jueves, 22 de septiembre de 2022

Reconocer a Jesús

¡Amor y paz!

 

Los invito, hermanos, a leer y meditar la Palabra de Dios, en este jueves de la XXV semana del Tiempo Ordinario, ciclo C.

 

Dios nos bendice...

 

PRIMERA LECTURA

 

Lectura del libro del Eclesiastés   1, 2-11

 

¡Vanidad, pura vanidad!, dice Cohélet. ¡Vanidad, pura vanidad! ¡Nada más que vanidad! ¿Qué provecho saca el hombre de todo el esfuerzo que realiza bajo el sol? Una generación se va y la otra viene, y la tierra siempre permanece. El sol sale y se pone, y se dirige afanosamente hacia el lugar de donde saldrá otra vez. El viento va hacia el sur y gira hacia el norte; va dando vueltas y vueltas, y retorna sobre su curso.

Todos los ríos van al mar y el mar nunca se llena; al mismo lugar donde van los ríos, allí vuelven a ir.

Todas las personas están gastadas, más de lo que se puede expresar.

¿No se sacia el ojo de ver y el oído no se cansa de escuchar? Lo que fue, eso mismo será; lo que se hizo, eso mismo se hará: ¡no hay nada nuevo bajo el sol!

Si hay algo de lo que dicen: «Mira, esto sí que es algo nuevo.» en realidad, eso mismo ya existió muchísimo antes que nosotros. No queda el recuerdo de las cosas pasadas, ni quedará el recuerdo de las futuras en aquellos que vendrán después.

 

Palabra de Dios.

 

SALMO         

 

Sal 89, 3-4. 5-6. 12-13. 14 y 17 (R.: 1)

 

R.        Señor, tú has sido nuestro refugio a lo largo de las generaciones.

 

Tú haces que los hombres vuelvan al polvo,

con sólo decirles: «Vuelvan, seres humanos.»

Porque mil años son ante tus ojos

como el día de ayer, que ya pasó,

como una vigilia de la noche.  R.

 

Tú los arrebatas, y son como un sueño,

como la hierba que brota de mañana:

por la mañana brota y florece,

y por la tarde se seca y se marchita.  R.

 

Enséñanos a calcular nuestros años,

para que nuestro corazón alcance la sabiduría.

¡Vuélvete, Señor! ¿Hasta cuándo…?

Ten compasión de tus servidores.  R.

 

Sácianos en seguida con tu amor,

y cantaremos felices toda nuestra vida.

Que descienda hasta nosotros la bondad del Señor;

que el Señor, nuestro Dios,

haga prosperar la obra de nuestras manos.  R.

 

EVANGELIO

 

Lectura del santo Evangelio según san Lucas   9, 7-9

 

El tetrarca Herodes se enteró de todo lo que pasaba, y estaba muy desconcertado porque algunos decían: «Es Juan, que ha resucitado.» Otros decían: «Es Elías, que se ha aparecido», y otros: «Es uno de los antiguos profetas que ha resucitado.»

Pero Herodes decía: «A Juan lo hice decapitar. Entonces, ¿quién es este del que oigo decir semejantes cosas?» Y trataba de verlo.

 

Palabra del Señor.

 

PARA REFLEXIONAR

  • Después del Libro de los Proverbios, durante tres días leemos una breve selección del libro sapiencial llamado Qohelet que significa «el predicador», el que habla a los demás en una asamblea de hermanos. De ahí el nombre griego de «Eclesiastés», el que habla a la asamblea o iglesia. La primera frase, ya resume todo el espíritu del libro; que está marcado por un sano escepticismo proveniente de la experiencia humana: todo es vanidad» o «vaciedad”, «nada hay nuevo bajo el sol»…
  • El autor de estas palabras decepcionantes, vivía hacia el siglo III a. de J.C. en una época de brillante civilización: el Helenismo, en que, muchos de sus contemporáneos se lanzaban ávidamente a la facilidad, al confort, incluso al lujo de la civilización griega; y quiere expresar en un lenguaje práctico, algunos de los sentimientos humanos más corrientes: el desencanto… el aburrimiento… el peso de la condición humana… la aparente absurdidad de la vida y de la muerte…
  • La vida para el Eclesiastés es de carácter cíclico, todo se repite indefinidamente en una triste monotonía. Esta sabiduría no está aún iluminada por la meditación de la historia de la salvación que lleva a la escatología.
  • Porque carece del sentido de la historia, carece también del sentido del hombre. No se lo imagina liberado de las presiones y de las alienaciones por su Señor, y capaz incluso, de colaborar en la construcción del tiempo de Dios.

***

  • La misión realizada por los discípulos suscita interés en los destinatarios por conocer a fondo la identidad de Jesús.  Jesús en su época causó desconcierto y confusión. A todos les inquietaba este hombre que andaba por todos los caminos haciendo prodigios y anunciando una buena noticia a los pobres. Algunos lo unían a la figura de Juan el Bautista.
  • Varios de los seguidores de Juan fueron más tarde sus discípulos. Otros lo veían como un nuevo Elías, profeta que vendría a realizar el juicio decisivo de Dios sobre Israel. Muchos lo asimilaban a la fuerte tradición profética y lo veían en la línea de los grandes del Pueblo elegido. De las opiniones divididas acerca de Jesús, no estaban ajenos ni los miembros más sencillos ni los grandes jefes religiosos, ni los gobernantes.
  • La misión apostólica parece ser tan efectiva, que hasta el tetrarca Herodes resulta interesado en conocer a Jesús. La pregunta que plantea es provocada por lo que conoce que Jesús ha realizado hasta ese momento y de lo cual el mismo evangelio nos da testimonio. La figura de Jesús lo inquieta, pero no lo mueve la búsqueda de la verdad, sino el temor a que salgan a la luz pública las maldades que había obrado en el pasado.
  • Nuestra sociedad, en distintos ámbitos y medios informáticos, sigue opinando y hablando de Jesús desde perspectivas muy diversas. También hoy oímos decir con relación a Jesús todo tipo cosas, pero junto a esas opiniones se nos hace imprescindible preguntar a Jesús mismo en la Iglesia quién es Él. Siguiendo el camino que nos propone Lucas, el reconocimiento verdadero y la confesión de fe sólo es posible a partir de la visión, la escucha y el discernimiento de las obras de Jesús; sólo así se conseguirá captar a fondo su identidad.
  • La presencia de tantos ídolos y líderes mediáticos, llevados a una fama tan desmedida como pasajera e inconsistente, son una invitación a renovar con firmeza nuestra fe en Aquel cuyas palabras de vida eterna y cuyos gestos visibles de compasión, ternura y perdón, nos recuerdan y anuncian la salvación que sólo Dios puede ofrecernos.
  • Acercarse a Jesús, beber de su evangelio, compartir desde nuestras manos sus gestos salvadores, crear espacios de comunión y encuentro en nuestro corazón por la oración nos revelarán una y otra vez su identidad y la nuestra.
  • “Él debe ser vuestro amigo y vuestro apoyo en el camino de la vida. Sólo Él tiene palabras de vida eterna» San Juan Pablo II.

 

PARA DISCERNIR

  • ¿Qué es lo que más  me atrae de la identidad de Jesús? 
  • ¿Qué nos hace falta para crecer en la confesión de la verdadera  fe?
  • ¿Qué me ayuda en mi camino de conocimiento de Jesús?

 

REPITAMOS A LO LARGO DE ESTE DÍA

 

Señor Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios Vivo

 

ARZOBISPADO DE BUENOS AIRES

Vicaría de Pastoral