miércoles, 4 de agosto de 2010

‘Señor Jesús, Hijo de Dios, ten compasión de mí, pecador’

¡Amor y paz!

Los invito, hermanos a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este Miércoles de la XVIII Semana del Tiempo Ordinario.

Evangelio según San Mateo 15,21-28.

Jesús partió de allí y se retiró al país de Tiro y de Sidón. Entonces una mujer cananea, que procedía de esa región, comenzó a gritar: "¡Señor, Hijo de David, ten piedad de mí! Mi hija está terriblemente atormentada por un demonio". Pero él no le respondió nada. Sus discípulos se acercaron y le pidieron: "Señor, atiéndela, porque nos persigue con sus gritos". Jesús respondió: "Yo he sido enviado solamente a las ovejas perdidas del pueblo de Israel". Pero la mujer fue a postrarse ante él y le dijo: "¡Señor, socórreme!". Jesús le dijo: "No está bien tomar el pan de los hijos, para tirárselo a los cachorros". Ella respondió: "¡Y sin embargo, Señor, los cachorros comen las migas que caen de la mesa de sus dueños!". Entonces Jesús le dijo: "Mujer, ¡qué grande es tu fe! ¡Que se cumpla tu deseo!". Y en ese momento su hija quedó curada.

Comentario

Al contrario de lo que le ocurría en tierra judía, Jesús encuentra unas extraordinarias demostraciones de fe en tierra gentil. Una mujer acude al Señor en favor de su hija enferma, con una petición que parte de lo más profundo de su ser y que contrasta con muchos rezos nuestros de pronto rutinarios y formales.

Esta misma jaculatoria la repiten los clérigos de rito oriental todos los días y a toda hora, mientras pasan unas cuentas parecidas a nuestras camándulas: “Señor Jesús, Hijo de Dios, ten compasión de mí que soy pecador”.

Esa ‘camándula’ es un cordel negro o granate, con treinta y tres nudos donde predomina una cruz o una cuenta. Su uso se ha recuperado hoy en ambientes cristianos ligados a la Liturgia Hispana aunque la tradición viene de lejos: se entrega desde la antigüedad a los monjes como un sacramental para la repetida invocación del santo Nombre de Jesús. Se le da el nombre latino de Funis precationis o "cordón de oración" en español, si bien entre los orientales se le denomina Chotki en ruso, Komvologion en griego y másbaja en árabe.

Según dice el Catecismo de la Iglesia Católica (No. 2667): “Jesús no sólo oraba constantemente, sino que enseñó la necesidad de "orar sin descanso" (Lc 18,1) y mandó a los suyos: "Velad y orad en todo tiempo" (Lc 21, 36). La comunidad cristiana repite el mandato del Maestro: "Haced en todo tiempo, mediante el Espíritu, toda clase de oraciones..." (Ef 6, 18). Esto se concretó en la antigua y breve fórmula de la tradición cristiana Kyrie eleison o su expresión más elaborada: Señor Jesús, Hijo de Dios, ten piedad de mi, pecador.

Es esta una oración eminentemente bíblica ya que todos sus elementos se encuentran en la Sagrada Escritura. Es la oración humilde del publicano en el Templo que aspira a la misericordia divina: "¡Oh Dios! ¡Ten compasión de mí, pecador!" (Lc 18, 13); podemos reconocerla en la oración de los dos ciegos: "¡Ten piedad (eleison) de nosotros, Hijo de David!" (Mt 9, 27); en la mujer cananea; "¡Ten piedad (eleison) de mí, Señor, Hijo de David!" (Mt 15, 23) y en el padre del epiléptico: "Señor, ten piedad (eleison) de mi hijo..." (Mt 17, 15). En la súplica de los diez leprosos encontramos la invocación del santo Nombre: "¡Jesús, maestro, ten piedad (eleison) de nosotros!" (Lc, 17, 13). Asimismo en la súplica del ciego Bartimeo en Jericó: "¡Hijo de David, Jesús, ten piedad (eleison) de mí!" (Mc 10, 47-48; Lc 18, 38-39).

Ojalá incorporáramos a nuestra oración diaria esta significativa súplica al Señor.

Dios los bendiga...

Con información de mozarabia.com