jueves, 22 de marzo de 2012

Si la fe no se traduce en obras de amor, no es fe


¡Amor y paz!

El evangelista Juan destaca por qué los judíos no creyeron a Jesús y al leer el texto de hoy y cotejarlo con otros apartes del Evangelio se deduce que:

1. No aceptaron el testimonio de Juan a favor de Jesús: “Vio Juan a Jesús que venía a su encuentro, y al verlo dijo a los que estaban con él: ‘He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo’.” (Jn 1, 29ss).
2. No atendieron a las obras del propio Jesús: “Los ciegos ven, los cojos andan, los sordos oyen, los muertos resucitan, y a los pobres se les anuncia el Evangelio…"(Lc 7, 22).
3. No escucharon el testimonio del Padre: "Este es mi Hijo muy amado, en quien tengo todas mis complacencias" (Mc 1, 9).
4. No está en ellos el amor de Dios: “llamando Herodes a su guardia personal, ordenó que fuesen a la cárcel, lo decapitasen y le entregaran a la muchacha (la hija de la adúltera) la cabeza de Juan” (Mt 14, 1ss);
5. A diferencia del Bautista, no buscan la gloria que viene del único Dios, sino la propia gloria: “El que ha de venir después de mí es más poderoso que yo, y yo no soy digno ni siquiera de soltar la correa de sus sandalias”. (Mc 1, 7)
6. Presumen de Moisés, pero en realidad no creen a Moisés ni dan fe a sus escritos: “Herodías se divorció de su esposo y se casó con Herodes, y entonces Juan fue con él y le recriminó diciendo: ‘No te es lícito tener por mujer a la que es de tu hermano’” (Mc 6, 18).

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio en este jueves de la IV Semana de Cuaresma.

Dios los bendiga…

Evangelio según San Juan 5,31-47.
Si yo diera testimonio de mí mismo, mi testimonio no valdría. Pero hay otro que da testimonio de mí, y yo sé que ese testimonio es verdadero. Ustedes mismos mandaron preguntar a Juan, y él ha dado testimonio de la verdad. No es que yo dependa del testimonio de un hombre; si digo esto es para la salvación de ustedes. Juan era la lámpara que arde y resplandece, y ustedes han querido gozar un instante de su luz. Pero el testimonio que yo tengo es mayor que el de Juan: son las obras que el Padre me encargó llevar a cabo. Estas obras que yo realizo atestiguan que mi Padre me ha enviado. Y el Padre que me envió ha dado testimonio de mí. Ustedes nunca han escuchado su voz ni han visto su rostro, y su palabra no permanece en ustedes, porque no creen al que él envió. Ustedes examinan las Escrituras, porque en ellas piensan encontrar Vida eterna: ellas dan testimonio de mí, y sin embargo, ustedes no quieren venir a mí para tener Vida. Mi gloria no viene de los hombres. Además, yo los conozco: el amor de Dios no está en ustedes. He venido en nombre de mi Padre y ustedes no me reciben, pero si otro viene en su propio nombre, a ese sí lo van a recibir. ¿Cómo es posible que crean, ustedes que se glorifican unos a otros y no se preocupan por la gloria que sólo viene de Dios? No piensen que soy yo el que los acusaré ante el Padre; el que los acusará será Moisés, en el que ustedes han puesto su esperanza. Si creyeran en Moisés, también creerían en mí, porque él ha escrito acerca de mí. Pero si no creen lo que él ha escrito, ¿cómo creerán lo que yo les digo?".
Comentario

En el evangelio de Juan, los judíos entran en conflicto con Jesús porque no comprenden que la Escritura es una mediación para entrar en comunión con el Dios de la vida y con la vida del pueblo, y no como ellos que terminan idolatrando la ley. Jesús sigue presentando su defensa como si estuviera ante un tribunal. De acusado pasa a acusador, al demostrar con una serie de testigos la ceguera, la sordera y la falta de fe de sus adversarios. Dan testimonio de Jesús, Juan Bautista, sus obras realizadas, la Escrituras y el mismo Moisés. Jesús resalta la importancia de las obras al considerarlas como un testimonio mayor que el de Juan. Las obras son los signos realizados. Así como el pueblo veía y era consciente de las obras realizadas por Dios en la historia de Israel, desde la liberación de Egipto hasta el momento mismo de Jesús, en la práctica de la vida cotidiana las olvidaba. De igual manera, aunque ha visto las obras de Jesús, el pueblo no se ha convertido a su Palabra. No hay duda de que para los cristianos las obras son la mejor manera de demostrar la fe en el Señor Jesús. Por esto asusta cuando se escucha que un país con el 98% de cristianos, alcanza también altos porcentajes de desigualdad social, de corrupción, de violación de los derechos humanos, intolerancia política, etc.

Las últimas palabras de Jesús a sus adversarios suenan desconcertantes: "No piensen que seré yo quien los acuse ante el Padre. Es Moisés quien los acusa, aquel mismo en el que ustedes creen". Moisés, a quienes ellos pretenden seguir, los condena por haberle robado la vida a la ley, inundándola de normas y cargas pesadas.

Desde esta perspectiva podemos entender cómo muchos hombres y mujeres se llaman cristianos a pesar de que alimentan estructuras sociales injustas, corruptas, violadoras de derechos humanos, por sus intereses mezquinos y egoístas. La razón es simple, creen como los fariseos que con cumplir algunas normas (ir a misa, confesarse, dar limosna, ir en peregrinación a Roma o Tierra Santa, etc.) tienen la salvación en las manos, sin darse cuenta de que, mientras la fe no se traduzca en obras de amor y de vida, no estamos siguiendo al Jesús del Evangelio.

Diario Bíblico. Cicla (Confederación Internacional Claretiana de Latinoamérica)