lunes, 19 de octubre de 2015

“Es lo que sucede al que acumula riquezas para sí, y no es rico a los ojos de Dios”

¡Amor y paz!

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este lunes de la 29ª semana del Tiempo Ordinario.

Dios los bendiga...

Evangelio según San Lucas 12,13-21. 
En aquel tiempo: Uno de la multitud le dijo: "Maestro, dile a mi hermano que comparta conmigo la herencia". Jesús le respondió: "Amigo, ¿quién me ha constituido juez o árbitro entre ustedes?". Después les dijo: "Cuídense de toda avaricia, porque aún en medio de la abundancia, la vida de un hombre no está asegurada por sus riquezas". Les dijo entonces una parábola: "Había un hombre rico, cuyas tierras habían producido mucho, y se preguntaba a sí mismo: '¿Qué voy a hacer? No tengo dónde guardar mi cosecha'. Después pensó: 'Voy a hacer esto: demoleré mis graneros, construiré otros más grandes y amontonaré allí todo mi trigo y mis bienes, y diré a mi alma: Alma mía, tienes bienes almacenados para muchos años; descansa, come, bebe y date buena vida'. Pero Dios le dijo: 'Insensato, esta misma noche vas a morir. ¿Y para quién será lo que has amontonado?'. Esto es lo que sucede al que acumula riquezas para sí, y no es rico a los ojos de Dios". 
Comentario

El rico del evangelio de hoy hablaba demasiado. Pero ese no es el problema; el problema es que hablaba demasiado solo. Tenía ojos para su cosecha, oídos para sus anhelos y vientre para su prosperidad. Vivía y giraba en torno a sí mismo. Eso lo mareó. Se emborrachó y perdió la perspectiva.

Dios le interrumpió esa conversación en solitario. Dios se entrometió y abrió un diálogo, cortando el monólogo que este "pobre rico" llevaba antes. La primera palabra, con la que Dios irrumpe, es dura: "¡insensato!". Es dura, pero es cierta, porque es insensatez construirse el ser humano desde sí y para sí, sin ojos para el cielo ni para el pobre.

Y nuestro mundo en muchos aspectos sigue repitiendo la parábola de hoy. Pueblos, familias o individuos siguen hablando sólo consigo mismos, y siguen o seguimos ciegos al cielo y sordos al clamor del pobre. También a nosotros Dios nos reprocha por insensatos.

Pero la parábola no está ahí para regañarnos solamente. Está para salvarnos. Dios denuncia nuestra insensatez para llamarnos a su sabiduría. Nos hace ver que no vemos para que empecemos a ver. Nos corrige para salvarnos y nos llama a juicio ahora para no juzgarnos al final de los tiempos.

http://fraynelson.com/homilias.html.