¡Amor y paz!
Los invito, hermanos, a leer y meditar la Palabra de Dios y el comentario,
en este martes
de la 2ª semana del Tiempo Ordinario.
Dios
nos bendice...
Primera
lectura
Lectura del primer
libro de Samuel (16,1-13):
En aquellos días, el Señor dijo a Samuel: «¿Hasta cuándo vas a estar lamentándote por Saúl, si yo lo he rechazado como rey de Israel? Llena la cuerna de aceite y vete, por encargo mío, a Jesé, el de Belén, porque entre sus hijos me he elegido un rey.»
Samuel contestó: «¿Cómo voy a ir? Si se entera Saúl, me mata.»
El Señor le dijo: «Llevas una novilla y dices que vas a hacer un sacrificio al Señor. Convidas a Jesé al sacrificio, y yo te indicaré lo que tienes que hacer; me ungirás al que yo te diga.»
Samuel hizo lo que le mandó el Señor. Cuando llegó a Belén, los ancianos del pueblo fueron ansiosos a su encuentro: «¿Vienes en son de paz?»
Respondió: «Sí, vengo a hacer un sacrificio al Señor. Purificaos y venid conmigo al sacrificio.»
Purificó a Jesé y a sus hijos y los convidó al sacrificio. Cuando llegó, vio a Eliab y pensó: «Seguro, el Señor tiene delante a su ungido.»
Pero el Señor le dijo: «No te fijes en las apariencias ni en su buena estatura. Lo rechazo. Porque Dios no ve como los hombres, que ven la apariencia; el Señor ve el corazón.»
Jesé llamó a Abinadab y lo hizo pasar ante Samuel; y Samuel le dijo: «Tampoco a éste lo ha elegido el Señor.»
Jesé hizo pasar a Samá; y Samuel le dijo: «Tampoco a éste lo ha elegido el Señor.»
Jesé hizo pasar a siete hijos suyos ante Samuel; y Samuel le dijo: «Tampoco a éstos los ha elegido el Señor.»
Luego preguntó a Jesé: «¿Se acabaron los muchachos?»
Jesé respondió: «Queda el pequeño, que precisamente está cuidando las ovejas.»
Samuel dijo: «Manda por él, que no nos sentaremos a la mesa mientras no llegue.»
Jesé mandó por él y lo hizo entrar: era de buen color, de hermosos ojos y buen tipo.
Entonces el Señor dijo a Samuel: «Anda, úngelo, porque es éste.»
Samuel tomó la cuerna de aceite y lo ungió en medio de sus hermanos. En aquel momento, invadió a David el espíritu del Señor, y estuvo con él en adelante. Samuel emprendió la vuelta a Ramá.
Palabra de Dios
En aquellos días, el Señor dijo a Samuel: «¿Hasta cuándo vas a estar lamentándote por Saúl, si yo lo he rechazado como rey de Israel? Llena la cuerna de aceite y vete, por encargo mío, a Jesé, el de Belén, porque entre sus hijos me he elegido un rey.»
Samuel contestó: «¿Cómo voy a ir? Si se entera Saúl, me mata.»
El Señor le dijo: «Llevas una novilla y dices que vas a hacer un sacrificio al Señor. Convidas a Jesé al sacrificio, y yo te indicaré lo que tienes que hacer; me ungirás al que yo te diga.»
Samuel hizo lo que le mandó el Señor. Cuando llegó a Belén, los ancianos del pueblo fueron ansiosos a su encuentro: «¿Vienes en son de paz?»
Respondió: «Sí, vengo a hacer un sacrificio al Señor. Purificaos y venid conmigo al sacrificio.»
Purificó a Jesé y a sus hijos y los convidó al sacrificio. Cuando llegó, vio a Eliab y pensó: «Seguro, el Señor tiene delante a su ungido.»
Pero el Señor le dijo: «No te fijes en las apariencias ni en su buena estatura. Lo rechazo. Porque Dios no ve como los hombres, que ven la apariencia; el Señor ve el corazón.»
Jesé llamó a Abinadab y lo hizo pasar ante Samuel; y Samuel le dijo: «Tampoco a éste lo ha elegido el Señor.»
Jesé hizo pasar a Samá; y Samuel le dijo: «Tampoco a éste lo ha elegido el Señor.»
Jesé hizo pasar a siete hijos suyos ante Samuel; y Samuel le dijo: «Tampoco a éstos los ha elegido el Señor.»
Luego preguntó a Jesé: «¿Se acabaron los muchachos?»
Jesé respondió: «Queda el pequeño, que precisamente está cuidando las ovejas.»
Samuel dijo: «Manda por él, que no nos sentaremos a la mesa mientras no llegue.»
Jesé mandó por él y lo hizo entrar: era de buen color, de hermosos ojos y buen tipo.
Entonces el Señor dijo a Samuel: «Anda, úngelo, porque es éste.»
Samuel tomó la cuerna de aceite y lo ungió en medio de sus hermanos. En aquel momento, invadió a David el espíritu del Señor, y estuvo con él en adelante. Samuel emprendió la vuelta a Ramá.
Palabra de Dios
Salmo
Sal 88,20.21-22.27-28
R/. Encontré a David, mi siervo
Un día hablaste en visión a tus amigos:
«He ceñido la corona a un héroe,
he levantado a un soldado sobre el pueblo.» R/.
«Encontré a David, mi siervo,
y lo he ungido con óleo sagrado;
para que mi mano esté siempre con él
y mi brazo lo haga valeroso.» R/.
«Él me invocará: "Tú eres mi padre,
mi Dios, mi Roca salvadora";
y yo lo nombraré mi primogénito,
excelso entre los reyes de la tierra.» R/.
R/. Encontré a David, mi siervo
Un día hablaste en visión a tus amigos:
«He ceñido la corona a un héroe,
he levantado a un soldado sobre el pueblo.» R/.
«Encontré a David, mi siervo,
y lo he ungido con óleo sagrado;
para que mi mano esté siempre con él
y mi brazo lo haga valeroso.» R/.
«Él me invocará: "Tú eres mi padre,
mi Dios, mi Roca salvadora";
y yo lo nombraré mi primogénito,
excelso entre los reyes de la tierra.» R/.
Evangelio
Lectura del santo
evangelio según san Marcos (2,23-28):
Un sábado, atravesaba el Señor un sembrado; mientras andaban, los discípulos iban arrancando espigas.
Los fariseos le dijeron: «Oye, ¿por qué hacen en sábado lo que no está permitido?»
Él les respondió: «¿No habéis leído nunca lo que hizo David, cuando él y sus hombres se vieron faltos y con hambre? Entró en la casa de Dios, en tiempo del sumo sacerdote Abiatar, comió de los panes presentados, que sólo pueden comer los sacerdotes, y les dio también a sus compañeros.»
Y añadió: «El sábado se hizo para el hombre y no el hombre para el sábado; así que el Hijo del hombre es señor también del sábado.»
Palabra del Señor
Un sábado, atravesaba el Señor un sembrado; mientras andaban, los discípulos iban arrancando espigas.
Los fariseos le dijeron: «Oye, ¿por qué hacen en sábado lo que no está permitido?»
Él les respondió: «¿No habéis leído nunca lo que hizo David, cuando él y sus hombres se vieron faltos y con hambre? Entró en la casa de Dios, en tiempo del sumo sacerdote Abiatar, comió de los panes presentados, que sólo pueden comer los sacerdotes, y les dio también a sus compañeros.»
Y añadió: «El sábado se hizo para el hombre y no el hombre para el sábado; así que el Hijo del hombre es señor también del sábado.»
Palabra del Señor
Comentario
1. (año II) 1 Samuel 16,1-13
a) Hoy se nos cuenta -en
una de las varias versiones que existen en los libros históricos de la época-
la elección y unción de David como rey. Samuel recibe el encargo de preparar al
sucesor de Saúl, que todavía seguirá un tiempo en su cargo.
Empieza la historia de
David, «el rey ideal», carismático por excelencia. Uno de los personajes más
importantes de todo el AT, junto con Abrahán y Moisés. El que logró la victoria
contra los filisteos y la unidad territorial y política de Israel.
Lo que más se resalta es
que, sea cual sea la intervención que han tenido los hombres y las
circunstancias, la de David ha sido una elección hecha por Dios, que es el que
guía la historia de su pueblo. Como dice el salmo de hoy, «encontré a David mi
siervo y lo he ungido con óleo sagrado, para que mi mano esté siempre con él».
El fracaso de Saúl se interpreta como castigo de Dios. El éxito de David, como
don gratuito de Dios.
La simpática -y un tanto
novelesca- escena de Samuel en casa de Jesé y su familia nos da a entender, una
vez más, que los caminos de Dios no son como los nuestros. Todos hubieran
apostado por los hermanos mayores, más fuertes y avezados. Nadie contaba con
David. Su padre Jesé por poco se olvida de que existe. Ya iban a empezar a
comer sin él. Pero Samuel espera que llegue el más joven y le unge de parte de
Dios. En aquel momento «el espíritu del Señor invadió a David».
Las bromas de Dios, libre
y sorprendente en sus caminos.
b) También nosotros,
muchas veces, juzgamos por apariencias, por valores externos. El mundo de hoy
aplaude en sus concursos, en sus campeonatos y en sus medios de comunicación a
los fuertes, a los sanos, a los que tienen éxito. Pero Dios aplaude a veces
otros valores. De David no vio si era fuerte o no, sino que vio su corazón.
Sigue siendo actual para
nosotros, si queremos ir consiguiendo la sabiduría de Dios y no la del mundo,
el consejo que se le dio a Samuel: «No mires su apariencia ni su gran
estatura... la mirada de Dios no es como la mirada del hombre, pues el hombre
mira las apariencias, pero el Señor mira el corazón».
Si siguiéramos esta norma,
nos llevaríamos seguramente menos desengaños en la vida. Porque tendemos a
poner nuestras ilusiones y nuestra confianza en ídolos humanos y en
instituciones efímeras. No acabamos de aprender la lección que nos da Dios, que
elige con criterios diversos y que con los medios más pobres y las personas más
débiles según el mundo es capaz de hacer cosas grandes. Como dijo la Virgen
María: «Ha mirado la pequeñez de su sierva y ha hecho en mí cosas grandes».
2. Marcos 2,23-28
a) Ayer el motivo del
altercado fue el ayuno. Hoy, una institución intocable del pueblo de Israel: el
sábado.
El recoger espigas era una
de las treinta y nueve formas de violar el sábado, según las interpretaciones
exageradas que algunas escuelas de los fariseos hacían de la ley. ¿Es lógico
criticar que en sábado se tomen unas espigas y se coman? Jesús aplica un
principio fundamental para todas las leyes: «El sábado se hizo para el hombre y
no el hombre para el sábado».
Trae como argumento la
escena en que David come y da de comer a sus soldados hambrientos los «panes
presentados», de alguna manera sagrados. Una cosa es obedecer a la ley de Dios
y otra, caer en una casuística tan caprichosa que incluso pasa por encima del
bien del hombre. El hombre está siempre en el centro de la doctrina de Jesús.
La ley del sábado había sido dada precisamente a favor de la libertad y de la
alegría del hombre (cf. Deuteronomio 5,12-15).
Además, Jesús lanza
valientemente una de aquellas afirmaciones suyas que tan nerviosos ponían a sus
enemigos: «El Hijo del Hombre es señor también del sábado». No es que Jesús
haya venido a abolir la ley, pero sí a darle pleno sentido. Si todo hombre es
superior al sábado, mucho más el Hijo del Hombre, el Mesías.
b) También nosotros
podemos caer en unas interpretaciones tan meticulosas de la ley que lleguemos a
olvidar el amor. La «letra» puede matar al «espíritu».
La ley es buena y
necesaria. La ley es, en realidad, el camino para llevar a la
práctica el amor. Pero por eso mismo no debe ser absolutizada. El sábado
-para nosotros el domingo- está pensado para el bien del hombre. Es un día en
que nos encontramos con Dios, con la comunidad, con la naturaleza y con
nosotros mismos. El descanso es un gesto profético que nos hace bien a todos,
para huir de la esclavitud del trabajo o de la carrera consumista.
El día del Señor también
es día del hombre, con la Eucaristía como momento privilegiado. DO/VALORES: Pero tampoco nosotros debemos absolutizar el
«cumplimiento» del domingo hasta perder de vista, por una exagerada casuística,
su espíritu y su intención humana y cristiana. Debemos ver en el domingo sus
«valores» más que el «precepto», aunque también éste exista y siga vigente. Las
cosas no son importantes porque están mandadas. Están mandadas porque
representan valores importantes para la persona y la comunidad.
Es interesante el lenguaje
con que el Código de Derecho Canónico (1983) expresa ahora el precepto del
descanso dominical, por encima de la casuística de antes sobre las horas y las
clases de trabajo: «El domingo los fieles tienen obligación de participar en la
Misa y se abstendrán además de aquellos trabajos y actividades que impidan dar
culto a Dios, gozar de la alegría propia del día del Señor o disfrutar del debido
descanso de la mente y del cuerpo» (c. 1247). El Código se preocupa del bien
espiritual de los cristianos y también de su alegría y de su salud mental y
corporal.
Tendríamos que saber
distinguir lo que es principal y lo que es secundario. La Iglesia debería
referirlo todo -también sus normas- a Cristo, la verdadera norma y la ley plena
del cristiano.
J.
ALDAZABAL
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 4.
Tiempo Ordinario. Semanas 1-9
Barcelona 1997. Págs. 48-53
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 4.
Tiempo Ordinario. Semanas 1-9
Barcelona 1997. Págs. 48-53