¡Amor y paz!
Los invito a leer y meditar la Palabra de Dios, en este Domingo I de Cuaresma, ciclo B.
Dios nos bendice…
1ª Lectura (Gén 9,8-15):
Dios dijo a Noé y a sus hijos: «Yo hago un pacto con vosotros y con vuestros descendientes, con todos los animales que os acompañaron: aves, ganado y fieras; con todos los que salieron del arca y ahora viven en la tierra. Hago un pacto con vosotros: el diluvio no volverá a destruir la vida, ni habrá otro diluvio que devaste la tierra». Y Dios añadió: «Ésta es la señal del pacto que hago con vosotros y con todo lo que vive con vosotros, para todas las edades: pondré mi arco en el cielo, como señal de mi pacto con la tierra. Cuando traiga nubes sobre la tierra, aparecerá en las nubes el arco, y recordaré mi pacto con vosotros y con todos los animales, y el diluvio no volverá a destruir los vivientes».
Salmo responsorial: 24
R/. Tus sendas, Señor, son misericordia y lealtad para los que guardan tu alianza.
Señor, enséñame tus caminos, instrúyeme en tus sendas:
haz que camine con lealtad; enséñame, porque tú eres mi Dios y Salvador.
Recuerda, Señor, que tu ternura y tu misericordia son eternas. Acuérdate de mí
con misericordia, por tu bondad, Señor.
El Señor es bueno y es recto, y enseña el camino a los pecadores; hace caminar
a los humildes con rectitud, enseña su camino a los humildes.
2ª Lectura (1Pe 3,18-22):
Cristo murió por los pecados una vez para siempre: el inocente por los culpables, para conduciros a Dios. Como era hombre, lo mataron; pero, como poseía el Espíritu, fue devuelto a la vida. Con este Espíritu, fue a proclamar su mensaje a los espíritus encarcelados que en un tiempo habían sido rebeldes, cuando la paciencia de Dios aguardaba en tiempos de Noé, mientras se construía el arca, en la que unos pocos, ocho personas, se salvaron cruzando las aguas. Aquello fue un símbolo del bautismo que actualmente os salva: que no consiste en limpiar una suciedad corporal, sino en impetrar de Dios una conciencia pura, por la resurrección de Jesucristo, que llegó al cielo, se le sometieron ángeles, autoridades y poderes, y está a la derecha de Dios.
Versículo antes del Evangelio (Mt 4,4): No de sólo pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.
Texto del Evangelio (Mc 1,12-15): En aquel tiempo, el Espíritu empujó a Jesús al desierto, y permaneció en el desierto cuarenta días, siendo tentado por Satanás. Estaba entre los animales del campo y los ángeles le servían. Después que Juan fue entregado, marchó Jesús a Galilea; y proclamaba la Buena Nueva de Dios: «El tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios está cerca; convertíos y creed en la Buena Nueva».
Comentario
Hoy, la Iglesia celebra la liturgia del Primer Domingo de
Cuaresma. El Evangelio presenta a Jesús preparándose para la vida pública. Va
al desierto donde pasa cuarenta días haciendo oración y penitencia. Allá es
tentado por Satanás.
Nosotros nos hemos de preparar para la Pascua. Satanás es nuestro gran enemigo.
Hay personas que no creen en él, dicen que es un producto de nuestra fantasía,
o que es el mal en abstracto, diluido en las personas y en el mundo. ¡No!
La Sagrada Escritura habla de él muchas veces como de un ser espiritual y
concreto. Es un ángel caído. Jesús lo define diciendo: «Es mentiroso y padre de
la mentira» (Jn 8,44). San Pedro lo compara con un león rugiente: «Vuestro
adversario, el Diablo, ronda como león rugiente buscando a quién devorar.
Resistidle firmes en la fe» (1Pe 5,8). Y San Pablo VI enseña: «Es el enemigo
número uno, es el tentador por excelencia. Sabemos también que este ser oscuro
y perturbador existe de verdad y que con alevosa astucia actúa todavía».
¿Cómo? Mintiendo, engañando. Donde hay mentira o engaño, allí hay acción
diabólica. «La más grande victoria del Demonio es hacer creer que no existe»
(Baudelaire). Y, ¿cómo miente? Nos presenta acciones perversas como si fuesen
buenas; nos estimula a hacer obras malas; y, en tercer lugar, nos sugiere
razones para justificar los pecados. Después de engañarnos, nos llena de
inquietud y de tristeza. ¿No tienes experiencia de eso?
¿Nuestra actitud ante la tentación? Antes: vigilar, rezar y evitar las
ocasiones. Durante: resistencia directa o indirecta. Después: si has vencido,
dar gracias a Dios. Si no has vencido, pedir perdón y adquirir experiencia.
¿Cuál ha sido tu actitud hasta ahora?
La Virgen María aplastó la cabeza de la serpiente infernal. Que Ella nos dé
fortaleza para superar las tentaciones de cada día.
Rev. D. Joan MARQUÉS i Suriñach (Vilamarí, Girona, España)
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