miércoles, 28 de marzo de 2012

El pecado esclaviza y sólo Jesús nos libera de él


¡Amor y paz!
Para san Juan, pecar es convertirse en esclavo (tener por padre al "padre de la mentira"); los judíos son pecadores (porque no aceptan a Cristo, "la Verdad") y, por tanto, esclavos; de ahí que no pueden ser hijos de Abrahán, hijos de la libertad. Sólo Jesús es el verdadero Hijo de Dios, conocedor del Padre. Y por eso sólo Él puede dar la verdadera libertad. (Misa Dominical 1990/07).
Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este miércoles de la quinta semana de Cuaresma.
Dios los bendiga…
Evangelio según San Juan 8,31-42.
Jesús dijo a aquellos judíos que habían creído en él: "Si ustedes permanecen fieles a mi palabra, serán verdaderamente mis discípulos: conocerán la verdad y la verdad los hará libres". Ellos le respondieron: "Somos descendientes de Abraham y jamás hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo puedes decir entonces: 'Ustedes serán libres'?". Jesús les respondió: "Les aseguro que todo el que peca es esclavo del pecado. El esclavo no permanece para siempre en la casa; el hijo, en cambio, permanece para siempre. Por eso, si el Hijo los libera, ustedes serán realmente libres. Yo sé que ustedes son descendientes de Abraham, pero tratan de matarme porque mi palabra no penetra en ustedes. Yo digo lo que he visto junto a mi Padre, y ustedes hacen lo que han aprendido de su padre". Ellos le replicaron: "Nuestro padre es Abraham". Y Jesús les dijo: "Si ustedes fueran hijos de Abraham obrarían como él. Pero ahora quieren matarme a mí, al hombre que les dice la verdad que ha oído de Dios. Abraham no hizo eso. Pero ustedes obran como su padre". Ellos le dijeron: "Nosotros no hemos nacido de la prostitución; tenemos un solo Padre, que es Dios". Jesús prosiguió: "Si Dios fuera su Padre, ustedes me amarían, porque yo he salido de Dios y vengo de él. No he venido por mí mismo, sino que él me envió.
Comentario
En el Evangelio de hoy se destacan tres temas fundamentales: la fidelidad, la libertad y la filiación. Seguir a Jesús implica mantenerse fiel a su Palabra, de manera que el verdadero discípulo ya no es sólo el que cree (los compañeros de Daniel en la primera lectura), sino sobre todo el que escucha, vive y da testimonio de la Palabra. Y la Palabra es la que lleva a conocer la verdad, que no es otra cosa que la revelación que ha hecho el Padre de su Hijo.
Mientras que para un judío, la ley es la que hace libre, para Jesús, la verdad que hace libres, es el mismo Dios, que por su amor al hombre entregó a su propio Hijo. Para los cristianos la verdad es una tarea siempre en construcción, en cuanto cada día descubrimos a Cristo que nos revela su proyecto de vida para el mundo de hoy. Los judíos no escuchan la palabra de Jesús porque se sienten libres por el sólo hecho de pertenecer al linaje de Abrahán. Jesús ratifica que no es la raza la que da la libertad sino la Palabra de Dios. La filiación a Dios se adquiere mediante el seguimiento de Jesús y su Palabra. El mismo Abrahán hubiera entendido que al Padre sólo se llega a través del Hijo, y que por tanto es Jesús quien nos rescata de la esclavitud para hacernos verdaderos hijos de Dios.
Nos queda la pregunta ¿cómo ser fieles a la Palabra en un mundo de hoy cansado de las utopías y los sueños de justicia y libertad? ¿Cómo seguir creyendo que el sueño de una sociedad donde el pan nuestro de cada día no falte en la mesa ni el corazón de ninguno, será una realidad? ¿Cómo ser libres en un mundo esclavo del egoísmo y el individualismo?
Diario Bíblico. Cicla (Confederación Internacional Claretiana de Latinoamérica)
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