¡Amor y paz!
Los invito, hermanos, a leer y meditar la Palabra de Dios y el comentario,
en este miércoles
de la 3ª semana del Tiempo Ordinario.
Hoy
celebramos la memoria de Francisco de Sales, patrono de los comunicadores
católicos, a quien pedimos que interceda por nosotros.
Dios
nos bendice...
Primera lectura
Lectura del segundo
libro de Samuel (7,4-17):
En aquellos días, recibió Natán la siguiente palabra del Señor: «Ve y dile a mi siervo David: "Así dice el Señor: ¿Eres tú quien me va a construir una casa para que habite en ella? Desde el día en que saqué a los israelitas de Egipto hasta hoy, no he habitado en una casa, sino que he viajado de acá para allá en una tienda que me servía de santuario. Y, en todo el tiempo que viajé de acá para allá con los israelitas, ¿encargué acaso a algún juez de Israel, a los que mandé pastorear a mi pueblo Israel, que me construyese una casa de cedro?" Pues bien, di esto a mi siervo David: "Así dice el Señor de los ejércitos: Yo te saqué de los apriscos, de andar tras las ovejas, para que fueras jefe de mi pueblo Israel. Yo estaré contigo en todas tus empresas, acabaré con tus enemigos, te haré famoso como a los más famosos de la tierra. Daré un puesto a Israel, mi pueblo: lo plantaré para que viva en él sin sobresaltos, y en adelante no permitiré que los malvados lo aflijan como antes, cuando nombré jueces para gobernar a mi pueblo Israel. Te pondré en paz con todos tus enemigos, y, además, el Señor te comunica que te dará una dinastía. Y, cuando tus días se hayan cumplido y te acuestes con tus padres, afirmaré después de ti la descendencia que saldrá de tus entrañas, y consolidaré su realeza. Él construirá una casa para mi nombre, y yo consolidaré el trono de su realeza para siempre. Yo seré para él padre, y él será para mí hijo; si se tuerce, lo corregiré con varas y golpes como suelen los hombres, pero no le retiraré mi lealtad como se la retiré a Saúl, al que aparté de mi presencia. Tu casa y tu reino durarán por siempre en mi presencia; tu trono permanecerá por siempre."»
Natán comunicó a David toda la visión y todas estas palabras.
Palabra de Dios
En aquellos días, recibió Natán la siguiente palabra del Señor: «Ve y dile a mi siervo David: "Así dice el Señor: ¿Eres tú quien me va a construir una casa para que habite en ella? Desde el día en que saqué a los israelitas de Egipto hasta hoy, no he habitado en una casa, sino que he viajado de acá para allá en una tienda que me servía de santuario. Y, en todo el tiempo que viajé de acá para allá con los israelitas, ¿encargué acaso a algún juez de Israel, a los que mandé pastorear a mi pueblo Israel, que me construyese una casa de cedro?" Pues bien, di esto a mi siervo David: "Así dice el Señor de los ejércitos: Yo te saqué de los apriscos, de andar tras las ovejas, para que fueras jefe de mi pueblo Israel. Yo estaré contigo en todas tus empresas, acabaré con tus enemigos, te haré famoso como a los más famosos de la tierra. Daré un puesto a Israel, mi pueblo: lo plantaré para que viva en él sin sobresaltos, y en adelante no permitiré que los malvados lo aflijan como antes, cuando nombré jueces para gobernar a mi pueblo Israel. Te pondré en paz con todos tus enemigos, y, además, el Señor te comunica que te dará una dinastía. Y, cuando tus días se hayan cumplido y te acuestes con tus padres, afirmaré después de ti la descendencia que saldrá de tus entrañas, y consolidaré su realeza. Él construirá una casa para mi nombre, y yo consolidaré el trono de su realeza para siempre. Yo seré para él padre, y él será para mí hijo; si se tuerce, lo corregiré con varas y golpes como suelen los hombres, pero no le retiraré mi lealtad como se la retiré a Saúl, al que aparté de mi presencia. Tu casa y tu reino durarán por siempre en mi presencia; tu trono permanecerá por siempre."»
Natán comunicó a David toda la visión y todas estas palabras.
Palabra de Dios
Salmo
Sal 88,4-5.27-28.29-30
R/. Le mantendré eternamente mi favor
Sellé una alianza con mi elegido,
jurando a David, mi siervo:
«Te fundaré un linaje perpetuo,
edificaré tu trono para todas las edades.» R/.
«Él me invocará: "Tú eres mi padre,
mi Dios, mi Roca salvadora";
y yo lo nombraré mi primogénito,
excelso entre los reyes de la tierra.» R/.
«Le mantendré eternamente mi favor,
y mi alianza con él será estable;
le daré una prosperidad perpetua
y un trono duradero como el cielo.» R/.
R/. Le mantendré eternamente mi favor
Sellé una alianza con mi elegido,
jurando a David, mi siervo:
«Te fundaré un linaje perpetuo,
edificaré tu trono para todas las edades.» R/.
«Él me invocará: "Tú eres mi padre,
mi Dios, mi Roca salvadora";
y yo lo nombraré mi primogénito,
excelso entre los reyes de la tierra.» R/.
«Le mantendré eternamente mi favor,
y mi alianza con él será estable;
le daré una prosperidad perpetua
y un trono duradero como el cielo.» R/.
Evangelio
Lectura del santo
evangelio según san Marcos (4,1-20):
En aquel tiempo, Jesús se puso a enseñar otra vez junto al lago. Acudió un gentío tan enorme que tuvo que subirse a una barca; se sentó, y el gentío se quedó en la orilla.
Les enseñó mucho rato con parábolas, como él solía enseñar: «Escuchad: Salió el sembrador a sembrar; al sembrar, algo cayó al borde del camino, vinieron los pájaros y se lo comieron. Otro poco cayó en terreno pedregoso, donde apenas tenía tierra; como la tierra no era profunda, brotó en seguida; pero, en cuanto salió el sol, se abrasó y, por falta de raíz, se secó. Otro poco cayó entre zarzas; las zarzas crecieron, lo ahogaron, y no dio grano. El resto cayó en tierra buena: nació, creció y dio grano; y la cosecha fue del treinta o del sesenta o del ciento por uno.»
Y añadió: «El que tenga oídos para oír, que oiga.»
Cuando se quedó solo, los que estaban alrededor y los Doce le preguntaban el sentido de las parábolas.
Él les dijo: «A vosotros se os han comunicado los secretos del reino de Dios; en cambio, a los de fuera todo se les presenta en parábolas, para que, por más que miren, no vean, por más que oigan, no entiendan, no sea que se conviertan y los perdonen."»
Y añadió: «¿No entendéis esta parábola? ¿Pues, cómo vais a entender las demás? El sembrador siembra la palabra. Hay unos que están al borde del camino donde se siembra la palabra; pero, en cuanto la escuchan, viene Satanás y se lleva la palabra sembrada en ellos. Hay otros que reciben la simiente como terreno pedregoso; al escucharla, la acogen con alegría, pero no tienen raíces, son inconstantes y, cuando viene una dificultad o persecución por la palabra, en seguida sucumben. Hay otros que reciben la simiente entre zarzas; éstos son los que escuchan la palabra, pero los afanes de la vida, la seducción de las riquezas y el deseo de todo lo demás los invaden, ahogan la palabra, y se queda estéril. Los otros son los que reciben la simiente en tierra buena; escuchan la palabra, la aceptan y dan una cosecha del treinta o del sesenta o del ciento por uno.»
Palabra del Señor
En aquel tiempo, Jesús se puso a enseñar otra vez junto al lago. Acudió un gentío tan enorme que tuvo que subirse a una barca; se sentó, y el gentío se quedó en la orilla.
Les enseñó mucho rato con parábolas, como él solía enseñar: «Escuchad: Salió el sembrador a sembrar; al sembrar, algo cayó al borde del camino, vinieron los pájaros y se lo comieron. Otro poco cayó en terreno pedregoso, donde apenas tenía tierra; como la tierra no era profunda, brotó en seguida; pero, en cuanto salió el sol, se abrasó y, por falta de raíz, se secó. Otro poco cayó entre zarzas; las zarzas crecieron, lo ahogaron, y no dio grano. El resto cayó en tierra buena: nació, creció y dio grano; y la cosecha fue del treinta o del sesenta o del ciento por uno.»
Y añadió: «El que tenga oídos para oír, que oiga.»
Cuando se quedó solo, los que estaban alrededor y los Doce le preguntaban el sentido de las parábolas.
Él les dijo: «A vosotros se os han comunicado los secretos del reino de Dios; en cambio, a los de fuera todo se les presenta en parábolas, para que, por más que miren, no vean, por más que oigan, no entiendan, no sea que se conviertan y los perdonen."»
Y añadió: «¿No entendéis esta parábola? ¿Pues, cómo vais a entender las demás? El sembrador siembra la palabra. Hay unos que están al borde del camino donde se siembra la palabra; pero, en cuanto la escuchan, viene Satanás y se lleva la palabra sembrada en ellos. Hay otros que reciben la simiente como terreno pedregoso; al escucharla, la acogen con alegría, pero no tienen raíces, son inconstantes y, cuando viene una dificultad o persecución por la palabra, en seguida sucumben. Hay otros que reciben la simiente entre zarzas; éstos son los que escuchan la palabra, pero los afanes de la vida, la seducción de las riquezas y el deseo de todo lo demás los invaden, ahogan la palabra, y se queda estéril. Los otros son los que reciben la simiente en tierra buena; escuchan la palabra, la aceptan y dan una cosecha del treinta o del sesenta o del ciento por uno.»
Palabra del Señor
Comentario
La parábola del sembrador
insiste ampliamente en la desgracia del labrador; solo al final una breve
indicación sobre la semilla que da fruto.
¿Qué significa esto en
concreto? Algunos (como los apocalípticos judíos contemporáneos de Jesús) la
leen de este modo: ahora hay oposiciones, ahora triunfa el mal, pero con la
llegada última de Dios el mal quedará destruido, los malos serán castigados y
el bien triunfará. Otros (como los fariseos) prefieren leer la parábola en la
perspectiva de los méritos y del premio: hoy el creyente parece trabajar
inútilmente, su fiel observancia no recibe ninguna paga, pero en realidad está
acumulando méritos para el premio eterno.
Creo que el pensamiento de
Jesús -aunque se acerque en parte a las dos lecturas precedentes- es distinto y
mucho más rico. No se contenta con decir que los fracasos de hoy se convertirán
en triunfos mañana.
Pretende más bien afirmar
que el Reino está ya presente (aunque a nivel de semilla y aunque aparentemente
aplastado): el Reino está aquí, en medio de las oposiciones, en medio de los
fracasos (y no simplemente que los fracasos se transformarán en éxitos). De
todas formas, sigue siendo verdad que los fracasos cambiarán de signo.
Por eso la parábola -además de ser una
afirmación de la presencia del Reino- se convierte en un estímulo para quienes
lo anuncian. La parábola llama la atención sobre el trabajo del sembrador -un
trabajo abundante, sin medida, sin miedo a desperdiciar-, que parece de momento
inútil, infructuoso, baldío; sin embargo -dice Jesús-, lo cierto es que alguna
parte dará fruto, y un fruto abundante. Porque el fracaso es sólo aparente: en
el Reino de Dios no hay trabajo inútil, no se desperdicia nada.
De todas formas -y entonces la parábola se
convierte en advertencia-, haya o no haya éxito, haya o no haya desperdicio, el
trabajo de la siembra no debe ser calculado, medido, precavido; sobre todo no
hay que escoger terrenos ni echar la semilla en algunos sí y en otros no. El
sembrador echa el grano sin distinciones y sin regateos; así es como actúa
Cristo en su amor a los hombres y así es como ha de actuar la Iglesia en el
mundo.
¿Cómo saber -a la hora de
sembrar- qué terrenos darán fruto y qué terrenos se negarán? Nadie tiene que
adelantarse al juicio de Dios. Así pues, la parábola llama la atención sobre la
presencia del Reino en el seno de las contradicciones de la historia, presencia
que es imposible discernir con los "criterios" del éxito o del
fracaso, en los que se apoya el cálculo de los hombres. Es éste el primer
aspecto que hay que comprender, importante sobre todo para la Iglesia
predicante y para los misioneros: no tienen que desanimarse en su trabajo de
mensajeros ni tienen que dejarse llevar por los cálculos humanos.
La explicación (4, 14-20)
de la parábola (que a nosotros nos parece, como hemos dicho, un comentario
hecho por la comunidad a fin de actualizar la parábola para una situación
distinta) desplaza la atención del sembrador a los terrenos. No se dirige ya al
predicador, sino al discípulo que tiene que escuchar para atesorar la palabra
que escucha; le revela las diversas causas que pueden llevarlo a la pérdida de
ese tesoro. De esas causas algunas pueden parecer excepcionales, como la
tribulación escatológica y la persecución, pero hay otras ciertamente
cotidianas, como las preocupaciones del mundo (hoy hablaríamos de los
negocios), la obsesión por las riquezas y las ambiciones.
La advertencia de Marcos
no proviene de una concepción dualista (rechazar las cosas materiales por ser
indignas, los compromisos de la historia por ser terrenos, las riquezas por ser
vanidad), sino que se mueve dentro de la perspectiva de la libertad por el
Reino.
En esta perspectiva la
advertencia se hace todavía más radical. No es simplemente cuestión de pecado y
de no pecado, de lícito o de ilícito. No es suficiente valorar la opción en sí
misma, ya que incluso algunas opciones lícitas pueden convertirse en una
esclavitud para el Reino. Es lo que enseña otra parábola: me he casado, he
comprado un campo, he comprado una pareja de bueyes, no puedo ir.
FE/PERSEVERANCIA: Para que la palabra dé fruto se necesita un
corazón bueno, leal y perseverante. La Biblia recuerda siempre a la
perseverancia cuando habla de la fe. La fe se ve continuamente probada, tiene
que resistir con valentía; se necesita coraje y paciencia. No es posible ser
discípulo sin la perseverancia.
BRUNO
MAGGIONI
EL RELATO DE MARCOS
EDIC. PAULINAS/MADRID 1981.Pág. 72s
EL RELATO DE MARCOS
EDIC. PAULINAS/MADRID 1981.Pág. 72s