viernes, 26 de agosto de 2011

"¡Señor, Señor, ábrenos!"


¡Amor y paz!

Con la parábola de hoy, Jesús insiste en que la muerte del discípulo es el fruto de su vida. La muerte en sí misma no tiene nada de terrible ni de decisivo; corona la vida que se ha llevado (13: «Estad en vela»). 

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este Viernes de la XXI Semana del Tiempo Ordinario.

Dios los bendiga…

Evangelio según San Mateo 25,1-13.

Por eso, el Reino de los Cielos será semejante a diez jóvenes que fueron con sus lámparas al encuentro del esposo.  Cinco de ellas eran necias y cinco, prudentes. Las necias tomaron sus lámparas, pero sin proveerse de aceite, mientras que las prudentes tomaron sus lámparas y también llenaron de aceite sus frascos. Como el esposo se hacía esperar, les entró sueño a todas y se quedaron dormidas. Pero a medianoche se oyó un grito: 'Ya viene el esposo, salgan a su encuentro'. Entonces las jóvenes se despertaron y prepararon sus lámparas. Las necias dijeron a las prudentes: '¿Podrían darnos un poco de aceite, porque nuestras lámparas se apagan?'. Pero estas les respondieron: 'No va a alcanzar para todas. Es mejor que vayan a comprarlo al mercado'. Mientras tanto, llegó el esposo: las que estaban preparadas entraron con él en la sala nupcial y se cerró la puerta. Después llegaron las otras jóvenes y dijeron: 'Señor, señor, ábrenos', pero él respondió: 'Les aseguro que no las conozco'. Estén prevenidos, porque no saben el día ni la hora. 

Comentario

La parábola de las diez vírgenes pone de manifiesto dos tipos de actitudes que las comunidades cristianas y sus integrantes pueden adoptar frente a la venida del Reino.

Todas “las vírgenes” “tomaron sus lámparas y salieron a recibir al esposo” (v.1). En las interpretaciones rabínicas se entiende que las “hijas de Jerusalén” del Cantar de los Cantares son grupos de discípulos que esperan la llegada del Mesías, llevando la luz de la Ley de Moisés. La parábola señala, además, que todas ellas “empezaron todas a dar cabezadas y quedaron dormidas” (v.5) ante la tardanza del novio.

Los elementos comunes sirven para poner de relieve los contrastes. Ya desde el inicio se tiene cuidado de explicitar que unas eran “necias” y otras eran “sensatas”. Ambos términos aparecen también referidos a los hombres que actúan o no la enseñanza de Jesús en Mt 7,24-27. Se trata por tanto, de grupos de discípulos de Jesús que, en sus acciones, realizan o no lo enseñado por Jesús. Igualmente la referencia al “aceite” era común en el judaísmo de la época para señalar las obras buenas que se debían realizar.

Por consiguiente nos encontramos con la sabiduría de un grupo de muchachas que sale con sus “lámparas” (antorchas embebidas en aceite) y que, junto con ellas, llevan una provisión de combustible. Ante el anuncio de la llegada del novio, se levantan y disponen sus lámparas. La posesión del aceite las hace aptas, “estaban preparadas” (v.10), y, por consiguiente, pueden entrar con el novio al banquete de bodas.

Por el contrario, el otro grupo de muchachas en la misma situación se encuentran desprovistas. Ruegan de sus compañeras sensatas la concesión del combustible, pero nadie puede vigilar al puesto del otro. Son aquellas personas que no han traducido en su vida el mensaje de Jesús con una actuación coherente. En el momento último de la persecución y de la muerte que permite la entrada al Reino de Dios se encuentran sin la práctica que el mensaje de Jesús exigía. Por consiguiente deben correr a comprarlo y, por lo mismo pierden la oportunidad de entrar a la sala del banquete con el esposo que llega “a la medianoche” (v.6). Al regreso, encuentran la puerta irremediablemente cerrada y reciben del esposo un rechazo definitivo expresado con la frase: “No sé quiénes son” (v.11), a semejanza de aquellos que en Mt 7,23 no fueron capaces de adecuarse a las exigencias del seguimiento de Jesús.
La acogida de éste no reside en las palabras que se pronuncian, por más que en dichas palabras se encierre la proclamación de Jesús como “Señor” (v.11). Es necesaria una práctica coherencia que haya sido capaz de producir en la actuación los frutos del mensaje que Jesús exige a cada comunidad y a cada uno de sus integrantes.

Frente a la presencia del novio se ponen en claro las responsabilidades frente a dicho mensaje. El grupo de las “necias”, sin el aceite de las buenas obras, está impreparado para entrar con el novio al banquete. El aceite ajeno no puede suplir la ausencia de ese elemento en la propia vida.

Por el contrario, el otro grupo ha entendido lo que exige Jesús para la participación al banquete de bodas. Su espera es eficaz en cuanto ha sido capaz de actuar coherentemente frente al Reino futuro. De allí su participación plena en la alegría definitiva.

Diario Bíblico. Cicla (Confederación Internacional Claretiana de Latinoamérica)
www.mercaba.com