viernes, 16 de diciembre de 2011

Hagamos las obras que Dios nos encargó

¡Amor y paz!

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este viernes de la 3ª. Semana de Adviento, cuando comienza la Novena de Navidad que, ojalá, recen en familia (La encuentran toda haciendo click acá en la columna de la derecha).

Dios los bendiga…

Evangelio según San Juan 5,33-36.
Ustedes mismos mandaron preguntar a Juan, y él ha dado testimonio de la verdad. No es que yo dependa del testimonio de un hombre; si digo esto es para la salvación de ustedes. Juan era la lámpara que arde y resplandece, y ustedes han querido gozar un instante de su luz. Pero el testimonio que yo tengo es mayor que el de Juan: son las obras que el Padre me encargó llevar a cabo. Estas obras que yo realizo atestiguan que mi Padre me ha enviado.
Comentario

Al final de esta semana, enteramente dedicada a Juan Bautista, he ahí un texto donde el mismo Jesús, en un contexto de controversia con sus enemigos, hace una comparación entre sí mismo y Juan Bautista.

-Jesús decía a los judíos: "Vosotros enviasteis a preguntar a Juan, y él dio testimonio a la verdad. Bien que Yo no he menester testimonio de hombre..."
Estas fórmulas incisivas nos dicen muchas cosas sobre la conciencia que Jesús tenía de su persona y de su papel.

Ningún hombre, ningún profeta, ningún santo, por grande que sea no es comparable a Jesús. Jesús lo sabe. ¡EI se atreve a reivindicarlo como algo que no tiene vuelta de hoja!

¿Tengo quizá yo tendencia, alguna vez, siguiendo en ello a muchos de mis contemporáneos, a reducir la talla de la personalidad y del misterio de Jesús?

-Sino que digo esto para vuestra salvación.

Jesús llega a decir que no necesita a nadie... pero que todos le necesitan a Él.
Sobre esta solidez quiero apoyarme, una solidez y firmeza más que humanas. 

¡Sálvanos, Señor! Sí.

-Juan era una antorcha que ardía e iluminaba.

Una admirable imagen.

Dejo que vibre en mí.

Voy considerando lo que implica ser una fuente de luz y de calor, si bien modesta, para un pequeño rincón del universo.

Una antorcha, no es gran cosa, no alumbra a lo lejos, ni arde mucho. Sin embargo todo cambia si se la enciende en un lugar donde sólo reinaban las tinieblas.

Haz, Señor, que sea yo también una antorcha ardiente e iluminadora.

-Y vosotros, por un breve tiempo, quisisteis alegraros a la vista de su luz.

Es hermosa esta palabra. "Alegrarse" a la luz. La luz, es algo bueno, alegre. Es una señal festiva.

Jesús, no parece insinuar que debían haber sabido aprovecharse mejor, del ejemplo de Juan y alegrarse más y por más tiempo.

¿Sé aprovecharme sencillamente de las pequeñas alegrías de la vida?

-Pero Yo tengo a mi favor un testimonio superior al testimonio de Juan.

Después de valorar a su precursor, Jesús pasa a otro nivel.

Hasta aquí, se estaba en el plan humano.

¿Qué va a decirnos sobre el misterio de su persona? ¿Quién es este testigo que habla por Jesús, y que le basta?

-Son las obras que el Padre puso en mis manos para que las ejecutase.

Detrás de la persona de Jesús está el Padre: una relación absolutamente única con Dios, que escapa a las más altas posibilidades del hombre.

Trato de contemplar despacio esta relación de Jesús con el Padre.

-Estas mismas obras que Yo hago dan testimonio en mi favor de que me ha enviado el Padre.

Esto no pertenece tampoco al orden de la demostración intelectual, teórica; sino al orden de la actitud, de la conducta, del acto.

Jesús vive con el Padre y hace las obras del Padre.

Tampoco para nosotros la unión con Dios, no es principalmente del orden de la sensibilidad, ni de las bellas palabras... esto se realiza en el hondón mismo de nuestras acciones habituales que están, o no están de hecho con el querer del Padre.

Ayúdanos, Señor, a hacer también nosotros las obras del Padre.

NOEL QUESSON
PALABRA DE DIOS PARA CADA DIA 1
EVANG. DE ADVIENTO A PENTECOSTÉS
EDIT. CLARET/BARCELONA 1984.Pág. 40 s.