¡Amor y paz!
Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el
comentario, en este martes de la 2ª semana de Pascua, ciclo A.
Dios nos bendice...
Lectio Lectio: Juan
3,7b-15
Lectio
Martes, 21 de abril de 2020
Tiempo de
Pascua
1) Oración inicial
Te pedimos, Señor, que nos
hagas capaces de anunciar la victoria de Cristo resucitado; y pues en ella nos
has dado la prenda de los dones futuros, haz que un día los poseamos en
plenitud. Por nuestro Señor.
2) Lectura
Del
Evangelio según san Juan 3,7b-15
«Tenéis
que nacer de nuevo. El viento sopla donde quiere, y oyes su voz, pero no sabes
de dónde viene ni a dónde va. Así es todo el que nace del Espíritu.» Respondió
Nicodemo: «¿Cómo puede ser eso?» Jesús le respondió: «Tú eres maestro en Israel
y ¿no sabes estas cosas? «En verdad, en verdad te digo: nosotros hablamos de lo
que sabemos y damos testimonio de lo que hemos visto, pero vosotros no aceptáis
nuestro testimonio.
Si al deciros cosas de la tierra, no creéis, ¿cómo vais a creer si os digo cosas del cielo?
Nadie ha subido al cielo sino el que bajó del cielo, el Hijo del hombre. Y como Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el que crea tenga en él la vida eterna, para que quede de manifiesto que sus obras están hechas según Dios.»
Si al deciros cosas de la tierra, no creéis, ¿cómo vais a creer si os digo cosas del cielo?
Nadie ha subido al cielo sino el que bajó del cielo, el Hijo del hombre. Y como Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el que crea tenga en él la vida eterna, para que quede de manifiesto que sus obras están hechas según Dios.»
3) Reflexión
• El evangelio de hoy nos
trae la conversación de Jesús con Nicodemo. Nicodemo había oído hablar de las
cosas que Jesús hacía, se había quedado impresionado y quería hablar con Jesús
para poder entender mejor. Pensaba saber las cosas de Dios. Vivía con la
libreta del pasado en la mano para ver si la novedad que Jesús anunciaba era
conforme con lo antiguo. En la conversación, Jesús dice a Nicodemo que la única
manera que él, Nicodemo, tiene de entender las cosas de Dios es ¡nacer de
nuevo! Hay veces que somos como Nicodemo: aceptamos solamente aquello que
concuerda con nuestras viejas ideas. Otras veces, nos dejamos sorprender por
los hechos y no tenemos miedo a decir: "¡Nací de nuevo!"
• Cuando los evangelistas recuerdan las palabras de Jesús, tienen bien
presentes los problemas de las comunidades para quienes escriben. Las preguntas
de Nicodemo a Jesús son un espejo de las preguntas de las comunidades de Asia
Menor del final del siglo primero. Por esto, las respuestas de Jesús a Nicodemo
son, al mismo tiempo, una respuesta para los problemas de aquellas comunidades.
Así los cristianos hacían la catequesis en aquel tiempo. Muy probablemente, el
relato de la conversación entre Jesús y Nicodemo formaba parte de la catequesis
bautismal, pues allí se dice que las personas han de renacer del agua y del
espíritu (Jn 3,6).
• Juan 3,7b-8: Nacer de lo alto, nacer de nuevo, nacer del Espíritu. En griego,
la misma palabra significa de nuevo y de lo alto. Jesús había dicho: “Quien no
nace del agua y del Espíritu no puede entrar en el Reino de Dios” (Jn 3,5). Y
añadió: "Lo que nace de la carne es carne. Lo que nace del Espíritu es
Espíritu" (Jn 3,6). Aquí, carne significa aquello que nace solamente de
nuestras ideas. Lo que nace de nosotros tiene nuestro tamaño. Nacer del
Espíritu es ¡otra cosa! Y Jesús vuelve a afirmar otra vez lo que había dicho
antes: “Tenéis que nacer de lo alto (de nuevo)”. Osea, debéis renacer del
Espíritu que viene de lo alto. Y explica que el Espíritu es como el viento.
Tanto en hebraico como en griego, se usa la misma palabra para decir espíritu y
viento. Jesús dice: "El viento sopla donde quiere, y oyes su voz, pero no
sabes de dónde viene ni a dónde va. Así es todo el que nace del Espíritu.” El
viento tiene, dentro de sí, un rumbo, una dirección. Nosotros percibimos la
dirección del viento, por ejemplo, el viento del Norte o el viento del Sur,
pero no conocemos ni controlamos la causa a partir de la cual el viento se
mueve en una u otra dirección. Así es el Espíritu. "Nadie es seño del
Espíritu" (Ecl 8,8). Lo que más caracteriza el viento, el Espíritu, es la
libertad. El viento, el Espíritu, es libre, no puede ser controlado. Actúa
sobre los otros y nadie consigue actuar sobre él. Su origen es misterio, su
destino es misterio. El barquero tiene que descubrir, primero, el rumbo del
viento, luego debe poner las velas según ese rumbo. Es lo que Nicodemo y todos
nosotros debemos hacer.
• Juan 3,9: Pregunta de Nicodemo: Cómo puede ocurrir esto? Jesús no hace nada
más que resumir lo que enseñaba el Antiguo Testamento sobre la acción del
Espíritu, del viento santo, en la vida del pueblo de Dios y que Nicodemo, como
maestro y doctor, debía de saber. Pero a pesar de ello, Nicodemo queda
espantado antes la respuesta de Jesús y se deja pasar por ignorante:"¿Cómo
puede ocurrir esto?"
• Juan 3,10-15: Respuesta de Jesús: la fe nace del testimonio y no del milagro.
Jesús da vuelta a la pregunta: "Tú eres maestro en Israel ¿y no sabes
esto?" Pues para Jesús, si una persona cree sólo cuando las cosas
concuerdan con sus propios argumentos e ideales, su fe todavía no es perfecta.
Perfecta es sí la fe de la persona que cree por el testimonio. Deja de lado sus
propios argumentos y se entrega, porque cree en aquel que dio testimonio.
4) Para la reflexión personal
• ¿Has tenido alguna vez una
experiencia que te dio la sensación de nacer de nuevo? ¿Como fue?
• Jesús compara la acción del Espíritu Santo con el viento. ¿Qué nos revela
esta comparación de cara a la acción del Espíritu de Dios en nuestra vida?
¿Pusiste ya las velas del barco de tu vida según la dirección del viento, del
Espíritu?
5) Oración final
El Señor está cerca de los
desanimados,
él salva a los espíritus hundidos.
Muchas son las desgracias del justo,
pero de todas le libra el Señor. (Sal 34,19-20)
él salva a los espíritus hundidos.
Muchas son las desgracias del justo,
pero de todas le libra el Señor. (Sal 34,19-20)
Orden de los Carmelitas