miércoles, 11 de agosto de 2010

Orar, corregir y perdonar, tareas entre hermanos

¡Amor y paz!

Si somos conscientes de que somos hijos de Dios, lo seremos también de que entre nosotros somos hermanos y que de tal manera nos debemos comportar cuando oramos, cuando perdonamos y también a la hora de corregirnos.

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario en este Miércoles de la XIX Semana del Tiempo Ordinario.

Dios los bendiga…

Evangelio según San Mateo 18,15-20.

Si tu hermano peca, ve y corrígelo en privado. Si te escucha, habrás ganado a tu hermano. Si no te escucha, busca una o dos personas más, para que el asunto se decida por la declaración de dos o tres testigos. Si se niega a hacerles caso, dilo a la comunidad. Y si tampoco quiere escuchar a la comunidad, considéralo como pagano o publicano. Les aseguro que todo lo que ustedes aten en la tierra, quedará atado en el cielo, y lo que desaten en la tierra, quedará desatado en el cielo. También les aseguro que si dos de ustedes se unen en la tierra para pedir algo, mi Padre que está en el cielo se lo concederá. Porque donde hay dos o tres reunidos en mi Nombre, yo estoy presente en medio de ellos".

Comentario

Sería muy hermoso que nuestra vida en familia, grupo convivencial, sociedad, comunidad religiosa, iglesia, estuviera tan impregnada de ardiente caridad que en ella no se dieran debilidades y pecados. Pero eso es pura utopía. Somos hombres de carne y hueso, de pasiones y calmas, de turbulencias y silencios..., y las miserias nos acompañan siempre. Por eso mismo hemos de ser todos mutuamente comprensivos, tolerantes, perdonadores, animadores.

Pero en esa convivencia hay enorme diferencia entre personas y grupos que están abiertos a la mutua corrección, primero individual, luego en pequeño grupo, y finalmente en comunidad o asamblea, y personas o grupos que se cierran y niegan a todo tipo de corrección.

Si esto adquiere proporciones notables, está en peligro manifiesto la cordialidad, acogida mutua, fraternidad, paz interior y exterior. Adoptemos, pues, como norma, si fallamos y ofendemos a otro u otros, restablecer pronto el trato y amistad, no sea que el mal se agrande y nos hagamos infelices y amargados.

Elogio de las mediaciones de perdón.

Es admirable en el plan divino de justificación y salvación que Dios nos ame y trate como a hijos directamente, en intimidad. ¿Cómo podremos agradecérselo?

Pero es admirable también que, por medio de Cristo, Hijo de Dios encarnado, haya instituido unos cauces de perdón, como son los sacramentales, para que descubriendo el corazón arrepentido, experimentemos la gracia que devuelve, paz, amor, filiación, acogida en la casa del Padre.

Un poco de humildad, sinceridad y verdad nos es necesario para alcanzar un mejor conocimiento de nosotros mismos, como pecadores, y para levantar nuestro ánimo a la contemplación del rostro de Dios como rostro de Padre que se goza en los hijos.

Señor, haz que en la Iglesia santa, bañada en la sangre de Cristo, vivamos todos los fieles como auténticos hermanos, prontos a reconocer nuestras debilidades, a perdonar las de los otros y a agradecer el inmenso amor divino que siempre tiene abierta la puerta de la casa del Padre para los hijos pródigos.

DOMINICOS 2003

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