martes, 30 de agosto de 2011

"Yo soy la servidora del Señor…”


¡Amor y paz!

La Iglesia celebra hoy la fiesta de Santa Rosa de Lima, Virgen, Patrona de América Latina.

En el siguiente enlace encontrarán información sobre Santa Rosa de Lima:

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el aporte que, a propósito de la lectura de hoy, nos hace Grace (Gracia) MacKinnon, sobre el porqué los católicos rezamos el Ave María, a pesar de que esta oración no se encuentra en la Biblia.
 
Dios los bendiga…

Evangelio según San Lucas 1,26-38.
 En el sexto mes, el Ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen que estaba comprometida con un hombre perteneciente a la familia de David, llamado José. El nombre de la virgen era María. El Ángel entró en su casa y la saludó, diciendo: "¡Alégrate!, llena de gracia, el Señor está contigo". Al oír estas palabras, ella quedó desconcertada y se preguntaba qué podía significar ese saludo. Pero el Ángel le dijo: "No temas, María, porque Dios te ha favorecido. Concebirás y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús; él será grande y será llamado Hijo del Altísimo. El Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre y su reino no tendrá fin". María dijo al Ángel: "¿Cómo puede ser eso, si yo no tengo relaciones con ningún hombre?".  El Ángel le respondió: "El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso el niño será Santo y será llamado Hijo de Dios. También tu parienta Isabel concibió un hijo a pesar de su vejez, y la que era considerada estéril, ya se encuentra en su sexto mes, porque no hay nada imposible para Dios". María dijo entonces: "Yo soy la servidora del Señor, que se cumpla en mí lo que has dicho". Y el Ángel se alejó.
Comentario
 "Querida Gracia" es una serie de columnas en la que se da respuestas a preguntas de lectores sobre la fe católica.

La autora de las respuestas es Grace (Gracia) MacKinnon, una columnista, escritora y conferencista especializada en doctrina católica. Gracia obtuvo una maestría en teología en la Escuela de Teología de la Universidad de St. Thomas en el Seminario de Santa María de Houston, y es instructora de adultos en la diócesis de Brownsville, Texas.

"Querida Gracia", se ha publicado desde agosto de 1999, recibiendo numerosas preguntas cuyas respuestas han sido elaboradas recurriendo a las Sagradas Escrituras, el Catecismo, los documentos de la Iglesia, el Código de Derecho Canónico, las Encíclicas Papales y escritos de los Padres de la Iglesia.

Tema: El Ave María


Querida Gracia,

¿Por qué los católicos dicen una oración como el “Ave María”, si no se encuentra en la Biblia?

Gracia responde:

El Ave María (en Latín) es sin duda una de las más hermosas y familiares oraciones de la Iglesia Universal. Tú preguntas por qué recitamos esta oración si no se encuentra en la Biblia. Te sorprenderá saber, sin embargo, que en realidad el Ave María está muy enraizada en la Escritura. Déjame decirte en primer lugar que la oración es por definición, un llamado, un grito, una plegaria o petición que se hace a Dios. No tiene que hallarse necesaria y explícitamente en la Biblia. La oración es siempre un diálogo con Dios y muchas de nuestras más atesoradas oraciones, incluyendo el Ave María, están ciertamente inspiradas por o encuentran su base en la Escritura. 

Las palabras del Ave María son como sigue: “Alégrate María, llega de gracia, el Señor es contigo; bendita eres entre las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.” Como puede reconocerse fácilmente, la oración puede ser dicha en dos partes, la primera siendo una salutación y la segunda una petición, un ruego serio y urgente.

¿Quién fue quien saludó a María diciendo, “Alégrate, llena de gracia, el Señor es contigo? No fue un papa, un obispo o un líder de la iglesia; fue el arcángel Gabriel, el que “está delante de Dios” (Lucas 1:19). Lucas nos narra la espléndida y maravillosa historia de la Anunciación (Lucas 1:26-38). Aunque las traducciones pueden variar, no puede haber duda de que esta primera declaración o saludo en el Ave María, nos viene del Evangelio de Lucas. (Lucas 1:19). Gabriel dijo estas palabras y él era un mensajero enviado directamente por Dios. Así pues, es sencillo ver cómo los primeros Cristianos adoptaron estas hermosas palabras del ángel tan pronto como la devoción a María surgió en la Iglesia.

La segunda parte del saludo también viene de la Escritura. Recordemos las palabras de Isabel cuando María la visitó. Cuando ella escuchó el saludo de María, Isabel, llena del Espíritu Santo, exclamó con gran voz, “Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno (Lucas 1:42). Los cristianos posteriormente añadieron el nombre de Jesús a efecto de identificar más exactamente que Él era “el fruto del seno de María.” Así, es evidente que la primera parte del Ave María está tomada directamente de las palabras que se encuentran en la Biblia, palabras pronunciadas por el ángel del Señor y por Isabel, la prima de María, quien también fue elegida por Dios para dar a luz a Juan el Bautista, el que prepararía el camino para el Salvador. 

Algo más en la cuenta de la Visitación nos lleva a la segunda parte del Ave María, la cual dijimos es una petición. Sin embargo, lo primero que observamos es que esta parte inicia declarando que María es santa. De nuevo, vemos en el Evangelio de Lucas que la Bendita Virgen dice esto sobre sí misma en el Cántico o “Magníficat” – “desde ahora todas las generaciones me llamarán bienaventurada” (Lucas 1:48). La palabra “bienaventurada” y “santa” tienen el mismo significado.
 

Algo también muy interesante en la narración de Lucas es que él confirma que Isabel dice “y ¿de dónde a mí que la madre de mi Señor venga a mí?... ¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!” (Lucas 1:45) La palabra griega para Señor es “Kyrios” y esta palabra es usada muchas veces en el Nuevo Testamento para referirse a Dios Padre (Lucas 1:6; Lucas 1:9; Lucas 1:11). Hay evidencia sustancial, por tanto, de que los creyentes en Cristo llegaron a reconocer a María como la Madre de Dios. Posteriormente la Iglesia, en el Concilio de Éfeso, declaró oficialmente esto en el año 431 DC.

Finalmente llegamos a la última parte, “ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte.” Queriendo hacer del Ave María una verdadera oración, se añadió eventualmente una petición y así apareció en su forma completa a mediados del siglo dieciséis. El Ave María es sin duda una oración bíblicamente enraizada, una salutación y una petición a la Bendita Virgen por quien nació el Redentor de la humanidad. Es una oración de todos los Cristianos.

© Copyright Graciela (Salinas) MacKinnon
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