¡Amor y paz!
Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio, en este viernes de la
8ª semana del tiempo ordinario, cuando celebramos la memoria de San Justino, mártir.
Dios nos bendice...
LECTIO DIVINA: MARCOS
11,11-25
Lectio:
Viernes, 1 junio,
2018
ORACIÓN
Señor, Padre
misericordioso. Tú has elegido a algunos hijos tuyos para que anuncien tu amor
en el mundo, y así haces posible que llegue a todos los pueblos el fruto
sabroso de tu Presencia. Haz que nuestro fruto permanezca a través de nuestra
comunión contigo y con tu Hijo Jesús; ayúdanos a acogerlo como al Amigo y
Maestro que cada día entra en el templo santo de nuestra vida." Que
él renueve cada día su alianza con nosotros por nuestra fe y nuestra oración,
que rebosen de confiado abandono. Amén.
LECTURA
Del Evangelio según San
Marcos (11, 11-25)
11 Y entró en Jerusalén, en el Templo, y después de
observar todo a su alrededor, siendo ya tarde, salió con los Doce para Betania.
12 Al
día siguiente, saliendo ellos de Betania, sintió hambre.13 Y
viendo de lejos una higuera con hojas, fue a ver si encontraba algo en ella;
acercándose a ella, no encontró más que hojas; es que no era tiempo de higos.14 Entonces
le dijo: "¡Que nunca jamás coma nadie fruto de ti!" Y sus discípulos
oían esto.
15 Llegan a Jerusalén; y entrando en el Templo, comenzó a echar fuera a los que vendían y a los que compraban en el Templo; volcó las mesas de los cambistas y los puestos de los vendedores de palomas
16 y no permitía que nadie transportase cosas por el Templo.
15 Llegan a Jerusalén; y entrando en el Templo, comenzó a echar fuera a los que vendían y a los que compraban en el Templo; volcó las mesas de los cambistas y los puestos de los vendedores de palomas
16 y no permitía que nadie transportase cosas por el Templo.
17 Y les enseñaba, diciéndoles: "¿No está
escrito: “Mi Casa será llamada Casa de oración para todas las gentes? “¡Pero
vosotros la tenéis hecha una ”cueva de bandidos!".
18 Se enteraron de esto los sumos sacerdotes y los
escribas y buscaban cómo podrían matarle; porque le tenían miedo, pues toda la
gente estaba asombrada de su doctrina. 19 Y al atardecer,
salía fuera de la ciudad.
20 Al pasar muy de mañana, vieron la higuera, que estaba seca hasta la raíz. 21 Pedro, recordándolo, le dice: "¡Rabí, mira!, la higuera que maldijiste está seca." 22 Jesús les respondió: "Tened fe en Dios. 23 Yo os aseguro que quien diga a este monte: "Quítate y arrójate al mar" y no vacile en su corazón sino que crea que va a suceder lo que dice, lo obtendrá. 24 Por eso os digo: todo cuanto pidáis en la oración, creed que ya lo habéis recibido y lo obtendréis. 25 Y cuando os pongáis de pie para orar, perdonad, si tenéis algo contra alguno, para que también vuestro Padre, que está en los cielos, os perdone vuestras ofensas."
20 Al pasar muy de mañana, vieron la higuera, que estaba seca hasta la raíz. 21 Pedro, recordándolo, le dice: "¡Rabí, mira!, la higuera que maldijiste está seca." 22 Jesús les respondió: "Tened fe en Dios. 23 Yo os aseguro que quien diga a este monte: "Quítate y arrójate al mar" y no vacile en su corazón sino que crea que va a suceder lo que dice, lo obtendrá. 24 Por eso os digo: todo cuanto pidáis en la oración, creed que ya lo habéis recibido y lo obtendréis. 25 Y cuando os pongáis de pie para orar, perdonad, si tenéis algo contra alguno, para que también vuestro Padre, que está en los cielos, os perdone vuestras ofensas."
MEDITACIÓN
* “Jesús entró en
Jerusalén, en el templo”. Una de las características de este pasaje es
el continuo movimiento de de Jesús, expresado en la repetición alternativa de
los verbos “entrar” y “salir” (vv. 11; 12; 15; 19). Realmente el Señor viene
continuamente a nuestra vida, entra en nuestros espacios, en nuestra
experiencia, pasa, anda entre nosotros y con nosotros, pero luego se va, se
aleja, se deja buscar y esperar, y vuelve de nuevo y se deja encontrar. No
desdeña entrar en la ciudad Santa, en el templo, ni tampoco dentro de nosotros,
en nuestro corazón, ofreciéndonos su visita salvadora.
* “Sintió hambre”.
El verbo usado por la pluma de Marcos es el mismo que usan Mateo y Lucas al
narrar las tentaciones en el desierto (Mt 4, 2: Lc 4, 2), y pretende concretar
una situación de debilidad, de fragilidad, de necesidad, de cansancio. Jesús
busca algo más que un simple alimento para calmar su hambre; no es a la higuera
a la que pide algo fuera de tiempo, sino que pide a su pueblo, a nosotros, el
buen fruto del amor, que se sirve en la mesa de la alianza, del sí pronunciado
con fe y con confianza.
* “una higuera con
hojas”. La figura de la higuera, que en este pasaje ocupa un lugar
central, es un símbolo muy fuerte del pueblo elegido, Israel; del templo y del
culto ofrecido en él a Dios; e incluso de nosotros mismos, si así lo aceptamos,
es decir, de la verdad más profunda que hay en nuestro corazón.
Las hojas de la higuera
remiten claramente a la experiencia de Adán en el jardín del Edén, a su
implicación con el pecado, a su desnudez y a su vergüenza posterior. En
realidad, al pararse ante la higuera mientras iba de camino hacia Jerusalén y
dirigir su mirada a las hojas que ocultan la falta de fruto, Jesús desvela
nuestra verdad y deja al desnudo nuestro corazón, no para condenarlo, sino para
salvarlo, para curarlo. De hecho, el fruto de la higuera es dulce; el Señor,
para hablar a nuestra vida, busca la dulzura del amor. De esta manera, la
higuera estéril, priva de fruto y de vida, hace presente el tiempo vacío de
sentido y profanado, usado no para la relación con Dios, sino para la huída y
para el no-encuentro. Como sucedió a Adán, así sucedió a Israel y tal vez lo
mismo nos sucede también a nosotros.
* “los que vendían
y compraban”. La escena de la purificación del templo (vv. 15-17), que
Marcos introduce entre los dos momentos del relato, anticipando la maldición de
la higuera sin fruto, es muy fuerte y viva. Ahora se nos invita a prestar
atención a verbos y vocablos como “echar fuera”, “volcó”, “no permitía”,
“vendían”, “compraban”, “cambistas”, “vendedores”, “bandidos”, transportar
cosas”. Jesús inaugura una economía nueva en la que “hemos sido vendidos sin precio
y rescatados sin dinero” (Is 52, 3), “hemos sido rescatados no por dinero ni
por regalos” (Is 45, 13) y “hemos sido liberados no a precio de plata y oro,
sino con la sangre preciosa de Cristo, el cordero sin defecto y sin mancha” (1
P 1, 18-19).
* “casa de
oración”. Desde el templo somos conducidos a la casa, Morada de Dios,
donde el verdadero sacrificio es la oración, es decir, el encuentro con Él cara
a cara, como los hijos con su Padre. Aquí no se compra nada, no hay dinero,
sino sólo el don del corazón que se abre con toda confianza a la oración y a la
fe.
* “la
higuera seca hasta la raíz”. Realmente estos son los nuevos temas que
las palabras de Marcos quieren proponer a nuestra meditación mientras seguimos
la lectura del pasaje. Es necesario salir del templo para entrar en la casa, es
necesario salir de la compraventa para entrar en el don de la confianza: el
árbol sin fruto está seco y parece estar a nuestro paso sólo para indicar el
camino nuevo que hay que recorrer, en una nueva mañana (V, 20); un camino hacia
Dios y hacia los hermanos.
* “tened fe sin
vacilar”. Con esta hermosísima expresión Jesús nos enseña a descender
a lo más profundo de nosotros mismos y a tantear nuestro corazón desde la
verdad. El texto griego pone un verbo estupendo, que ha sido traducido como
“vacilar” y que quiere expresar al respecto una ruptura interior, una división,
un combate entre partes contrarias. De esta manera, Jesús nos invita a tener
plena confianza en Él y en el Padre, a fin de evitar rompernos por dentro.
Podemos acercarnos a Dios de manera plena y total, podemos estar en relación
con Él, sin que sean necesarias hojas para enmascararnos, sin tener que contar
monedas y calcular el precio a pagar, sin hacer compartimentos dentro de
nosotros, sino ofreciéndonos totalmente a Él, tal como somos, los que somos,
llevando en nosotros el fruto bueno y dulce del amor.
* “cuando os
pongáis de pie para orar, perdonad”. No puede ser de otra manera: en
la vida del cristiano, el término y el iniciar de nuevo el camino de la fe y de
la oración se concretan en la relación con los hermanos y las hermanas, en el
encuentro con ellos, en el diálogo, en el don recíproco. No existe oración, ni
culto a Dios, ni templo santo, ni sacrificio agradable a Dios, no existe fruto
ni dulzura, sin el amor hacia el hermano y la hermana. Marcos lo llama perdón,
Jesús lo llama amor, que es el único fruto capaz de saciar nuestra hambre, de
aliviar nuestro cansancio.
Algunas preguntas
* Al meditar este
pasaje, he encontrado dos figuras muy fuertes: la higuera y el templo, ambos
sin fruto, sin vida y sin amor. He visto a Jesús que con su venida y con su
obrar firme y seguro ha cambiado esta situación y ofrece un nuevo rostro de la
vida. ¿Reconozco que necesito dejarme alcanzar por el Señor, dejarme tocar por
Él? ¿Me veo, en alguno de los aspectos de mi vida, como la higuera estéril, sin
fruto, o como el templo, lugar frío de comercio y de cálculos? ¿Siento dentro
de mí el deseo de producir el fruto dulce del amor, de la amistad, del
compartir? ¿Tengo hambre de orar, de tener una verdadera relación con el Padre?
* Siguiendo a Jesús a lo
largo del camino, también yo puedo entrar en la nueva mañana de su Ley, de su
enseñanza. ¿Reconozco las rupturas que hay en mi corazón? ¿En qué siento
especialmente que estoy dividido, inseguro y desorientado? ¿Por qué no
consigo fiarme totalmente de mi Padre? ¿Por qué aún cojeo de los dos pies, como
dice el profeta Elías (cfr. 1 R 18, 21)? ¡Yo sé que el Señor es Dios y por eso
deseo seguirlo! Pero no yendo solo, sino abriendo el corazón a muchos hermanos
y hermanas, ofreciéndome como amigo y compañero de viaje, para compartir la
alegría y las fatigas, los miedos y el entusiasmo del camino; estoy seguro de
que siguiendo al Señor seré feliz. Amén.
ORACIÓN FINAL
Señor, quiero cantar
un canto nuevo.
Cantad al Señor un cántico nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles.
Que se alegre Israel por su creador,
los hijos de Sión por su rey.
Alabad su nombre con danzas,
cantadle con tambores y cítaras.
Porque el Señor ama a su
pueblo
y adorna con la victoria a los humildes.
y adorna con la victoria a los humildes.
Que los fieles festejen su
gloria
y canten jubilosos en filas:
con vítores a Dios en la boca
y espadas de dos filos en las manos.
y canten jubilosos en filas:
con vítores a Dios en la boca
y espadas de dos filos en las manos.
(Salmo 149)
Orden de los Carmelitas