viernes, 23 de noviembre de 2012

¿No tenemos fe, pero sí supersticiones?

¡Amor y paz!

Hoy Lucas nos muestra la intervención de Jesús en el Templo. Es una llamada de atención a recolocar nuestra actitud religiosa en un plano de autenticidad y sinceridad. El espacio y el tiempo sagrado deben adquirir su verdadero sentido como forma de encuentro con Dios. Es el encuentro que le da sentido a nuestra existencia.

Los invito, hermanos, a leer y meditar el evangelio y el comentario, en este viernes de la XXXIII Semana del Tiempo Ordinario.

Dios los bendiga…

Evangelio según San Lucas 19,45-48.
Y al entrar al Templo, se puso a echar a los vendedores, diciéndoles: "Está escrito: Mi casa será una casa de oración, pero ustedes la han convertido en una cueva de ladrones". Y diariamente enseñaba en el Templo. Los sumos sacerdotes, los escribas y los más importantes del pueblo, buscaban la forma de matarlo. Pero no sabían cómo hacerlo, porque todo el pueblo lo escuchaba y estaba pendiente de sus palabras. 
Comentario

Observo perplejo cómo se le abren cada vez más espacios en los medios de comunicación a los horóscopos, los tarots y muchas formas de adivinación, mientras simultáneamente disminuyen y desaparecen los espacios para la Palabra de Dios.

Esa es una de las más preocupantes demostraciones de la desacralización de la sociedad y, por lo tanto, de su gran deterioro. Y esto, porque a lo ´mágico’ se unen otros dos elementos que constituyen el coctel predilecto que permite a los medios o a través de ellos idiotizar a la gente, sobre todo la menos culta, pero no exclusivamente ella: el sexo y la violencia.

De aquí que, en todos los medios, a través de telenovelas y ‘realities’, los periódicos, la radio, la internet, incluyendo las redes sociales, se incrementan los espacios  mediante los cuales se busca llegar a las vísceras, exacerbar el morbo, hacerle eco a lo ‘light’, pero nunca despertar la razón y la crítica y mucho menos cultivar los valores del espíritu.

Es así como en los periódicos y noticieros han venido aumentando las informaciones de lo que se llama la 'crónica roja': las páginas y pantallas se llenan de sangre, pero por ninguna parte o muy poco aparece la defensa de la vida o la crítica de los hechos que ocasionaron las muertes y tragedias o la manera de evitarlas. Explotar ese gusto por lo morboso, por lo violento y por lo misterioso les produce muchas ganancias a los medios. 

Traigo todo esto a cuento hoy, cuando Lucas nos presenta a Jesús en el templo, el corazón mismo de Jerusalén, la ciudad ante la cual el Señor lloró ayer. Es el centro de la religiosidad judía, el lugar sagrado por excelencia.

¿Tenemos hoy lugares sagrados? ¿O los convertimos en museos? ¿Los frecuentamos? ¿Cómo nos comportamos en ellos? O ¿por qué clase de lugares hemos cambiado los templos? ¿Por qué tipo de actos y ceremonias hemos trocado el culto a Dios vivo y verdadero? Tal vez, como advertía san José María Escrivá de Balaguer (Camino), no tenemos fe, pero sí supersticiones.

En otras palabras, ¿Hemos cambiado lo sagrado por lo profano? ¿Nos hemos dejado llevar de quienes nos imponen modas y costumbres que nos alejan de Dios, como ahora en que se acerca la Navidad, pero todo nos habla de comercio y de ganancias, pero menos de Él?

L. F. Salamanca.