miércoles, 27 de julio de 2011

El Reino de los cielos, un tesoro de valor inigualable

¡Amor y paz!

Hoy leeremos dos parábolas más, muy breves, que coinciden en la intención:  la del que encuentra un tesoro escondido bajo tierra y la del comerciante que, entre las perlas, descubre una particularmente preciosa. Los dos venden cuanto tienen, para asegurarse la posesión de lo que sólo ellos saben que vale tanto.

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este miércoles de la 17ª. Semana del Tiempo Ordinario.

Dios los bendiga…

Evangelio según San Mateo 13,44-46.
El Reino de los Cielos se parece a un tesoro escondido en un campo; un hombre lo encuentra, lo vuelve a esconder, y lleno de alegría, vende todo lo que posee y compra el campo. El Reino de los Cielos se parece también a un negociante que se dedicaba a buscar perlas finas; y al encontrar una de gran valor, fue a vender todo lo que tenía y la compró. 
Comentario

Las parábolas muestran la actitud de quienes descubren el valor del Reino. En la primera el Reino no es algo obvio. Es un tesoro escondido que sobresalta a quien lo encuentra. La persona que descubre el Reino de Dios, en Jesús y en su Palabra, se siente conmovido por esta experiencia. La ve como una verdadera fortuna por la cual es necesario darlo todo. En la segunda, se trata de un comerciante que busca perlas finas hasta que encuentra la definitiva.

Estas actitudes identifican dos grupos de personas. Unas que accidentalmente tropiezan con Jesús y su Palabra y descubren su valor. A estas personas las sobrecoge la alegría porque no esperaban nada, sin embargo, Dios les ha salido al encuentro. Su existencia a partir de ese momento estará iluminada por una nueva luz. Otras personas, están en el afán de buscar un valor que dé significado a su vida. Si ven la trascendencia del mensaje de Jesús descubrirán lo que estaban buscando. A sus manos ha llegado algo que transformará su existencia. De ahí en adelante, percibirán toda su vida como un camino que los ha conducido al lugar adecuado.

A nuestro pueblo le ha ocurrido como a la persona que descubrió el tesoro. El pueblo duró muchos años sin poder acceder a la Palabra de Dios. La veía, recibía y aprendía siempre de forma indirecta. La alegría ha sido inmensa ahora que la tiene en sus manos. Pone en ella toda su esperanza y han dado todo para llegar a conocerla. La Biblia ha transformado su vida y la de las comunidades cristianas: se han enriquecido con un tesoro inagotable. El pueblo sabe lo que tiene y, por eso, la Palabra va a quedar siempre en sus manos.

Servicio Bíblico Latinoamericano