miércoles, 24 de febrero de 2010

JESÚS ES MEDIADOR DE LA MISERICORDIA Y EL PERDÓN

¡Amor y paz!

Hoy hace una semana que iniciamos la Cuaresma con el rito de la ceniza. ¿Hemos entrado en serio en este camino de preparación a la Pascua? ¿Está cambiando algo en nuestra vida? Conversión significa cambio de mentalidad («metánoia»). ¿Estamos realizando en esta Cuaresma aquellos cambios que más necesita cada uno de nosotros?

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este miércoles de la 1ª. semana de Cuaresma.

Dios los bendiga…

Evangelio según San Lucas 11,29-32.

Al ver Jesús que la multitud se apretujaba, comenzó a decir: "Esta es una generación malvada. Pide un signo y no le será dado otro que el de Jonás. Así como Jonás fue un signo para los ninivitas, también el Hijo del hombre lo será para esta generación. El día del Juicio, la Reina del Sur se levantará contra los hombres de esta generación y los condenará, porque ella vino de los confines de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón y aquí hay alguien que es más que Salomón. El día del Juicio, los hombres de Nínive se levantarán contra esta generación y la condenarán, porque ellos se convirtieron por la predicación de Jonás y aquí hay alguien que es más que Jonás.

Comentario

Aparece otra vez un grupo de personas ansioso por ver a Jesús hacer algún milagro. Jesús, por su parte, vuelve a dar la respuesta que él juzga más fiel con la voluntad del Padre: enseñarle al pueblo a que tenga mirada de fe y descubra el gran milagro que Dios hace a diario. Este milagro es el de la misericordia. Por eso le dice al pueblo que la señal que recibirá será la de Jonás. Es decir, así como este profeta fue instrumento de misericordia para con un pueblo extranjero y pecador, así mismo Jesús será el mediador de la misericordia y el perdón para con su pueblo.

Quien no tenga ojos para la misericordia, seguirá pidiéndole a Jesús milagros que lo acrediten. A quien entienda el lenguaje de la misericordia, le bastará ver a Jesús cercano a los pobres, marginados y pecadores, para entender que un mayor milagro y un mayor testimonio no se puede pedir. Cuando oímos hablar del signo de Jonás, casi siempre pensamos en el famoso cetáceo que, según el relato bíblico, se tragó al profeta. Y nos olvidamos de lo más importante: de la rebeldía del profeta a aceptar a un Dios misericordioso y de su conflicto espiritual por no querer ser mediador de la misericordia.

Nosotros, como el profeta Jonás, pensamos que muchas veces sería mejor aplicar la así llamada "justicia vindicativa" en la que, para escarmiento, "el que la hace la debe pagar". Jesús prefiere el camino del Padre: ganar, por la misericordia, hijos para la vida. No existe mayor «milagro» que reconstruir interiormente a un ser humano. En este sentido, al poder practicar la misericordia, tenemos en nuestras manos el mejor instrumento para convertir nuestra creación en un milagro permanente. Aunque nos cueste la vida, como le ocurrió a Jesús. Habrá gente a quien la misericordia le estorba, pues le daña sus planes de poder. Pero la misericordia tiene siempre la gran atracción de hacernos semejantes a Dios.

Servicio Bíblico Latinoamericano
www.mercaba.org