¡Amor y paz!
¿Quién ocupa el lugar de Jesús en mi corazón? ¿A quién o a qué dedico mi tiempo y mis energías? ¿Cuál es el líder al que sigo? ¿El ídolo que me desvela y que más me interesa? ¿Cuál es aquel autor u obra que me seduce? ¿Quién con sus palabras y sus realizaciones me ha sabido convencer?
El Señor ha hecho hasta lo imposible: me ha mostrado la alegría que se experimenta servirle; me ha hecho ver la desilusión que se siente cuando se sigue a otros líderes y, al final, nada; me ha dado el ejemplo de tantas personas, de carne y hueso, que tuvieron la osadía y generosidad de seguirlo..
Me ha demostrado su coherencia de vida; ha padecido, muerto y resucitado por mí y se ha quedado en su Palabra y en su Eucaristía… ¿¡Qué más tiene que hacer Él para convencerme?!
Porque ha llegado otro Adviento, y pronto otra Navidad, y mi corazón aún sigue reseco, como sin vida… Todavía sigo sin aceptar y seguir a Jesús…
Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este viernes de la 2ª. Semana de Adviento.
Dios los bendiga…
Evangelio según San Mateo 11,16-19.
¿Con quién puedo comparar a esta generación? Se parece a esos muchachos que, sentados en la plaza, gritan a los otros: '¡Les tocamos la flauta, y ustedes no bailaron! ¡Entonamos cantos fúnebres, y no lloraron!'. Porque llegó Juan, que no come ni bebe, y ustedes dicen: '¡Ha perdido la cabeza!'. Llegó el Hijo del hombre, que come y bebe, y dicen: 'Es un glotón y un borracho, amigo de publicanos y pecadores'. Pero la Sabiduría ha quedado justificada por sus obras".
Comentario
El pasaje de Mateo que acabamos de leer, también es una especie de reproche a nuestra falta de coherencia, un reproche parecido al que hace Dios a Israel en el pasado y a nosotros hoy. Nos parecemos a la canción infantil que oyó Jesús cantar en alguna de las calles polvorientas de Nazaret o de Cafarnaum: "¡tocamos la flauta y ustedes no bailan, cantamos canciones tristes y ustedes no lloran!".
No aceptamos la predicación penitencial de Juan Bautista, su llamado a la conversión, porque nos parece demasiado severo. Pero tampoco acogemos la gozosa noticia de la salvación que trae Cristo, porque nos compromete a servir y amar en alegría y desprendimiento. Y para eso somos demasiado egoístas, pensamos mucho en nosotros mismos, en nuestra privacidad y nuestro orgullo. Eso de seguir a Jesús resulta demasiado igualitario y gratuito.
Pero ahí está la sabiduría divina manifestándose en los hechos. Donde ponemos un poco de amor y desprendimiento, algo de solidaridad y de respeto, florece la vida, renacen las sonrisas, encontramos hermanos. Donde hay egoísmo e indiferencia proliferan los males, el dolor y la muerte.
En este Adviento de preparación para celebrar el nacimiento de Jesús, dejémonos tocar un poco por la predicación penitencial de Juan, revisémonos un poco a ver si no hay algunos males que extirpar de nuestras vidas. Y dejémonos arrastrar por la corriente de amor y calurosa simpatía que siente Jesús por toda clase de personas, sobre todo por los pobres, humildes y pequeños. Terminaremos cantando alegremente al descubrir el amor y el servicio.
Diario Bíblico. Cicla (Confederación Internacional Claretiana de Latinoamérica)