viernes, 8 de julio de 2016

“Sean entonces astutos como serpientes y sencillos como palomas”

¡Amor y paz!

Loas invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este viernes de la 14ª semana del Tiempo Ordinario.

Dios nos bendice…

Evangelio según San Mateo 10,16-23. 
Jesús dijo a sus apóstoles: "Yo los envío como a ovejas en medio de lobos: sean entonces astutos como serpientes y sencillos como palomas. Cuídense de los hombres, porque los entregarán a los tribunales y los azotarán en las sinagogas. A causa de mí, serán llevados ante gobernadores y reyes, para dar testimonio delante de ellos y de los paganos. Cuando los entreguen, no se preocupen de cómo van a hablar o qué van a decir: lo que deban decir se les dará a conocer en ese momento, porque no serán ustedes los que hablarán, sino que el Espíritu de su Padre hablará en ustedes. El hermano entregará a su hermano para que sea condenado a muerte, y el padre a su hijo; los hijos se rebelarán contra sus padres y los harán morir. Ustedes serán odiados por todos a causa de mi Nombre, pero aquel que persevere hasta el fin se salvará. Cuando los persigan en una ciudad, huyan a otra, y si los persiguen en esta, huyan a una tercera. Les aseguro que no acabarán de recorrer las ciudades de Israel, antes de que llegue el Hijo del hombre."
 Comentario

La advertencia de Jesús a sus discípulos, en el evangelio de hoy, conserva toda su actualidad: astutos como serpientes, sencillos como palomas. Varias cosas podemos aprender de un consejo así.

Aprendemos que hay una astucia buena, que consiste en estar despiertos a las sinuosidades y trampas del mal; pero esta astucia no debe hacernos ni sinuosos ni tramposos. Y aprendemos que hay una simplicidad buena, que consiste en afianzar nuestra intención en los bienes verdaderos y amarlos con sencillez y corazón indiviso; pero esta simplicidad no debe llevarnos a imaginar que todo el mundo pensará u obrará como nosotros.

Aprendemos que "la gente" es destinatario del Evangelio y que en ese mismo sentido es un error presumir que obrarán con justicia, sinceridad, gratitud o amor al bien: si tuvieran todo eso no necesitarían quizá ser evangelizados. Precisamente porque no lo tienen queremos anunciarles el Evangelio. Y si no lo tienen, nuestra confianza no puede estar en que van a ser justos, sinceros, agradecidos o bien intencionados. Nuestra confianza estará sólo en Aquel que, sabiendo de qué está hecha esta raza humana, aquí quiso plantar la semilla de la salvación, al precio altísimo de la Sangre de su Hijo.

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