viernes, 27 de enero de 2023

Echa la semilla, duerme, y la semilla va creciendo, sin que él sepa cómo

¡Amor y paz!

 

Los invito, hermanos, a leer y meditar la Palabra de Dios, en este viernes de la 3ª semana del Tiempo Ordinario, ciclo A.

 

Dios nos bendice...

 

PRIMERA LECTURA

 

Lectura de los Hebreos       10, 32-39H

 

Hermanos:

Recuerden los primeros tiempos: apenas habían sido iluminados y ya tuvieron que soportar un rudo y doloroso combate, unas veces expuestos públicamente a injurias y atropellos, y otras, solidarizándose con los que eran tratados de esa manera. Ustedes compartieron entonces los sufrimientos de los que estaban en la cárcel y aceptaron con alegría que los despojaran de sus bienes, sabiendo que tenían una riqueza mejor y permanente.

No pierdan entonces la confianza, a la que está reservada una gran recompensa. Ustedes necesitan constancia para cumplir la voluntad de Dios y entrar en posesión de la promesa. Porque todavía falta un poco, muy poco tiempo, y el que debe venir vendrá sin tardar. El justo vivirá por la fe, pero si se vuelve atrás, dejaré de amarlo.

Nosotros no somos de los que se vuelven atrás para su perdición, sino que vivimos en la fe para preservar nuestra alma.

 

Palabra de Dios.

 

SALMO         

 

Sal 36, 3-4. 5-6. 23 y 24. 39-40 (R.: 39a)

 

R.        La salvación de los justos viene del Señor.

 

Confía en el Señor y practica el bien;

habita en la tierra y vive tranquilo:

que el Señor sea tu único deleite,

y él colmará los deseos de tu corazón.  R.

 

Encomienda tu suerte al Señor,

confía en él, y él hará su obra;

hará brillar tu justicia como el sol

y tu derecho, como la luz del mediodía.  R.

 

El Señor asegura los pasos del hombre

en cuyo camino se complace:

aunque caiga no quedará postrado,

porque el Señor lo lleva de la mano.  R.

 

La salvación de los justos viene del Señor,

él es su refugio en el momento del peligro;

el Señor los ayuda y los libera,

los salva porque confiaron en él.  R.

 

EVANGELIO

 

Lectura del santo Evangelio según san Marcos             4, 26-34

 

Jesús decía a la multitud:

«El Reino de Dios es como un hombre que echa la semilla en la tierra: sea que duerma o se levante, de noche y de día, la semilla germina y va creciendo, sin que él sepa cómo. La tierra por sí misma produce primero un tallo, luego una espiga, y al fin grano abundante en la espiga. Cuando el fruto está a punto, él aplica en seguida la hoz, porque ha llegado el tiempo de la cosecha.»

También decía: « ¿Con qué podríamos comparar el Reino de Dios? ¿Qué parábola nos servirá para representarlo? Se parece a un grano de mostaza. Cuando se la siembra, es la más pequeña de todas las semillas de la tierra, pero, una vez sembrada, crece y llega a ser la más grande de todas las hortalizas, y extiende tanto sus ramas que los pájaros del cielo se cobijan a su sombra.»

Y con muchas parábolas como estas les anunciaba la Palabra, en la medida en que ellos podían comprender. No les hablaba sino en parábolas, pero a sus propios discípulos, en privado, les explicaba todo.

 

Palabra del Señor.

 

PARA REFLEXIONAR

  • El autor de la carta a los Hebreos invita a los fieles, en peligro de flaquear ante las excesivas adversidades y afectados por la prueba del tiempo y de las contradicciones, a volver al punto inicial de su fe. Empezaron su vida cristiana con mucho fervor dando muestras de firmeza y de solidaridad fraterna, pero ahora les faltaba constancia.
  • Pedir el bautismo era entonces arriesgarse a la persecución, a la cárcel, a las burlas, verse expropiados de los propios bienes, perder dinero y lugar en la sociedad. La persecución los acobarda. La exhortación es a no perder el fervor de los primeros días. Si siguen con valentía verán la salvación. Si se acobardan, lo perderán todo.

 ***

  • Hoy escuchamos dos parábolas, de las cuatro que trae el evangelio de Marcos. Son dos parábolas acerca del Reino de Dios, con imágenes muy simples. La primera nos habla de una semilla que después de ser sembrada, crece sola, sin que el sembrador esté encima ni sepa cómo. El Reino de Dios, como la semilla, tiene dentro una fuerza misteriosa, que a pesar de los obstáculos que pueda encontrar, logra germinar y dar fruto.
  • Dios conduce nuestra historia, por ese motivo, Jesús subraya la fuerza intrínseca de la gracia y de su intervención. El protagonista de la parábola no es el labrador, ni el terreno bueno o malo, sino la semilla.
  • La otra parábola presenta la desproporción entre la pequeñez de la semilla y la grandeza del árbol maduro que brota de ella. Las grandes empresas tienen, con frecuencia, humildes orígenes. La lógica del Reino de Dios, choca con la mentalidad de este mundo que funciona de modo muy diferente: la santidad de vida, las grandes obras de misericordia y evangelizadoras, las iniciativas providenciales, no dependen de las grandes inversiones. El desarrollo del Reino de Dios comienza en la pequeñez, en lo aparentemente inútil, en lo humanamente estéril y, pobre para alcanzar luego una expansión increíble.
  • Las dos parábolas de hoy tienen en común el «símbolo» de la germinación, de la potencia de la «vida naciente». Jesús ve así su obra; el Reino de Dios es como una semilla viva, sembrada en un corazón, sembrada en una vida, sembrada en el mundo, crece de un modo lento, imperceptible, pero continuo.
  • El Reino, fuerza de Dios que opera en la vida de los hombres y en la historia, está más allá de las capacidades del evangelizador como de la debilidad de los evangelizados. Es el mismo Dios quien se hace presente, superando la acción humana y la insignificancia de la semilla. El Reino, aunque se apoye en el hombre, no recibe su fuerza de él.
  • El Reino de Dios ya está aquí, en medio de nosotros y no viene con el estrépito de la propaganda, ni con derroche de medios y de fuerza.
  • No debemos angustiarnos por miedo al fracaso buscando tener una respuesta inmediata o exigiendo frutos a corto plazo. Esto sería absolutizar nuestros méritos y sin verdadera fe en el Dueño de la mies.
  • A nosotros se nos pide recibir el Reino; como buena tierra colaborando con nuestra libertad y trabajo sin impaciencias: porque el protagonista es Dios. El Reino crece desde dentro, por la energía del Espíritu que, poco a poco, da abundantes cosechas de solidaridad y de servicio entre los pobres y que echa ramas en las que pueden cobijarse todos los desamparados de este mundo.

 

PARA DISCERNIR

  • ¿Confío en la acción de Dios o trato de buscar otras seguridades?
  • ¿Reconozco la presencia del Reino en sus pequeñas manifestaciones?
  • ¿Me impaciento ante la falta de resultados visibles?

 

REPITAMOS A LO LARGO DE ESTE DÍA

 

Que venga tu Reino Señor

 

ARZOBISPADO DE BUENOS AIRES

Vicaría de Pastoral