sábado, 29 de octubre de 2016

Humildad cristiana vs. soberbia mundana

¡Amor y paz!

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este sábado de la 30ª semana del Tiempo Ordinario.

Dios nos bendice…

Evangelio según San Lucas 14,1.7-11. 
Un sábado, Jesús entró a comer en casa de uno de los principales fariseos. Ellos lo observaban atentamente. Y al notar cómo los invitados buscaban los primeros puestos, les dijo esta parábola: "Si te invitan a un banquete de bodas, no te coloques en el primer lugar, porque puede suceder que haya sido invitada otra persona más importante que tú, y cuando llegue el que los invitó a los dos, tenga que decirte: 'Déjale el sitio', y así, lleno de vergüenza, tengas que ponerte en el último lugar. Al contrario, cuando te inviten, ve a colocarte en el último sitio, de manera que cuando llegue el que te invitó, te diga: 'Amigo, acércate más', y así quedarás bien delante de todos los invitados. Porque todo el que ensalza será humillado, y el que se humilla será ensalzado". 
Comentario

Jesús presenta esta parábola que tiene toda la actualidad en nuestras vidas y sociedades. La lucha por los primeros puestos es un espectáculo diario. Para tener un puesto basta un poco de suerte o la recomendación de alguien. Suelen surgir intrigas, chantajes, recomendaciones de niveles altos para esta clase de aspiraciones.

Nosotros, muchas veces pensamos que el puesto hace al hombre y por eso hoy Jesús nos recuerda que así no se mueve el Reino de Dios. El Maestro nos invita a poner en su justo valor esa tonta carrera.

Jesús desea que en nuestras actividades promovamos los rasgos de conducta propios del Reino que llega y que consiste en que quien quiere entrar en él ha de hacerse pequeño, no tener pretensiones de ser justo.

La verdadera grandeza es la que tenemos ante Dios. Los primeros puestos se ocupan en realidad ocupando los últimos. Nuestros deseos de grandeza y de dominio deben transformarse en propósitos de un humilde servicio.

Pidamos al Señor que nos motive a tener el coraje y la determinación de estar del lado de los humildes y de los pequeños, a ejemplo de la Virgen María que fue fiel al proyecto de Dios y así el Señor “miró la humildad de su esclava”.

¿Consideras a la humildad un valor del Reino frente al orgullo y al interés personal?

Servicio Bíblico Latinoamericano