jueves, 19 de enero de 2023

Cristo es el mediador de una Alianza

¡Amor y paz!

 

Los invito, hermanos, a leer y meditar la Palabra de Dios, en este jueves de la 2ª semana del Tiempo Ordinario, ciclo A.

 

Dios nos bendice...

 

PRIMERA LECTURA

 

Lectura de la Carta a los Hebreos 7, 25-28. 8, 1-6

 

De ahí que él puede salvar en forma definitiva a los que se acercan a Dios por su intermedio, ya que vive eternamente para interceder por ellos.

El es el Sumo Sacerdote que necesitábamos: santo, inocente, sin mancha, separado de los pecadores y elevado por encima del cielo.

El no tiene necesidad, como los otros sumos sacerdotes, de ofrecer sacrificios cada día, primero por sus pecados, y después por los del pueblo. Esto lo hizo de una vez para siempre, ofreciéndose a sí mismo.

La Ley, en efecto, establece como sumos sacerdotes a hombres débiles; en cambio, la palabra del juramento -que es posterior a la Ley- establece a un Hijo que llegó a ser perfecto para siempre.

Este es el punto capital de lo que estamos diciendo: tenemos un Sumo Sacerdote tan grande que se sentó a la derecha del trono de la Majestad en el cielo.

El es el ministro del Santuario y de la verdadera Morada, erigida no por un hombre, sino por el Señor.

Ahora bien, todo Sumo Sacerdote es constituido para presentar ofrendas y sacrificios; de ahí la necesidad de que tenga algo que ofrecer.

Si Jesús estuviera en la tierra, no podría ser sacerdote, porque ya hay aquí otros sacerdotes que presentan las ofrendas de acuerdo con la Ley.

Pero el culto que ellos celebran es una imagen y una sombra de las realidades celestiales, como Dios advirtió a Moisés cuando este iba a construir la Morada, diciéndole: Tienes que hacerlo todo conforme al modelo que te fue mostrado en la montaña.

Pero ahora, Cristo ha recibido un ministerio muy superior, porque es el mediador de una Alianza más excelente, fundada sobre promesas mejores.

 

Palabra de Dios.

 

SALMO               

 

Sal 40 (39), 7-8.8-9.10.17.

 

R: Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.

 

Tú no quieres sacrificios ni ofrendas,

y, en cambio, me abriste el oído;

no pides sacrificio expiatorio,

entonces yo digo: «Aquí estoy.» R.

 

«Como está escrito en mi libro

para hacer tu voluntad.»

Dios mío, lo quiero,

y llevo tu ley en las entrañas. R.

 

He proclamado tu salvación

ante la gran asamblea;

no he cerrado los labios:

Señor, tú lo sabes. R.

 

Alégrense y gocen contigo

todos los que te buscan;

digan siempre: «Grande es el Señor»

los que desean tu salvación. R.

 

EVANGELIO

 

Lectura del santo Evangelio según san Marcos 3, 7-12

 

Jesús se retiró con sus discípulos a la orilla del mar, y lo siguió mucha gente de Galilea. Al enterarse de lo que hacía, también fue a su encuentro una gran multitud de Judea, de Jerusalén, de Idumea, de la Transjordania y de la región de Tiro y Sidón. Entonces mandó a sus discípulos que le prepararan una barca, para que la muchedumbre no lo apretujara.

Porque, como curaba a muchos, todos los que padecían algún mal se arrojaban sobre él para tocarlo. Y los espíritus impuros, apenas lo veían, se tiraban a sus pies, gritando: « ¡Tú eres el Hijo de Dios!» Pero Jesús les ordenaba terminantemente que no lo pusieran de manifiesto.

 

Palabra del Señor.

 

PARA REFLEXIONAR

  • El autor de la carta, ante la añoranza que algunos cristianos sentían de los valores que habían abandonado al convertirse a Cristo: el Templo, los sacrificios, el culto, el sacerdocio; insiste en mostrar cómo Jesús es superior a todo el AT.
  • Los sacerdotes del Templo estaban llenos de debilidades, ofrecían sacrificios  por sus propios pecados y lo hacían diariamente, con víctimas que no eran capaces de salvar.
  • Mientras que Cristo Jesús, santo, inocente y sin mancha, no necesita ofrecer sacrificios cada día, porque lo hizo una vez por todas, no tiene que ofrecerlos por sus propios pecados, y no ofrece sacrificios de animales, porque se ha ofrecido a sí mismo.
  • Nos debe llenar de confianza saber que tenemos un Sacerdote santo, glorificado junto a Dios, Cristo Jesús.

***

  • Después de las cinco escenas conflictivas con los fariseos a propósito del sábado y del ayuno, el pasaje de hoy es un resumen de lo que hasta aquí ha realizado Jesús en Galilea. Ahora va con sus discípulos a la orilla del lago y lo sigue mucha gente. Tanta era la atracción de Cristo que en la playa no había lugar para Él. Al conocer la actividad de Jesús, en favor de los enfermos y oprimidos expulsando a los demonios y sanando toda dolencia y aflicción, por enci­ma de toda ley religiosa, acude una muchedumbre tanto judía como pagana, que ve en Él un liberador.
  • La gente que lo sigue, llega incluso a arrojarse sobre Jesús para tocarlo, de manera que tiene que subirse a una barca para poder enseñarles a todos, las cosas del Reino.
  • Jesús siente el sufrimiento de los hombres. La compasión mueve su corazón. Deja que la miseria se acerque a Él, pero Él es más fuerte que ella. El Señor no es un idealista, convencido de que podría desaparecer el dolor en este mundo. Jesús, sencillamente lucha contra el mal en esta tierra. A algunos los cura, a otros simplemente los ayuda a llevar los males, siempre se ofrece a limpiar el corazón de la gente, para que en Él se refleje nítidamente el rostro de Dios, en todo momento da esperanza de que el mal, se va a acabar un día en la patria definitiva. 
  • Es el Hijo de Dios y es el hombre entregado a los demás, sin sombra de egoísmo. Sus milagros, su santidad, su profetismo no crean ninguna separación con la multitud, al contrario, es aclamado, es querido, la multitud piensa que Jesús está a su disposición. Esta muchedumbre está lejos de admitir un Mesías paciente, humilde, siervo. La gente lo busca más por el deseo de una curación, que de una sincera conversión, más por su poder taumaturgo, que por su propio mensaje. Jesús quiere que los beneficiados por sus curaciones no lo divulguen, para evitar malas interpretaciones de su identidad mesiánica. Su actuación ha estado llena de éxitos, pero a la vez se ve rodeado de peleas y controversias por parte de sus enemigos, los fariseos y los letrados.
  • Todo en Jesús estuvo siempre orientado a la construcción del Reino de Dios, ya fuera con su palabra, con su testimonio personal o con sus acciones concretas de liberación. Es sacerdote y mediador compadecido y conocedor de nuestras pobrezas y debilidades.
  • También los espíritus inmundos, quie­ren ver en Jesús ese Mesías davídico que liberaría al pueblo mediante el poder y la fuerza. Pero Jesús, no se identifica con ese tipo de Mesías, que se impone por la fuerza, y manda callar. La verdadera liberación no se conseguirá mediante la fuerza, la domi­nación o la opresión de los demás, sino mediante la práctica individual y comunitaria de un amor capaz de dar la vida para dar vida. La liberación se basa en el desarrollo del ser humano en libertad, autonomía y amor solidario.
  • Hoy Jesús nos libera del egoísmo, hace que nos ayudemos los unos a los otros, que ayudemos especialmente a los enfermos, que carguemos con sus dolores y problemas como Él cargó con los de sus contemporáneos que lo buscaban.
  • El programa de Jesús incluye la misión universal con judíos y paga­nos sin distinción. Ya no hay un pueblo elegido y naciones extranjeras, sino una humanidad doliente y necesitada, a la que hay que ofrecer la salvación que brota del amor. El evangelio está destinado a todos los hombres.
  • Es nuestra misión como Iglesia, preocuparnos del bien de aquellos a quienes hemos sido enviados, para proclamarles el Evangelio no sólo con los labios, sino con actitudes que sean un signo de la cercanía, amor, bondad y misericordia de Cristo. Así como Iglesia nos convertiremos en portadores de Cristo y de su acción salvadora para todos los hombres.

 

PARA DISCERNIR

  • ¿Para qué me acerco  a Jesús?
  • ¿Qué reconozco en Él?
  • ¿A qué me llama su Vida?

 

REPITAMOS A LO LARGO DE ESTE DÍA

 

Tú eres el Hijo de Dios

 

ARZOBISPADO DE BUENOS AIRES

Vicaría de Pastoral