiempo Ordinario. Semanas 10-21
Barcelona 1997. Págs. 166-170
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domingo, 19 de julio de 2009

JESÚS SE COMPADECE DE QUIENES ANDAN COMO OVEJAS SIN PASTOR

¡Amor y paz!

Hace ocho días, Jesús envió a sus apóstoles y hoy los acoge cuando están de regreso. El Pastor recibe a los pastores, se compadece de ellos y los envía a descansar. Pero también siente compasión de la multitud, porque “eran como ovejas sin pastor” y entonces se pone a enseñarles.

Hoy, muchos están en iguales o peores condiciones que aquella multitud de la que nos habla el evangelista Marcos, hoy domingo (XVI del T.O.): deambulan de aquí para allá sin un sentido para vivir y sufren en soledad la incomprensión de sus hermanos.

Es un llamado urgente a hombres y mujeres, nobles y generosos, para que sientan compasión y actúen en favor de tantos y tantos que andan sin guía por el mundo y los conduzcan a Jesús, el Buen Pastor.

Dios los bendiga…

EVANGELIO SEGÚN SAN MARCOS 6,30-34.

Los Apóstoles se reunieron con Jesús y le contaron todo lo que habían hecho y enseñado. El les dijo: "Vengan ustedes solos a un lugar desierto, para descansar un poco". Porque era tanta la gente que iba y venía, que no tenían tiempo ni para comer. Entonces se fueron solos en la barca a un lugar desierto. Al verlos partir, muchos los reconocieron, y de todas las ciudades acudieron por tierra a aquel lugar y llegaron antes que ellos. Al desembarcar, Jesús vio una gran muchedumbre y se compadeció de ella, porque eran como ovejas sin pastor, y estuvo enseñándoles largo rato.

COMENTARIO

¿En qué consiste este "compadecerse" de Jesús por la gran muchedumbre? Hay compasión y com-pasión. Una es sentir lástima por el que sufre, humillando al otro con una mirada de conmiseración. La otra, la auténtica com-pasión evangélica, es sentir y sufrir con el otro; es hacer propios los sufrimientos de los demás. No es compadecer «a» los demás, sino "padecer-con", «sentir-con-los-otros».

Jesús, el Buen Pastor, llevó esta su actitud de sufrir-con-el-otro hasta el extremo: da su vida por las ovejas, muere por ellas, en lugar de ellas y para ellas.

El evangelio de hoy nos muestra a Jesús en dos gestos de genuina y auténtica com-pasión: con los apóstoles, invitándolos a un justo descanso; con el pueblo hambriento, alimentándolo con su Palabra y después con pan y peces, como veremos en los próximos domingos.

Ahora podemos cerrar los ojos por un instante y pensar, ver, sentir a todo nuestro pueblo, sobre todo al que sufre, al que lucha por sus justas reivindicaciones, al que camina, se ilusiona y se frustra, al que está disperso como un rebaño sin pastor.

¿Nos sentimos parte de ese pueblo? ¿Dónde termina lo que llamamos «nuestra» comunidad? ¿Qué significa para nosotros, cristianos que vamos a misa, vivir aquí y ahora, en cada país, en cada ciudad, en cada comunidad? ¿Qué estamos dispuestos a sacrificar por los hermanos necesitados? ¿No hemos descansado ya lo suficiente en el reducto de nuestro hogar y de nuestro pequeño círculo laboral como para que miremos a quienes se están preguntando si Cristo los tiene olvidados?



Con algunas ideas de : SANTOS BENETTI. EL PROYECTO CRISTIANO. Ciclo B. 3ºEDICIONES PAULINAS. MADRID 1978. Págs. 135 ss. http://www.mercaba.org/

sábado, 18 de julio de 2009

JESÚS PROPONE, PERO NO IMPONE

¡Amor y paz!

Los invito, hermanos, a que lean y mediten el Evangelio, en este sábado de la XV Semana del Tiempo Ordinario.

Dios los bendiga…

Evangelio según San Mateo 12,14-21.

En seguida los fariseos salieron y se confabularon para buscar la forma de acabar con él. Al enterarse de esto, Jesús se alejó de allí. Muchos lo siguieron, y los curó a todos. Pero él les ordenó severamente que no lo dieran a conocer, para que se cumpliera lo anunciado por el profeta Isaías: Este es mi servidor, a quien elegí, mi muy querido, en quien tengo puesta mi predilección. Derramaré mi Espíritu sobre él y anunciará la justicia a las naciones. No discutirá ni gritará, y nadie oirá su voz en las plazas. No quebrará la caña doblada y no apagará la mecha humeante, hasta que haga triunfar la justicia; y las naciones pondrán la esperanza en su Nombre.

COMENTARIO

La posición de Jesús en torno al sábado provoca la confabulación de los fariseos, que quieren acabar con Él. Entonces, se retira, pero sigue actuando, curando en un día en que estaba prohibido hacerlo. Se nota aquí el contraste entre quienes buscan matar y quien defiende la vida, entre quienes defienden la norma y quien se interesa por el bien del hombre.

Jesús sigue asistiendo a los seres humanos necesitados y promoviendo el cambio de las mentalidades, pero no quiere que se hable aún de sus milagros ni del misterio de su persona.

Atentan contra su integridad y tiene que evadirse. ¿Es esta actitud un signo de fracaso o de resignación derrotista? El evangelista Mateo contesta a esta pregunta con la más larga cita del Antiguo Testamento, -del profeta Isaías-:

-"Este es mi servidor (…) anunciará la justicia a las naciones. No discutirá ni gritará, y nadie oirá su voz en las plazas. No quebrará la caña doblada y no apagará la mecha humeante, hasta que haga triunfar la justicia (…)”.

Esto significa que Jesús no es un agitador político ni un líder militar. Su misión no se realiza con las armas ni con la fuerza. Así lo ratificará más tarde, ante Pilatos:

«Mi Reino no es de este mundo. Si mi Reino fuera de este mundo, mis seguidores habrían luchado para que no cayera en manos de los judíos. Pero no, mi Reino no es de aquí» (Jn 18, 33ss).

Si Jesús no utiliza las armas para confrontar con los que ostentan el poder, tampoco implanta la justicia arrollando al débil. Su estilo emana del Espíritu que ha sido derramado sobre Él: suavidad y mansedumbre con lo débil y vacilante, y su acción está orientada a curar, enderezar, revivir y ayudar al menesteroso.

En síntesis, Jesús plantea cambiar la concepción y práctica de la ley de Moisés para establecer la justicia, a través del amor por los hermanos, que nace del amor de Dios. Una nueva forma de ser y de vivir que Jesús nos propone, pero no nos impone.

viernes, 17 de julio de 2009

“YO QUIERO MISERICORDIA Y NO SACRIFICIOS”

¡Amor y paz!

Los invito, hermanos, a leer y luego a meditar el Evangelio, hoy viernes de la XV Semana del Tiempo Ordinario.

Evangelio según San Mateo 12,1-8.

En aquel tiempo, Jesús atravesaba unos sembrados y era un día sábado. Como sus discípulos sintieron hambre, comenzaron a arrancar y a comer las espigas. Al ver esto, los fariseos le dijeron: "Mira que tus discípulos hacen lo que no está permitido en sábado". Pero él les respondió: "¿No han leído lo que hizo David, cuando él y sus compañeros tuvieron hambre, cómo entró en la Casa de Dios y comieron los panes de la ofrenda, que no les estaba permitido comer ni a él ni a sus compañeros, sino solamente a los sacerdotes? ¿Y no han leído también en la Ley, que los sacerdotes, en el Templo, violan el descanso del sábado, sin incurrir en falta? Ahora bien, yo les digo que aquí hay alguien más grande que el Templo. Si hubieran comprendido lo que significa: Yo quiero misericordia y no sacrificios, no condenarían a los inocentes. Porque el Hijo del hombre es dueño del sábado".

COMENTARIO

Las normas están hechas para facilitar la convivencia y el ejercicio de nuestros derechos y obligaciones. Sin embargo, los judíos de la época de Jesús tenían tantas disposiciones, muchas veces muy intransigentes, que terminaban oprimiéndolos. Por esto, el Señor aclara el sentido de las mismas: deben estar al servicio del hombre y no al revés, el hombre al servicio de las normas.

Y algo central: Jesús insiste en que el primer
mandamiento es amar a Dios y a nuestros hermanos y por eso nos pide comprender bien lo que significa la voluntad divina expresada ya en el Antiguo Testamento: “Yo quiero misericordia y no sacrificios”.

Así como las normas del Estado pueden pasar por alto que están hechas para el servicio del hombre, lo mismo puede ocurrir con las que regulan lo religioso. De tal manera, nos podemos quedar en la observación de formalismos y de normas cultuales y olvidar lo verdaderamente importante: que el culto grato a Dios es la práctica de la misericordia.

¿Para qué tantas devociones, genuflexiones e incienso si no ejercemos la fraternidad?

Dios los bendiga…

jueves, 16 de julio de 2009

“VENGAN A MÍ LOS QUE ESTÁN AFLIGIDOS Y YO LOS ALIVIARÉ”

¡Amor y paz!

En un magnánimo gesto de compasión y misericordia con los hombres de todos los tiempos, Jesús se ofrece a aliviar las cargas de los que están afligidos y agobiados.

¡Cuántos hermanos nuestros necesitan con urgencia ser consolados! ¡Cuántos padecen grandes dolores! ¡Cuántos se hunden en la incomprensión y la soledad! ¡Cuántos buscan donde jamás encontrarán el verdadero alivio para sus penas! ¡Cuántos de los que se dicen cristianos están dispuestos a actuar como Cristo con los hermanos que sufren!


En este jueves de la 15a. semana del tiempo ordinario, también celebramos la fiesta de la Virgen del Carmen, a quien pedimos su maternal bendición…

Evangelio según San Mateo 11,28-30.

"Vengan a mí todos los que están afligidos y agobiados, y yo los aliviaré. Carguen sobre ustedes mi yugo y aprendan de mí, porque soy paciente y humilde de corazón, y así encontrarán alivio. Porque mi yugo es suave y mi carga liviana".

COMENTARIO

Escuchando este Evangelio, pienso en los judíos muertos en las cámaras de gas durante la segunda guerra mundial, en los millones de esclavos a quienes no se les ha permitido ser libres, en tantos obreros de la industria moderna que son explotados injustamente, en los indígenas maltratados y marginados en sus propios países, en las gentes que llenan tantos campos de refugiados a lo largo y ancho del mundo, en los que sufren y mueren en soledad en los hospitales, en los niños y niñas que son explotados sexualmente, en los drogadictos que han encontrado su infierno particular huyendo posiblemente de otros infiernos.
Todos estos y muchos más, tienen el derecho a sentir estas palabras de Jesús como dirigidas a ellos. Ellos son los últimos de nuestro mundo. Ellos son aquellos a los que ha tocado la peor parte en la herencia. Ellos realmente merecen encontrar consuelo y descanso en el Reino de Dios. Ellos tienen que ser los primeros en entrar en la casa del Padre. ¿Qué podría hacer para que estas palabras llegasen a sus destinatarios?

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SERVICIO BIBLICO LATINOAMERICANO

miércoles, 15 de julio de 2009

DIOS SE REVELA A LA GENTE SENCILLA

¡Amor y paz!

El Evangelio nos afirma hoy (miércoles 15º. del T. O.) que Dios se revela a la gente sencilla, a los que Jesús llama ‘pequeños’. Antes habíamos dicho que mientras el corazón del hombre estuviera lleno de sí mismo, no habría espacio para Dios. Es una invitación a practicar la humildad y a rechazar la soberbia, incluso la que genera el saber.

Dios los bendiga…

Evangelio según San Mateo 11,25-27.

En esa oportunidad, Jesús dijo: "Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, por haber ocultado estas cosas a los sabios y a los prudentes y haberlas revelado a los pequeños. Sí, Padre, porque así lo has querido. Todo me ha sido dado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo sino el Padre, así como nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.

COMENTARIO

a) Las personas sencillas, las de corazón humilde, son las que saben entender los signos de la cercanía de Dios. Lo afirma Jesús, por una parte, dolorido, y por otra, lleno de alegría.
Cuántas veces aparece en la Biblia esta convicción. A Dios no lo descubren los sabios y los poderosos, porque están demasiado llenos de sí mismos. Sino los débiles, los que tienen un corazón sin demasiadas complicaciones.

Entre «estas cosas» que no entienden los sabios está, sobre todo, quién es Jesús y quién es el Padre. Pero la presencia de Jesús en nuestra historia sólo la alcanzan a conocer los sencillos, aquellos a los que Dios se lo revela.

b) En el evangelio podemos constatar continuamente este hecho. Cuando nació Jesús en Belén, le acogieron María y José, sus padres, una humilde pareja de jóvenes judíos; los pastores, los magos de tierras lejanas y los ancianos Simeón y Ana. Los «sabios y entendidos», las autoridades civiles y religiosas, no lo recibieron.

A lo largo de su vida se repite la escena. La gente del pueblo alaba a Dios, porque comprenden que Jesús sólo puede hacer lo que hace si viene de Dios. Mientras que los letrados y los fariseos buscan mil excusas para no creer.

La pregunta vale para nosotros: ¿somos humildes, sencillos, conscientes de que necesitamos la salvación de Dios? ¿o, más bien, retorcidos y pagados de nosotros mismos, «sabios y entendidos», que no necesitamos preguntar porque lo sabemos todo, que no necesitamos pedir, porque lo tenemos todo? Cuántas veces la gente sencilla ha llegado a comprender con serenidad gozosa los planes de Dios y los aceptan en su vida, mientras que nosotros podemos perdernos en teologías y razonamientos. La oración de los sencillos es más entrañable y, seguramente, llega más al corazón de Dios que nuestros discursos eruditos de especialistas.

Nos convendría a todos tener unos ojos de niño, un corazón más humilde, unos caminos menos retorcidos, en nuestro trato con las personas y, sobre todo, con Dios. Y saberles agradecer, a Dios y los demás, tantos dones como nos hacen. Siguiendo el estilo de Jesús y el de María, su Madre, que alabó a Dios porque había puesto los ojos en la humildad de su sierva.

J. ALDAZABAL
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 5
Tiempo Ordinario. Semanas 10-21
Barcelona 1997. Págs. 149-152
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martes, 14 de julio de 2009

JESÚS RECRIMINA A QUIEN NO SE CONVIERTE

¡Amor y paz!

La fe es un don y una tarea. Es, en efecto, un regalo de Dios, un privilegio que Él nos otorga. Debemos reconocerlo. Pero así mismo, la fe es una tarea: es necesario abonar, cuidar, regar esa semillita que el Señor coloca en nuestro corazón, para que algún día sea un gran árbol y cobije a muchos.

Bastantes tuvieron, en la época de Cristo, el privilegio de oír su Palabra, de comprobar sus milagros, de presenciar sus modos de actuar y, sin embargo, no creyeron ni se convirtieron. Por eso, según nos relata el Evangelio de hoy (martes 15º. del T.O.), Él los recrimina.

A propósito, recordemos otro aparte del Evangelio que dice: “Al que mucho se le da, se le exigirá mucho; y al que mucho se le confía, se le exigirá mucho más”. (Lc 12, 39-48). ¿Tendrá el Señor que recriminarnos?


Dios los bendiga…

Evangelio según San Mateo 11,20-24.

Entonces Jesús comenzó a recriminar a aquellas ciudades donde había realizado más milagros, porque no se habían convertido. "¡Ay de ti, Corozaín! ¡Ay de ti, Betsaida! Porque si los milagros realizados entre ustedes se hubieran hecho en Tiro y en Sidón, hace tiempo que se habrían convertido, poniéndose cilicio y cubriéndose con ceniza. Yo les aseguro que, en el día del Juicio, Tiro y Sidón serán tratadas menos rigurosamente que ustedes. Y tú, Cafarnaún, ¿acaso crees que serás elevada hasta el cielo? No, serás precipitada hasta el infierno. Porque si los milagros realizados en ti se hubieran hecho en Sodoma, esa ciudad aún existiría. Yo les aseguro que, en el día del Juicio, la tierra de Sodoma será tratada menos rigurosamente que tú".

COMENTARIO

a) Lo que decía ayer Jesús de que no había venido a traer paz, sino espadas y división, se ve claramente en la página siguiente del evangelio.
Tres de las ciudades -Betsaida, Corozaín, Cafarnaúm-, en torno al lago de Genesaret, que tenían que haber creído en él, porque escuchaban su predicación y veían continuamente sus signos milagrosos, se resisten. Jesús se lamenta de ellas. Las compara con otras ciudades con fama de impías, o por paganas (Tiro y Sidón) o por la corrupción de sus costumbres (Sodoma), y asegura que esas ciudades «malditas» serán mejor tratadas que las que ahora se niegan a reconocer en Jesús al enviado de Dios.
En otra ocasión Jesús alabó a la ciudad pagana de Nínive, porque acogió la predicación de Jonás y se convirtió al Señor. Mientras que el pueblo elegido siempre se mostró reacio y duro de cerviz.


b) Los que pertenecemos a la Iglesia de Jesús, podemos compararnos a las ciudades cercanas a Jesús. Por ejemplo, a Cafarnaúm, a la que el evangelio llama «su ciudad».

Somos testigos continuos de sus gracias y de su actuación salvadora.
¿Podríamos asegurar que creemos en Jesús en la medida que él espera de nosotros?
Los regalos y las gracias que se hacen a una persona son, a la vez, don y compromiso. Cuanto más ha recibido uno, más tiene que dar. Nosotros somos verdaderamente ricos en gracias de Dios, por la formación, la fe, los sacramentos, la comunidad cristiana. ¿De veras nos hemos «convertido» a Jesús, o sea, nos hemos vuelto totalmente a él, y hemos organizado nuestra vida según su proyecto de vida?

¿O, tal vez, otras muchas personas, si hubieran sido tan privilegiadas en gracias como nosotros, le hubieran respondido mejor?


J. ALDAZABAL
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 5
Tiempo Ordinario. Semanas 10-21
Barcelona 1997. Págs. 145-148
http://www.mercaba.org/

lunes, 13 de julio de 2009

«EL QUE PIERDA SU VIDA POR MÍ, LA ENCONTRARÁ»

¡Amor y paz!

Las duras frases que utiliza Jesús hoy (Lunes 15º. del T.O.) nos pueden parecer contradictorias, porque esta vez Él nos habla de espada, de enfrentamiento, de enemistad. Sin embargo, no deben tomarse al pie de la letra y menos deben guiarnos para justificar un posible temperamento desabrido o violento hacia las personas con quienes convivimos.

No, estas frases se refieren a ciertas circunstancias en nuestra existencia, en las que hay que decidirse y tomar partido por Dios y por su causa, por Jesús: ser buen cristiano y seguir a Jesús, puede provocar la oposición de nuestros parientes y amigos. En todo caso, ¡Jesús nos pide que seamos capaces de preferirlo!


Y, como veíamos ayer domingo, el seguidor de Cristo, deber ser libre y optar por Jesús en libertad. Optar significa que no seamos ‘cristianos de domingo’, para luego engañar en nuestro trabajo, defraudar a nuestros amigos o servirnos de nuestros familiares para lo que nos interesa. Ser cristiano, día a día y minuto a minuto es el desafío que nos lanza Jesús.


Dios los bendiga…

Evangelio según San Mateo 10,34-42.11,1.

No piensen que he venido a traer la paz sobre la tierra. No vine a traer la paz, sino la espada. Porque he venido a enfrentar al hijo con su padre, a la hija con su madre y a la nuera con su suegra; y así, el hombre tendrá como enemigos a los de su propia casa. El que ama a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí; y el que ama a su hijo o a su hija más que a mí, no es digno de mí. El que no toma su cruz y me sigue, no es digno de mí. El que encuentre su vida, la perderá; y el que pierda su vida por mí, la encontrará. El que los recibe a ustedes, me recibe a mí; y el que me recibe, recibe a aquel que me envió. El que recibe a un profeta por ser profeta, tendrá la recompensa de un profeta; y el que recibe a un justo por ser justo, tendrá la recompensa de un justo. Les aseguro que cualquiera que dé de beber, aunque sólo sea un vaso de agua fresca, a uno de estos pequeños por ser mi discípulo, no quedará sin recompensa". Cuando Jesús terminó de dar estas instrucciones a sus doce discípulos, partió de allí, para enseñar y predicar en las ciudades de la región.

COMENTARIO

a) Terminamos hoy la lectura del «discurso de la misión», el capítulo 10 de Mateo.
Y lo hacemos con unas afirmaciones paradójicas de Jesús: él ha venido, no a traer paz, sino espadas y divisiones en la familia; hay que amarlo más a él que a los propios padres; el que busque con sus cálculos conservar su vida, la perderá; hay que cargar la cruz al hombro para ser dignos de él.

La página termina con una alabanza a quienes reciban a los que Jesús ha enviado como misioneros y evangelizadores: «el que os recibe a vosotros, me recibe a mí... y no perderá su paga, os lo aseguro». Aunque sólo sea un vaso de agua lo que les hayan dado.

b) Ciertamente, aquí Jesús no se desdice de las recomendaciones de paz que había hecho, ni de las bienaventuranzas con que ensalzaba a los pacíficos y misericordiosos, ni del mandamiento de amar a los padres. Lo que está afirmando es que seguirle a él comporta una cierta violencia: espadas, división en la familia, opciones radicales, renuncia a cosas que apreciamos, para conseguir otras que valen más. No es que quiera dividir: pero a los creyentes, su fe les va a acarrear, con frecuencia, incomprensión y contrastes con otros miembros de la familia o del grupo de amigos.

Hay muchas personas que aceptan renuncias por amor, o por interés (comerciantes, deportistas), o por una noble generosidad altruista (en ayuda del Tercer Mundo). Los cristianos, además, lo hacen por la opción que han hecho de seguir el estilo evangélico de Jesús.

Ya se lo había anunciado el anciano Simeón a María, la madre de Jesús: su hijo sería bandera discutida y signo de contradicción. Y lo dijo también el mismo Jesús: el Reino de Dios padece violencia y sólo los «violentos» lo consiguen.

La fe, si es coherente, no nos deja «en paz». Nos pone ante opciones decisivas en nuestra vida. Ser cristianos -seguidores de Jesús- no es fácil y supone saber renunciar a las tentaciones fáciles en los negocios, o en la vida sexual. No es que dejemos de amar a los familiares. Pero, por encima de todo, amamos a Dios. Ya en el Antiguo Testamento el primer mandamiento era el de «amar a Dios sobre todas las cosas».

Dejémonos animar por la recomendación que hace Jesús a quienes acojan a los enviados por él. Hasta un vaso de agua dado en su nombre tendrá su premio. Al final, resultará que la cosa se decide por unos detalles entrañables: un vaso de agua como signo de generosidad para con los que evangelizan este mundo.

J. ALDAZABAL
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 5
Tiempo Ordinario. Semanas 10-21
Barcelona 1997. Págs. 140-144
http://www.mercaba.org/

domingo, 12 de julio de 2009

EL MISIONERO NECESITA SER LIBRE

¡Amor y paz!

¡Cómo es de difícil ser libres! La búsqueda y disfrute de las riquezas, de los placeres y del poder nos pueden enceguecer y esclavizar. Sin embargo, Dios intervino en la historia para liberar al hombre: Abraham fue liberado de lo que lo ataba a la tierra, a la casa, a las costumbres, incluso a la familia…; el pueblo israelita fue liberado de la esclavitud del Faraón, y así, a lo largo de la historia de salvación. Con su pasión, muerte y resurrección, Jesús nos libera de la muerte y del pecado, causa de toda esclavitud.

El discípulo tiene la tarea de seguir la misma misión del Maestro, pero ¿cómo es posible ser misioneros de liberación si no somos libres? El discípulo misionero sólo debe poner su confianza en la Palabra de Dios.

Hoy Domingo XV del Tiempo Ordinario, el evangelista san Marcos nos dice a su manera lo que habíamos leído en san Mateo recientemente.

Dios los bendiga…

Evangelio según San Marcos 6,7-13.

Entonces llamó a los Doce y los envió de dos en dos, dándoles poder sobre los espíritus impuros. Y les ordenó que no llevaran para el camino más que un bastón; ni pan, ni alforja, ni dinero; que fueran calzados con sandalias, y que no tuvieran dos túnicas. Les dijo: "Permanezcan en la casa donde les den alojamiento hasta el momento de partir. Si no los reciben en un lugar y la gente no los escucha, al salir de allí, sacudan hasta el polvo de sus pies, en testimonio contra ellos". Entonces fueron a predicar, exhortando a la conversión; expulsaron a muchos demonios y curaron a numerosos enfermos, ungiéndolos con óleo.

COMENTARIO

1. "La misión de la Iglesia se halla todavía en sus comienzos" (Juan Pablo II, Redemptoris Missio 1). Estas palabras pueden ser pronunciadas en cada generación y en cada época histórica, porque es necesario estar siempre comenzando. En efecto, siendo el Evangelio para todos, cuando llegan nuevos hombres a nuestro planeta hay que comenzar con ellos la labor de evangelización. Por otra parte, constatamos que los creyentes en Cristo, después de dos mil años de cristianismo, son aproximadamente el 27% de la población global. Queda, por tanto, un 73% al cual hay que hacer llegar el Evangelio de Jesucristo. ¿No será nuestro siglo XXI la hora de Dios para todos esos pueblos, sobre todo asiáticos, que todavía no conocen a Cristo? Por lo dicho es evidente que todos los cristianos tenemos que vivir "en estado de misión". Los padres de familia son "misioneros" de sus hijos; los maestros de sus alumnos; los médicos y enfermeros de sus pacientes; los voluntarios de aquellos a quienes asisten; los párrocos y sus colaboradores de los fieles de su parroquia... Lo único que en esta hora de Dios no podemos hacer es cruzarnos de brazos, estar sin hacer nada. ¡Sería una postura irresponsable e indigna de un buen cristiano!

2. Libres para la misión. Para ser "misioneros" se requiere ser libres. Libres para aceptar esta dimensión propia de la vocación cristiana; libres para responder a Dios con generosidad, sin ataduras de instintos y pasiones egoístas; libres para seguir dócilmente las luces y los movimientos del Espíritu Santo dentro de nosotros mismos. Se nos pide ser libres de todo apego a los bienes y medios materiales, para presentarnos con el Evangelio puro, sin glosa; libres de todo orgullo y ansia de poder, con la conciencia clara de que somos servidores del hombre. Se nos pide estar únicamente equipados con un gran amor a Jesucristo, nuestro modelo; equipados con el Evangelio hecho vida; equipados con la confianza en Dios y con la esperanza en la acción del Espíritu Santo en el corazón de los hombres.

Con información de: www.agustinosnet.org.mx