¡Amor y paz!
Los invito, hermanos, a leer
y meditar el Evangelio y el comentario, en este jueves de la 10ª semana del
Tiempo Ordinario.
Dios los bendiga…
Evangelio
según San Mateo 5,20-26.
Jesús dijo a sus discípulos: Les aseguro que si la justicia de ustedes no es superior a la de los escribas y fariseos, no entrarán en el Reino de los Cielos. Ustedes han oído que se dijo a los antepasados: No matarás, y el que mata, debe ser llevado ante el tribunal. Pero yo les digo que todo aquel que se irrita contra su hermano, merece ser condenado por un tribunal. Y todo aquel que lo insulta, merece ser castigado por el Sanedrín. Y el que lo maldice, merece la Gehena de fuego. Por lo tanto, si al presentar tu ofrenda en el altar, te acuerdas de que tu hermano tiene alguna queja contra ti, deja tu ofrenda ante el altar, ve a reconciliarte con tu hermano, y sólo entonces vuelve a presentar tu ofrenda. Trata de llegar en seguida a un acuerdo con tu adversario, mientras vas caminando con él, no sea que el adversario te entregue al juez, y el juez al guardia, y te pongan preso. Te aseguro que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el último centavo.
Comentario
A partir de este texto,
Jesús plantea a sus discípulos seis antítesis que comportan una nueva manera de
pensar con relación a la mentalidad de los letrados y fariseos sobre la ley, la
cual, según Jesús, tiene un problema gravísimo de legalismo, de exaltación de
la ley y de la norma por encima de todas las cosas. Jesús quiere prevenir a sus
discípulos a no quedarse en la letra de la ley sin profundizar en su espíritu,
que es más exigente. De igual manera, Jesús recalca el peligro de la mentalidad
legalista: con el cumplimiento ciego de la ley se puede pisotear al prójimo,
amargar su vida, condenarlo e incluso perseguirlo.
En la primera antítesis
sobre el homicidio, Jesús lleva la ley a sus consecuencias más radicales. El
quinto mandamiento prohíbe matar (Ex. 20, 15; Dt. 5, 18). La mentalidad
legalista, aferrándose a la letra, se contentaba sólo con no meterle un
cuchillo al prójimo para quitarle la vida. Jesús dice que el espíritu de la ley
va mucho más allá. Lo importante para Jesús no es solamente respetar la vida
física del prójimo, sino respetar a la persona integralmente.
Lo que Jesús prohíbe no es
solamente matar, sino también la pelea con el hermano, los insultos y ofensas;
para Jesús, el sentimiento de ira merece que el culpable sea llevado ante los
tribunales, procedimiento que, según la ley, sigue al asesinato. Jesús quiere
hacer entender a sus discípulos que la ira genera el rencor, el odio y aún la
muerte del otro, que es una acción tan culpable como el mismo asesinato.
La consecuencia que genera
la ira es la ruptura de las relaciones fraternas y si se rompen las relaciones
es necesario buscar mecanismos para reconstruirlas. Por eso, Jesús propone,
como solución, la reconciliación que, paradójicamente es presentada en el texto
por encima del culto, algo tan importante y sagrado para los judíos. Este debe
posponerse a la reconciliación. De esta manera, Jesús pone en claro lo
fundamental del perdón y la primacía de las relaciones fraternas por encima de
los deberes cultuales. Este planteamiento constituye una nueva formulación de
la ley que acentúa su fuerza en la dignidad del hombre y en las nuevas
relaciones de fraternidad que se deben construir entre ellos.
El texto de Mateo es un
llamado para todos los que vivimos en medio de esta sociedad generadora, no
solo de la muerte física de tantos hombres y mujeres víctimas de la violencia y
de las estructuras injustas del capitalismo neoliberal, como también del odio,
el desprestigio, los insultos y las persecuciones a fin de que reconstruyamos,
desde el evangelio, nuevas relaciones fraternas en el perdón y en la
convivencia social.
Servicio
Bíblico Latinoamericano