¡Amor y paz!
Al reflexionar sobre el
evangelio del perdón que hoy leemos, Benedicto XVI dijo: “…es necesario
aprender la gran lección del perdón: no dejar que se insinúe en el corazón la
polilla del resentimiento, sino abrir el corazón a la magnanimidad de la
escucha del otro, abrir el corazón a la comprensión, a la posible aceptación de
sus disculpas y al generoso ofrecimiento de las propias”.
¡Cuánta falta nos hace a
todos leer, interiorizar y poner en práctica el Evangelio según San Mateo y
también el sabio consejo del ahora Papa emérito!
Los invito, hermanos, a
leer y meditar el evangelio y el comentario, en este jueves de la 10ª semana
del Tiempo Ordinario.
Dios los bendiga…
Evangelio según San
Mateo 5,20-26.
Jesús dijo a sus discípulos: Les aseguro que si la justicia de ustedes no es superior a la de los escribas y fariseos, no entrarán en el Reino de los Cielos. Ustedes han oído que se dijo a los antepasados: No matarás, y el que mata, debe ser llevado ante el tribunal. Pero yo les digo que todo aquel que se irrita contra su hermano, merece ser condenado por un tribunal. Y todo aquel que lo insulta, merece ser castigado por el Sanedrín. Y el que lo maldice, merece la Gehena de fuego. Por lo tanto, si al presentar tu ofrenda en el altar, te acuerdas de que tu hermano tiene alguna queja contra ti, deja tu ofrenda ante el altar, ve a reconciliarte con tu hermano, y sólo entonces vuelve a presentar tu ofrenda. Trata de llegar en seguida a un acuerdo con tu adversario, mientras vas caminando con él, no sea que el adversario te entregue al juez, y el juez al guardia, y te pongan preso. Te aseguro que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el último centavo.
Comentario
a) «Pero yo os digo».
Jesús, con la autoridad del profeta definitivo enviado por Dios, y sirviéndose
de antítesis muy claras, sigue comparando las actitudes del AT y mostrando que
ahora deben ser perfeccionadas: «Si no sois mejores que los letrados y los
fariseos...».
Hoy trata el tema de la
caridad fraterna (¿cuántas veces sale la palabra «hermano»?). Si el Antiguo
Testamento decía, con razón, «no matarás», el seguidor de Cristo tiene que ir
mucho más allá.
Tiene que evitar estar
peleado con su hermano o insultarle. Parece una paradoja que Jesús, comparando
«culto a Dios» y «reconciliación con el hermano», dé prioridad a la
reconciliación con el hermano. Después podremos traer la ofrenda al altar.
b) Preguntémonos hoy cómo van nuestras relaciones
con los hermanos, con las personas con quienes convivimos. Naturalmente, no
llegaremos a sentimientos asesinos («yo no mato ni robo»). Pero ¿existen en
nosotros el rencor, la ira, las palabras insultantes, la maledicencia, la
indiferencia?
Jesús quiere que cuidemos nuestras actitudes
interiores, que es de donde proceden los actos externos. Si tenemos mala
disposición para con una persona, es inútil que queramos corregir las palabras
o los gestos: tenemos que ir a la raíz, a la actitud misma, y corregirla.
Antes de comulgar con Cristo, en la misa hacemos el
gesto de que queremos estar en comunión con el hermano. El «daos fraternalmente
la paz» no apunta sólo a un gesto para ese momento, sino a un compromiso para
toda la jornada: ser obradores de paz, tratar bien a todos, callar en el
momento oportuno, decir palabras de ánimo, saludar también al que no me saluda,
saber perdonar. Son las actitudes que, según Jesús, caracterizan a su verdadero
seguidor. Las que al final, decidirán nuestro destino: «tuve hambre y me diste
de comer, estaba enfermo y me visitaste».
J.
ALDAZABAL
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 5
Tiempo Ordinario. Semanas 10-21
Barcelona 1997. Págs. 23-26
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 5
Tiempo Ordinario. Semanas 10-21
Barcelona 1997. Págs. 23-26