¡Amor y paz!
Los
invito, hermanos, a leer y meditar el
Evangelio, en este lunes de la 6a semana de Pascua, Ciclo C.
Dios nos
bendice...
Lectio Divina: Juan 15,26 - 16,4a
Lectio
Lunes, 27 May , 2019
Tiempo
de Pascua
1) Oración inicial
Te pedimos, Señor de
misericordia que los dones recibidos en esta Pascua den fruto abundante en toda
nuestra vida. Por nuestro Señor.
2) Lectura
Del
Evangelio según Juan 15,26-16,4
Cuando venga el
Paráclito, que yo os enviaré de junto al Padre, el Espíritu de la verdad, que
procede del Padre, él dará testimonio de mí. Pero también vosotros daréis
testimonio, porque estáis conmigo desde el principio. Os he dicho esto para que
no os escandalicéis. Os expulsarán de las sinagogas. E incluso llegará la hora
en que todo el que os mate piense que da culto a Dios. Y esto lo harán porque
no han conocido ni al Padre ni a mí. Os he dicho esto para que, cuando llegue
la hora, os acordéis de que ya os lo había dicho.
3) Reflexión
• En los capítulos de
15 a 17 del Evangelio de Juan, el horizonte se amplía más allá del momento
histórico de la Cena. Jesús reza al Padre “no ruego solamente por ellos sino
por todos aquellos que por su palabra creerán en mí” (Jn 17,20). En estos
capítulos, es constante la alusión a la acción del Espíritu en la vida de las
comunidades después de Pascua.
• Juan 15,26-27: La
acción del Espíritu Santo en la vida de las comunidades. La primera cosa que el
Espíritu hace es dar testimonio de Jesús: “El dará testimonio de mí”. El
Espíritu no es un ser espiritual sin definición. ¡No! El es el Espíritu de la
verdad que viene del Padre, y que será enviado por el mismo y nos introducirá
en la verdad plena (Jn 16,13). La verdad plena es Jesús mismo: “¡Yo soy el
Camino, la Verdad y la Vida!” (Jn 14,6). Al final del siglo primero, había
algunos cristianos tan fascinados por la acción del Espíritu que habían dejado
de mirarle a Jesús. Afirmaban que ahora, después de la resurrección, no
precisaban fijarse en Jesús de Nazaret, aquel “que vino en la carne”. Se
alejaron de Jesús y se quedaron solamente con el Espíritu, diciendo: “¡Anatema
sea Jesús!” (1Cor 12,3). El Evangelio de Juan toma posición y no permite
separar la acción del Espíritu de la memoria de Jesús de Nazaret. Al Espíritu
Santo no le podemos aislar como una grandeza independiente, separada del
misterio de la encarnación. El Espíritu Santo está inseparablemente unido al
Padre y a Jesús. Es el Espíritu de Jesús que el Padre nos envía, aquel mismo
Espíritu que Jesús nos conquistó por su muerte y resurrección. Y nosotros, al
recibir este Espíritu en el bautismo, debemos ser la prolongación de Jesús: “¡Y
vosotros también daréis testimonio!” No podemos olvidar nunca que fue
precisamente la víspera de su muerte cuando Jesús nos prometió el Espíritu. Fue
en el momento en que él se entregaba por los hermanos. Hoy en día, el
movimiento carismático insiste en la acción del Espíritu de Jesús de Nazaret
que, por amor a los pobres y a los marginados, fue perseguido, preso y
condenado a muerte y que, por esto mismo, nos prometió su Espíritu para que
nosotros, después de su muerte continuásemos su acción y fuésemos para la
humanidad la misma revelación del amor del Padre por los pobres y oprimidos.
• Juan 16,1-2: No
tener miedo. El evangelio advierte que ser fiel a este Jesús va a traer
dificultades. Los discípulos serán expulsados de la sinagoga. Serán condenados
a muerte. Les acontecerá lo mismo que a Jesús. Por esto mismo, al final del
siglo primero, había personas que, para evitar la persecución, diluían el
mensaje de Jesús trasformándolo en un mensaje gnóstico, vago, sin definición,
que no contrastaba con la ideología del imperio. A éstos se aplica lo que Pablo
decía: “No quieren ser perseguidos por la cruz de Cristo” (Gál 6,12). Y Juan
mismo en su carta dirá respecto a ellos: “Hay muchos impostores por el mundo,
que no quieren reconocer que Jesucristo vino en la carne (se hizo hombre).
Quien así procede es impostor y Anticristo” (2 Jn 1,7). La misma preocupación
aflora en la exigencia de Tomás: "No creeré sino cuando vea la marca de
los clavos en sus manos, meta mis dedos en el lugar de los clavos y palpe la
herida del costado." (Jn 20,25) El Cristo resucitado que nos prometió el
don del Espíritu es Jesús de Nazaret que continúa hasta hoy con las marcas de
la tortura y de la cruz en su cuerpo resucitado.
• Juan 16,3-4: No
saben lo que hacen. Todo esto acontece “porque no han conocido ni al Padre ni a
mí”. Estas personas no tienen una imagen correcta de Dios. Tienen una imagen
vaga de Dios en su cabeza y en su corazón. Su Dios no es el Padre de Jesucristo
que congrega a todos en la unidad y en la fraternidad. En el fondo, es el mismo
motivo que llevó a decir: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen” (Lc
23,34). Jesús fue condenado por las autoridades religiosas porque, según su
manera de pensar, él tenía una falsa imagen de Dios. En las palabras de Jesús
no afloran ni odio ni venganza, sino compasión: son hermanos ignorantes que no
saben nada de nuestro Padre.
4) Para la reflexión
personal
• El misterio de la
Trinidad está presente en las afirmaciones de Jesús, no como una verdad
teórica, sino como expresión del compromiso del cristiano con la misión de
Jesús. ¿Cómo vivo en mi vida este misterio central de nuestra fe?
• ¿Cómo vivo la acción
del Espíritu en mi vida?
5) Oración final
¡Cantad al Señor un
cántico nuevo:
su alabanza en la
asamblea de sus fieles!
¡Regocíjese Israel en
su Hacedor,
alégrense en su rey
los de Sión! (Sal 149,1-2)
Orden de los Carmelitas