sábado, 26 de enero de 2013

Muchos aún no conocen a Dios: ¡démoslo a conocer!



¡Amor y paz!

Jesús designa a 72 discípulos y les pide que sean libres frente a los bienes materiales. Por eso condena la codicia y acumulación, como garantía de seguridades falsas para su vida.

El Señor no solo habló para los discípulos y las gentes de su época, sino que lo hace para todos y cada uno de nosotros. Así que debemos descubrir y llevar a cabo nuestra misión. Si realmente nos encontramos continuamente con Cristo, no podemos guardarlo para nosotros mismos: debemos llevarlo a los demás.

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este sábado en que celebramos la Memoria de Santos Timoteo y Tito, obispos, compañeros de San Pablo.

Dios los bendiga…

Evangelio según San Lucas 10,1-9.

Después de esto, el Señor designó a otros setenta y dos, y los envió de dos en dos para que lo precedieran en todas las ciudades y sitios adonde él debía ir. Y les dijo: "La cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos. Rueguen al dueño de los sembrados que envíe trabajadores para la cosecha. ¡Vayan! Yo los envío como a ovejas en medio de lobos. No lleven dinero, ni alforja, ni calzado, y no se detengan a saludar a nadie por el camino. Al entrar en una casa, digan primero: '¡Que descienda la paz sobre esta casa!'. Y si hay allí alguien digno de recibirla, esa paz reposará sobre él; de lo contrario, volverá a ustedes. Permanezcan en esa misma casa, comiendo y bebiendo de lo que haya, porque el que trabaja merece su salario. No vayan de casa en casa. En las ciudades donde entren y sean recibidos, coman lo que les sirvan; curen a sus enfermos y digan a la gente: 'El Reino de Dios está cerca de ustedes'.

Comentario

Sabemos que el Señor busca obreros para su mies. Él mismo nos lo dijo en su Evangelio: “La mies es mucha y los obreros pocos…” Y cuando dice “es mucha” no se refiere sólo a aquel momento y a aquellos caminos de Palestina por los que peregrinaba durante su vida terrena, sus palabras valen para nuestro tiempo. Dios espera obreros que lleven el Evangelio a los hombres. Dios necesita corazones que lo conozcan, lo amen y lo anuncien a los demás.

Por ello, debemos rezar constantemente por las vocaciones a la vida sacerdotal, religiosa y consagrada. Debemos pedir por los que ya siguen a Cristo en ese camino y para que otros muchos respondan generosamente a la llamada de Dios. Pero esto no basta, cada cristiano puede responder también al envío del Señor para ser misionero según su condición de vida.

Hay muchas personas que en lo más profundo de su ser esperan a Dios; que esperan una orientación que sea luz, que indique el camino, una palabra que les dé nueva esperanza. Dios quiere servirse de hombres que le digan “Sí Señor, estoy dispuesto a ser tu obrero en esta mies, estoy dispuesto a ayudarte para que tu amor llegue a todos los hombres”.

Autor: Regnum Christi