¡Amor y paz!
Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio
y el comentario, en este miércoles en que celebramos la fiesta de San Lorenzo,
diácono y mártir.
Dios nos bendice...
Evangelio según San Juan 12,24-26.
Les aseguro que si el grano de trigo que cae en la tierra no muere, queda solo; pero si muere, da mucho fruto. El que tiene apego a su vida la perderá; y el que no está apegado a su vida en este mundo, la conservará para la Vida eterna. El que quiera servirme que me siga, y donde yo esté, estará también mi servidor. El que quiera servirme, será honrado por mi Padre.
Comentario
1.1 Lorenzo era uno de los siete diáconos de Roma, o sea uno de
los siete hombres de confianza del Sumo Pontífice. Su oficio era de gran
responsabilidad, pues estaba encargado de distribuir las ayudas a los pobres.
En el año 257 el emperador Valeriano publicó un decreto de persecución en el
cual ordenaba que todo el que se declarara cristiano sería condenado a muerte.
El 6 de agosto el Papa San Sixto estaba celebrando la santa Misa en un
cementerio de Roma cuando fue asesinado junto con cuatro de sus diáconos por la
policía del emperador. Cuatro días después fue martirizado su diácono San
Lorenzo.
1.2 La antigua tradición dice que cuando Lorenzo vio que la Sumo
Pontífice lo iban a matar le dijo: "Padre mío, ¿te vas sin llevarte a tu
diácono?" y San Sixto le respondió: "Hijo mío, dentro de pocos días
me seguirás". Lorenzo se alegró mucho al saber que pronto iría a gozar de
la gloria de Dios.
2.
Servidor de los Pobres
2.1 Entonces Lorenzo viendo que el peligro llegaba, recogió todos
los dineros y demás bienes que la Iglesia tenía en Roma y los repartió entre
los pobres.
2.2 El alcalde de Roma, que era un pagano muy amigo de conseguir
dinero, llamó a Lorenzo y le dijo: "Me han dicho que los cristianos
emplean cálices y patenas de oro en sus sacrificios, y que en sus celebraciones
tienen candeleros muy valiosos. Vaya, recoja todos los tesoros de la Iglesia y
me los trae, porque el emperador necesita dinero para costear una guerra que va
a empezar". Lorenzo le pidió que le diera tres días de plazo para reunir
todos los tesoros de la Iglesia, y en esos días fue invitando a todos los
pobres, lisiados, mendigos, huérfanos, viudas, ancianos, mutilados, ciegos y
leprosos que él ayudaba con sus limosnas. Y al tercer día los hizo formar en
filas, y mandó llamar al alcalde diciéndole: "Ya tengo reunidos todos los
tesoros de la iglesia. Le aseguro que son más valiosos que los que posee el
emperador".
2.3 Llegó el alcalde muy contento pensando llenarse de oro y plata
y al ver semejante colección de miseria y enfermedad se disgustó enormemente,
pero Lorenzo le dijo: "¿por qué se disgusta? ¡Estos son los tesoros más
apreciados de la iglesia de Cristo!"
3. La
Hora Final
3.1 El alcalde lleno de rabia le dijo: "Pues ahora lo mando
matar, pero no crea que va a morir instantáneamente. Lo haré morir poco a poco
para que padezca todo lo que nunca se había imaginado. Ya que tiene tantos
deseos de ser mártir, lo martirizaré horriblemente". Y encendieron una
parrilla de hierro y ahí acostaron al diácono Lorenzo. San Agustín dice que el
gran deseo que el mártir tenía de ir junto a Cristo le hacía no darle
importancia a los dolores de esa tortura.
3.2 Los cristianos vieron el rostro del mártir rodeado de un
esplendor hermosísimo y sintieron un aroma muy agradable mientras lo quemaban.
Los paganos ni veían ni sentían nada de eso. Después de un rato de estarse
quemando en la parrilla ardiendo el mártir dijo al juez: "Ya estoy asado
por un lado. Ahora que me vuelvan hacia el otro lado para quedar asado por
completo". El verdugo mandó que lo voltearan y así se quemó por completo.
Cuando sintió que ya estaba completamente asado exclamó: "La carne ya está
lista, pueden comer". Y con una tranquilidad que nadie había imaginado
rezó por la conversión de Roma y la difusión de la religión de Cristo en todo
el mundo, y exhaló su último suspiro. Era el 10 de agosto del año 258.
3.3 El poeta Prudencio dice que el
martirio de San Lorenzo sirvió mucho para la conversión de Roma porque la vista
del valor y constancia de este gran hombre convirtió a varios senadores y desde
ese día la idolatría empezó a disminuir en la ciudad. (Versión de Alejandro
Cañadas).
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