¡Amor y
paz!
Los
invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este jueves
en que celebramos la solemnidad de la Asunción de la Bienaventurada Virgen María.
Dios nos
bendice...
Lectio Divina: Asunción de la B. V. María
Lectio
Jueves, 15 Agosto ,
2019
La
visita de María a Isabel
Luca 1,39-56
1. LECTIO:
a) Oración inicial:
Espíritu Santo,
Espíritu de sabiduría, de ciencia, del entendimiento, de consejo, llénanos, te
rogamos, del conocimiento de la Palabra de Dios, llénanos de toda sabiduría e
inteligencia espiritual para poderla comprender en profundidad. Haz que bajo tu
guía podamos comprender el evangelio de esta solemnidad mariana.
Espíritu Santo,
tenemos necesidad de ti, el único que continuamente modela en nosotros la
figura y la forma de Jesús. Y nos dirigimos a ti, María, Madre de Jesús y de la
Iglesia, que has vivido la presencia desbordante del Espíritu Santo, que has
experimentado la potencia de su fuerza en ti, que las has visto obrar en tu
Hijo Jesús desde el seno materno, abre nuestro corazón y nuestra mente para que
seamos dóciles a la escucha de la Palabra de Dios.
b)
Lectura del evangelio
39 En aquellos días, se puso en camino María y se
fue con prontitud a la región montañosa, a una ciudad de Judá; 40 entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel.41En cuanto oyó Isabel el saludo de María, saltó de gozo el niño en su
seno, Isabel quedó llena de Espíritu Santo 42 y exclamó
a gritos: «Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno; 43 y ¿de dónde a mí que venga a verme la madre de mi Señor? 44 Porque apenas llegó a mis oídos la voz de tu saludo, saltó de gozo
el niño en mi seno. 45 ¡Feliz la que ha creído
que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!»
46 Y dijo María:
«Alaba mi alma la
grandeza del Señor
47 y mi espíritu se alegra en Dios mi salvador
48 porque ha puesto los ojos en la pequeñez de su
esclava,
por eso desde ahora
todas las generaciones me llamarán bienaventurada,
49 porque ha hecho en mi favor cosas grandes el
Poderoso, Santo es su nombre
50 y su misericordia alcanza de generación en
generación a los que le temen.
51 Desplegó la fuerza de su brazo, dispersó a los
de corazón altanero.
52 Derribó a los potentados de sus tronos y exaltó
a los humildes.
53 A los hambrientos colmó de bienes y despidió a
los ricos con las manos vacías.
54 Acogió a Israel, su siervo,
acordándose de la
misericordia
55 -como había anunciado a nuestros padres- en
favor de Abrahán y de su linaje por los siglos.»
56 María se quedó con ella unos tres meses, y luego
se volvió a su casa.
c)
Momento de silencio orante
El silencio es una
cualidad de quien sabe escuchar a Dios. Esfuérzate por crear en ti una
atmósfera de paz y de silenciosa adoración. Si eres capaz de estar en silencio
delante de Dios podrás escuchar su respiro que es Vida
2. MEDITATIO
a)
Clave de lectura:
Bendita tú entre las
mujeres
En la primera parte
del evangelio de hoy resuenan las palabras de Isabel, “Bendita tú entre las
mujeres”, precedidas por un movimiento espacial. María deja Nazaret, situada al
norte de la Palestina, para dirigirse al sur, a casi ciento cincuenta kilómetros,
a una localidad que la tradición identifica con la actual Ain Karen, poco
lejana de Jerusalén.. El moverse físico muestra la sensibilidad interior de
María, que no está cerrada para contemplar de modo privado e intimista el
misterio de la divina maternidad que se encierra en ella, sino que es lanzada
sobre el sendero de la caridad. Ella se mueve para llevar ayuda a su anciana
prima. El dirigirse de María a Isabel es acentuado por el añadido “ de prisa”
que San Ambrosio interpreta así: María se puso de prisa en camino hacia la
montaña, no porque fuese incrédula a la profecía o incierta del anuncio o
dudase de la prueba, sino porque estaba contenta de la promesa y deseosa de
cumplir devotamente un servicio, con el ánimo que le venía del íntimo gozo…La
gracia del Espíritu Santo no comporta lentitud”. El lector, sin embargo, sabe
que el verdadero motivo del viaje no está indicado, pero se lo puede figurar a
través de las informaciones tomadas del contexto. El ángel había comunicado a
María la preñez de Isabel, ya en el sexto mes (cfr. v.37). Además el hecho de
que ella se quedase tres meses (cfr. v.56), justo el tiempo que faltaba para
nacer el niño, permite creer que María quería llevar ayuda a su prima. María
corre y va a donde le llama la urgencia de una ayuda, de una necesidad,
demostrando, así, una finísima sensibilidad y concreta disponibilidad. Junto
con María, llevado en su seno, Jesús se mueve con la Madre. De aquí es fácil
deducir el valor cristológico del episodio de la visita de María a la prima: la
atención cae sobre todo en Jesús. A primera vista parecería una escena
concentrada en las dos mujeres, en realidad, lo que importa para el evangelista
es el prodigio presente en sus dos respectivas concepciones. La movilización de
María, tiende , en el fondo, a que las dos mujeres se encuentren.
Apenas María entra en
casa y saluda a Isabel, el pequeño Juan da un salto. Según algunos el salto no
es comparable con el acomodarse del feto, experimentado por las mujeres que
están encinta. Lucas usa un verbo griego particular que significa propiamente
“saltar”. Queriendo interpretar el verbo, un poco más libremente, se le puede
traducir por “danzar”, excluyendo así la acepción de un fenómeno sólo físico.
Algunos piensan que esta “danza”, se pudiera considerar como una especie de
“homenaje” que Juan rinde a Jesús, inaugurando, aunque todavía no nacido, aquel
comportamiento de respeto y de subordinación que caracterizará toda su vida:
“Después de mí viene uno que es más fuerte que yo y al cuál no soy digno de
desatar las correas de sus sandalias” (Mc 1,7). Un día el mismo Juan
testimoniará: “Quien tiene a la esposa es el esposo; pero el amigo del esposo
que está presente y lo escucha, salta de gozo a la voz del esposo, pues así
este mi gozo es cumplido. Él debe crecer y yo por el contrario disminuir” (Jn
3,29-30). Así lo comenta san Ambrosio: “ Isabel oyó antes la voz, pero Juan
percibió antes la gracia”. Una confirmación de esta interpretación la
encontramos en las mismas palabras de Isabel que, tomando en el v. 44 el mismo
verbo ya usado en el v. 41, precisa: “Ha saltado de gozo en mi seno” . Lucas,
con estos detalles particulares, ha querido evocar el prodigio verificado en la
intimidad de Nazaret. Sólo ahora, gracias al diálogo con una interlocutora, el
misterio de la divina maternidad deja su secreto y su dimensión individual,
para llegar a convertirse en un hecho conocido, objeto de aprecio y de
alabanza. Las palabras de Isabel “¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el
fruto de tu vientre! ¿A qué debo que la madre de mi Señor venga a mí?” (vv.
42-43). Con una expresión semítica que equivale a un superlativo (“entre las
mujeres”), el evangelista quiere atraer la atención del lector sobre la función
de María: ser la “;Madre del Señor”. Y por tanto a ella se le reserva una
bendición (“bendita tú”) y dichosa beatitud. ¿En qué consiste esta última?
Expresa la adhesión de María a la voluntad divina. María no es sólo la
destinataria de una diseño arcano que la hace bendita, sino persona que sabe
aceptar y adherirse a la voluntad de Dios. María es una criatura que cree,
porque se ha fiado de una palabra desnuda y que ella la ha revestido con un
“sí” de amor. Ahora Isabel le reconoce este servicio de amor, identificándola
“bendita como madre y dichosa como creyente”.
Mientras tanto, Juan
percibe la presencia de su Señor y salta, expresando con este movimiento
interior el gozo que brota de aquel contacto salvífico. De tal suceso se hará
intérprete María en el canto del Magnificat.
b) Un
canto de amor:
En este canto María se
considera parte de los anawim, de los “pobres de Dios”, de aquéllos que
”temen a Dios”, poniendo en Él toda su confianza y esperanza y que en el plano
humano no gozan de ningún derecho o prestigio. La espiritualidad de los anawinpuede
ser sintetizada por las palabras del salmo 37,79: “Está delante de Dios en
silencio y espera en Él”, porque “aquéllos que esperan en el Señor poseerán la
tierra”.
En el Salmo 86,6, el
orante, dirigiéndose a Dios, dice: “Da a tu siervo tu fuerza”: aquí el término
“siervo” expresa el estar sometido, como también el sentimiento de pertenencia
a Dios, de sentirse seguro junto a Él.
Los pobres, en el
sentido estrictamente bíblico, son aquéllos que ponen en Dios una confianza
incondicionada; por esto han de ser considerados como la parte mejor,
cualitativa, del pueblo de Israel.
Los orgullosos, por el
contrario, son los que ponen toda su confianza en sí mismos.
Ahora, según el
Magnificat, los pobres tienen muchísimos motivos para alegrarse, porque Dios
glorifica a los anawim (Sal 149,4) y desprecia a los orgullosos. Una
imagen del N. T. que traduce muy bien el comportamiento del pobre del A. T. ,
es la del publicano que con humildad se golpea el pecho, mientras el fariseo
complaciéndose de sus méritos se consuma en el orgullo (Lc 18,9-14). En
definitiva María celebra todo lo que Dios ha obrado en ella y cuanto obra en el
creyente. Gozo y gratitud caracterizan este himno de salvación, que reconoce
grande a Dios, pero que también hace grande a quien lo canta.
c)
Algunas preguntas para meditar:
- Mi oración ¿es ante
todo expresión de un sentimiento o celebración y reconocimiento de la acción de
Dios?
- Maria es presentada
como la creyente en la Palabra del Señor. ¿Cuánto tiempo dedico a escuchar la
Palabra de Dios?
- ¿Tu oración se
alimenta de la Biblia, como ha hecho María? ¿O mejor me dedico al devocionismo
que produce oraciones incoloras e insípidas? ¿Te convences que volver a la
plegaria bíblica es seguridad de encontrar un alimento sólido, escogido por
María misma?
- ¿Está en la lógica
del Magnificat que exalta el gozo del dar, del perder para encontrar, del
acoger, la felicidad de la gratuitidad, de la donación?
3. ORATIO
a)
Salmo 44 (45), 10-11; 12; 15b-16
El salmo, en esta
segunda parte, glorifica a la reina. En la liturgia de hoy estos versículos son
aplicados a María y celebran su belleza y grandeza.
Entre tus predilectas
hay hijas de reyes,
la reina a tu derecha,
con oro de Ofir.
Escucha, hija, mira,
presta oído,
olvida tu pueblo y la
casa paterna,
que prendado está el
rey de tu belleza.
El es tu señor,
¡póstrate ante él!
La siguen las
doncellas, sus amigas,
que avanzan entre
risas y alborozo
al entrar en el
palacio real.
b)
Oración final:
La oración que sigue
es una breve meditación sobre el papel materno de María en la vida del
creyente: “María, mujer que sabe gozar, que sabe alegrarse, que se deja invadir
por la plena consolación del Espíritu Santo, enséñanos a orar para que podamos
también nosotros descubrir la fuente del gozo. En la casa de Isabel, tu prima,
sintiéndote acogida y comprendida en tu íntimo secreto, prorrumpiste en un
himno de alabanza del corazón, hablando de Dios, de ti en relación con Él y de
la inaudita aventura ya comenzada de ser madre de Cristo y de todos nosotros,
pueblo santo de Dios. Enséñanos a dar un ritmo de esperanza y gritos de gozos a
nuestras plegarias, a veces estropeada por amargos lloros y mezcladas de
tristeza casi obligatoriamente. El Evangelio nos habla de ti, María, y de
Isabel; ambas custodiabais en el corazón algo, que no osabais o no queríais
manifestar a nadie. Cada una de vosotras se sintió sin embargo comprendida por
la otra en aquel día de la visitación y tuvisteis palabras y plegarias de
fiesta. Vuestro encuentro se convirtió en liturgia de acción de gracias y de
alabanza al Dios inefable. Tú, mujer del gozo profundo, cantaste el Magnificat,
sobrecogida y asombrada por todo lo que el Señor estaba obrando en la humilde
sierva. Maginificat es el grito, la explosión de gozo, que resuena dentro de
cada uno de nosotros, cuando se siente comprendido y acogido.”
4.CONTEMPLATIO
La Virgen María,
templo del Espíritu Santo, ha acogido con fe la Palabra del Señor y se ha
entregado completamente al poder del Amor. Por este motivo se ha convertido en
imagen de la interioridad, o sea toda recogida bajo la mirada de Dios y
abandonada a la potencia del Altísimo. María no habla de sí, para que todo en
ella pueda hablar de las maravillas del Señor en su vida.
Orden de los Carmelitas