¡Amor y paz!
Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en
este miércoles de la 1ª semana de Adviento, Ciclo C.
Dios nos bendice...
LECTIO DIVINA: MATEO
15,29-37
Lectio:
Miércoles, 5 diciembre,
2018
1) Oración inicial
Señor y Dios nuestro,
prepara nuestros corazones con la fuerza de tu Espíritu para que, cuando llegue
Jesucristo, tu Hijo, nos encuentre dignos de sentarnos a su mesa y él mismo nos
sirva en el festín eterno. Por nuestro Señor Jesucristo. Amen.
2) Lectura
Del santo Evangelio según
Mateo 15,29-37
Pasando de allí Jesús vino
junto al mar de Galilea; subió al monte y se sentó allí. Y se le acercó mucha
gente trayendo consigo cojos, lisiados, ciegos, mudos y otros muchos; los
pusieron a sus pies, y él los curó. De suerte que la gente quedó maravillada al
ver que los mudos hablaban, los lisiados quedaban curados, los cojos caminaban
y los ciegos veían; y glorificaron al Dios de Israel.
Jesús llamó a sus discípulos y les dijo: «Siento compasión de la gente, porque hace ya tres días que permanecen conmigo y no tienen qué comer. Y no quiero despedirlos en ayunas, no sea que desfallezcan en el camino.» Le dicen los discípulos: «¿Cómo hacernos en un desierto con pan suficiente para saciar a una multitud tan grande?» Díceles Jesús: «¿Cuántos panes tenéis?» Ellos dijeron: «Siete, y unos pocos pececillos.» Él mandó a la gente acomodarse en el suelo. Tomó luego los siete panes y los peces y, dando gracias, los partió e iba dándolos a los discípulos, y los discípulos a la gente. Comieron todos y se saciaron, y de los trozos sobrantes recogieron siete espuertas llenas.
Jesús llamó a sus discípulos y les dijo: «Siento compasión de la gente, porque hace ya tres días que permanecen conmigo y no tienen qué comer. Y no quiero despedirlos en ayunas, no sea que desfallezcan en el camino.» Le dicen los discípulos: «¿Cómo hacernos en un desierto con pan suficiente para saciar a una multitud tan grande?» Díceles Jesús: «¿Cuántos panes tenéis?» Ellos dijeron: «Siete, y unos pocos pececillos.» Él mandó a la gente acomodarse en el suelo. Tomó luego los siete panes y los peces y, dando gracias, los partió e iba dándolos a los discípulos, y los discípulos a la gente. Comieron todos y se saciaron, y de los trozos sobrantes recogieron siete espuertas llenas.
3) Reflexión
El evangelio de hoy es
como el sol que surge. El sol es siempre el mismo, todos los días, y alegra la
vida, hace crecer las plantas. El peligro mayor es la rutina. La rutina mata el
evangelio y apaga el sol de la vida.
• Los elementos que
componen un relato del evangelio son siempre los mismos: Jesús, el monte, el
mar, los enfermos, la multitud, los problemas de la vida. A pesar de conocerlos
bien, como el sol de cada día, estos elementos traen siempre un mensaje
nuevo.
• Al igual que Moisés,
Jesús sube al monte y la gente se reúne a su alrededor. Llega con sus
problemas: enfermos, cojos, ciegos, mudos, sordos, muchos problemas… No
solamente gente mayor, adultos, sino que también los pequeños…Son el comienzo
del nuevo pueblo de Dios que se reúne alrededor del nuevo Moisés. Jesús sana a
todos.
• Jesús llama a los
discípulos. Tiene compasión de la gente que no tiene nada que comer. Según los
discípulos, la solución tiene que llegar de fuera: “¿De dónde sacar pan para
tanta gente?” Según Jesús la solución tiene que venir de la gente: ¿Cuántos
panes tienen?” –“Siete y unos cuantos peces”. Con estos pocos panes y peces
Jesús sacia el hambre de todos, y sobran panes y peces. Si hoy la gente
compartiese lo que tiene, no habría hambre en el mundo. ¡Sobrarían muchas
cosas! Realmente, ¡otro mundo es posible!
• El relato de la
multiplicación de los panes evoca la eucaristía y revela su valor cuando dice:
“Jesús tomó el pan en sus manos, lo bendijo, dio gracias, lo partió y lo dio a
sus discípulos”.
4) Para la reflexión
personal
• Jesús tiene compasión.
¿Tengo compasión por los problemas de la humanidad? ¿Hago algo?
• Los discípulos esperan
que la solución venga de fuera. Jesús pide una solución desde dentro. ¿Yo?
5) Oración final
Ahí viene el Señor con
poder,
y su brazo lo sojuzga todo (Is 40,10).
y su brazo lo sojuzga todo (Is 40,10).
Orden de los Carmelitas