miércoles, 15 de junio de 2011

La misericordia no puede ser manchada por el orgullo

 ¡Amor y paz!

Entre las mediaciones que utilizaba la Ley judía para obtener gracia y perdón de los pecados estaban la limosna, las plegarias y el ayuno. Estas mediaciones habían sido convertidas por el legalismo en elementos de vanidad y ostentación. Con ello habían perdido su verdadero sentido, que era el de ser simples mediaciones para que el perdón y el amor de Dios acontecieran y así quedaran perdonados los pecados (S.B.L.).

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este miércoles de la XI Semana del Tiempo Ordinario.

Dios los bendiga…

Evangelio según San Mateo 6,1-6.16-18.

Tengan cuidado de no practicar su justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos: de lo contrario, no recibirán ninguna recompensa del Padre que está en el cielo. Por lo tanto, cuando des limosna, no lo vayas pregonando delante de ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles, para ser honrados por los hombres. Les aseguro que ellos ya tienen su recompensa. Cuando tú des limosna, que tu mano izquierda ignore lo que hace la derecha, para que tu limosna quede en secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará. Cuando ustedes oren, no hagan como los hipócritas: a ellos les gusta orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles, para ser vistos. Les aseguro que ellos ya tienen su recompensa. Tú, en cambio, cuando ores, retírate a tu habitación, cierra la puerta y ora a tu Padre que está en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará. Cuando ustedes ayunen, no pongan cara triste, como hacen los hipócritas, que desfiguran su rostro para que se note que ayunan. Les aseguro que con eso, ya han recibido su recompensa. Tú, en cambio, cuando ayunes, perfuma tu cabeza y lava tu rostro, para que tu ayuno no sea conocido por los hombres, sino por tu Padre que está en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.
Comentario
a)     Jesús exige a los suyos autenticidad. Que no practiquen el bien «delante de los hombres para ser vistos por ellos», sino por la recompensa que nos viene de Dios, que es quien nos ve y conoce nuestros méritos e intenciones. Esto lo concreta en tres direcciones que abarcan toda nuestra vida: en relación con Dios (la oración), en relación con los demás (la caridad) y en relación a nosotros mismos (el ayuno).

En los tres aspectos es igual la dinámica:
- cuando hacemos limosna, no lo debemos hacer para que todos se enteren: Dios nos ve y nos premiará;
- cuando rezamos, no es para que todos se den cuenta de lo piadosos que somos, sino para tener un encuentro con Dios;
- cuando ayunamos, no buscamos el aplauso y la admiración de los demás, sino que lo hacemos por amor a Dios.
Cada vez, Jesús pone unas comparaciones que pueden parecer paradójicas si se toman al pie de la letra, pero que indican muy bien su invitación a una autenticidad interior:
- cuando hacemos limosna, «que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha»,
- cuando oramos, «entra en tu cuarto, cierra la puerta y reza a tu Padre»,
- cuando ayunamos, «perfúmate la cabeza y lávate la cara».

b) Es un programa muy serio de vida cristiana. Este evangelio lo leemos también al inicio de la Cuaresma, el miércoles de ceniza. Nos indica el estilo de nuestro seguimiento de Jesús. No se trata de no hacer limosna ni oración comunitaria ni ayuno. Sino de no buscar, en todo ello, las apariencias y la ostentación.

Si actuamos así, no buscando por hipocresía el aplauso de los demás (como los fariseos), sino tratando de agradar a Dios con sencillez y humildad, lo tendremos todo: Dios nos premiará, los demás nos apreciarán porque no nos damos importancia y nosotros mismos gozaremos de mayor armonía y paz interior.

Lo que cuenta en nuestra vida no es la opinión que los demás puedan tener de nosotros, sino lo que piensa Dios, que nos ve por dentro. Se repite para nosotros la afirmación de Jesús: «y tu Padre, que ve en lo escondido, te recompensará».

J. ALDAZABAL
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 5
Tiempo Ordinario. Semanas 10-21
Barcelona 1997. Págs. 44-47