miércoles, 30 de marzo de 2022

El Hijo hace únicamente lo que ve hacer al Padre

¡Amor y paz!

 

Los invito a leer y meditar la Palabra de Dios, en este miércoles de la 4a semana de Cuaresma C.

 

Dios nos bendice...

 

Lectura del Profeta Isaías           

49, 8-15

 

Así dice el Señor:

Así habla el Señor: En el tiempo favorable, yo te respondí, en el día de la salvación, te socorrí. Yo te formé y te destiné a ser la alianza del pueblo, para restaurar el país, para repartir las herencias devastadas, para decir a los cautivos: “¡Salgan!”, y a los que están en las tinieblas: “¡Manifiéstense!”. 

Ellos se apacentarán a lo largo de los caminos, tendrán sus pastizales hasta en las cumbres desiertas. No tendrán hambre, ni sufrirán sed, el viento ardiente y el sol no los dañarán, porque el que se compadece de ellos los guiará y los llevará hasta  las vertientes de agua. De todas mis montañas yo haré un camino y mis senderos serán nivelados. Sí, ahí vienen de lejos, unos del norte y del oeste, y otros, del país de Siním. ¡Griten de alegría, cielos, regocíjate, tierra! ¡Montañas, prorrumpan en gritos de alegría, porque el Señor consuela a su Pueblo y se compadece de sus pobres! Sión decía: “El Señor me abandonó, mi Señor se ha olvidado de mí”. ¿Se olvida una madre de su criatura, no se compadece del hijo de sus entrañas? ¡Pero aunque ella se olvide, yo no te olvidaré!

 

Palabra de Dios.

 

SALMO                   

Sal 144, 8-9. 13c-14. 17-18

 

R: El Señor es bondadoso y compasivo.

 

El Señor es bondadoso y compasivo,

lento para enojarse y de gran misericordia;

el Señor es bueno con todos

y tiene compasión de todas sus criaturas. R.

 

El Señor es fiel en todas sus palabras

y bondadoso en todas sus acciones.

El Señor sostiene a los que caen

Y endereza a los que están encorvados. R.

 

El Señor es justo en todos sus caminos

y bondadoso en todas sus acciones;

está cerca de aquellos que lo invocan,

de aquellos que lo invocan de verdad. R.

 

EVANGELIO

 

Lectura del santo Evangelio según san Juan    5, 17-30

 

Dijo Jesús:

Mi Padre no cesa nunca de trabajar; por eso yo trabajo también en todo tiempo.

Esta afirmación provocó en los judíos un mayor deseo de matarlo, porque no sólo no respetaba el sábado, sino que además decía que Dios era su propio Padre, y se hacía igual a Dios.

Jesús prosiguió, diciendo:

Yo os aseguro que el Hijo no puede hacer nada por su cuenta; él hace únicamente lo que ve hacer al Padre: lo que hace el Padre, eso hace también el Hijo. Pues el Padre ama al Hijo y le manifiesta todas sus obras; y le manifestará todavía cosas mayores, de modo que vosotros mismos quedaréis maravillados. Porque así como el Padre resucita a los muertos dándoles la vida, así también el Hijo da la vida a los que quiere.

El Padre no juzga a nadie, sino que le ha dado al Hijo todo el poder de juzgar. Y quiere que todos den al Hijo el mismo honor que dan al Padre. El que no honra al Hijo, tampoco honra al Padre que lo ha enviado. Yo os aseguro que quien acepta lo que yo digo y cree en el que me ha enviado, tiene la vida eterna; no sufrirá un juicio de condenación, sino que ha pasado de la muerte a la vida.

Os aseguro que está llegando la hora, mejor aún, ha llegado ya, en que los muertos oirán la voz del Hijo de Dios, y todos los que la oigan, vivirán. El Padre tiene el poder de dar la vida, y ha dado al Hijo ese mismo poder. Le ha dado también autoridad para juzgar, porque es el Hijo del hombre. «No os admiréis de lo que os estoy diciendo, porque llegará el momento en que todos los muertos oirán su voz y saldrán de los sepulcros. Los que hicieron el bien resucitarán para la vida eterna, pero los que hicieron el mal resucitarán para su condenación.

Yo no puedo hacer nada por mi cuenta. Juzgo según lo que Dios me dice, y mi juicio es justo, porque no pretendo actuar según mi voluntad, sino que cumplo la voluntad del que me ha enviado.

 

Palabra del Señor.

 

PARA REFLEXIONAR

  • En la primera lectura el profeta Isaías describe el retorno del Exilio, signo y prenda de la liberación mesiánica, con los temas y las imágenes renovados del antiguo éxodo de Egipto. Estamos ante uno de los cuatro cánticos del Siervo de Yahvé, que nos prepara para ver luego, en Cristo, al enviado de Dios.
  • Es un canto que resalta el amor de un Dios que quiere a su pueblo, a pesar de sus extravíos. Un Dios que es pastor y agricultor, médico y hasta madre. Que se prepara a salvar a los suyos del destierro, a restaurar a su pueblo. Dios no quiere que su pueblo sufra o padezca, por eso los conduce compasivo y los guía a manantiales de agua. Entonces, todo será alegría y vida.
  • El Dios de la alianza es el Dios de la creación que tiene amor eterno por su pueblo, parecido al amor de una madre por sus hijos que se expresa de una manera concreta en toda su gratuidad y fidelidad indefectible.

***

  • Jesús de Nazaret, es ese Siervo, a quien Dios ha enviado a curar y liberar, a devolver la alegría, la luz y la vida.
  • El pasaje de hoy, es continuación del milagro que leíamos ayer, que lo ha mostrado curando al paralítico que esperaba junto a la piscina; y que provocó una vez más, la ira de sus adversarios. Los judíos lo perseguían a causa de las curaciones que realizaba en sábado. Para fundamentar sus obras, Jesús revela su propia identidad de Hijo de Dios, poniéndose así por encima de la Ley.
  • Jesús «obra» en nombre de Dios, su Padre. Igual que Dios da vida. Como hijo, aprende en la escuela de su Padre. La total unidad entre la acción del Padre y la del Hijo es fruto de la completa obediencia del Hijo; que ama la voluntad del Padre y comparte su amor desmesurado por los pecadores.
  • Jesús había hecho referencia al Padre, pero siempre marcando una distinción: la Paternidad de Dios es diferente si se trata de Cristo o de los hombres. Y los judíos que lo escuchaban le entendían muy bien: no era Hijo de Dios como los otros, sino que la filiación que reclama para Él mismo es una filiación natural. Jesús afirma que su naturaleza y la del Padre son iguales, aun siendo personas distintas. Manifiesta de esta manera su divinidad. Por eso el Padre da al Hijo lo que a Él sólo pertenece: el poder sobre la vida y la autoridad del juicio. Un jui­cio que no se da más allá de la historia; el juicio se está celebrando ya, la sen­tencia se la da el hombre mismo.
  • La expresión dar sentencia indica la separación que la presencia de Jesús provoca entre los que están a favor o en contra del hombre. No existen otros principios o códigos de moralidad o de conducta, que puedan pretender autoridad divina; no se puede actuar contra Jesús en nombre de la Ley. Estar con Jesús es estar con Dios; estar contra Él es estar contra Dios. Jesús mismo, expresión plena y total del proyecto de Dios, es el criterio: su persona y actividad disciernen entre bien y mal. El proyecto de Jesús actualiza el proyecto de Dios, que sigue teniendo como fundamento a Dios Padre, el amor, la fe, la palabra y la vida.
  • Esta íntima relación entre Padre e Hijo puede extenderse también a los hombres por medio de la escucha obediente de la Palabra de Jesús.
  • Los que crean en Jesús y lo acepten como al enviado de Dios son los que tendrán vida. Los que no, son autoexcluidos. El regalo que Dios ha hecho a la humanidad en su Hijo es, a la vez, don y juicio.
  • A todos los que escuchan con fe su Palabra y la guardan en el corazón, les da el poder de llegar a ser hijos de Dios; desde ahora pasan de la muerte a la vida eterna, y, en el último día, no encontrarán al juez, sino al Padre, que los espera desde siempre, porque en ellos reconoce el rostro de su Hijo amado, el Unigénito, convertido por nosotros en hermano mediador y salvador.
  • La esperanza se abre y se nos regala una nueva luz para nuestra vida de todos los días. Vivir como hijos es la herencia eterna y, a la vez, el tesoro secreto que nos sostiene en nuestro fatigoso andar de cada día.

 

ARZOBISPADO DE  BUENOS AIRES

Vicaría de Pastoral