¡Amor y paz!
Los invito,
hermanos, a leer y meditar el Evangelio, en este sábado de la 30a semana del
Tiempo Ordinario, en que conmemoramos a Todos los Fieles Difuntos.
Dios nos bendice...
Lectio Divina: Todos los fieles difuntos
Lectio
Sábado, 2 Noviembre
, 2019
El
pan de la vida
Juan
6, 37-40
1. LECTIO
a) Oración inicial:
Espíritu, ven de los
cuatro vientos y sopla sobre estos muertos para que revivan (Ez 37,9), ven
Espíritu Santo, sopla sobre nuestra mente, sobre nuestro corazón, sobre nuestra
alma, para que seamos en Cristo una nueva creación, primicia de la vida eterna.
Amén
b)
Lectura del Evangelio:
En aquel tiempo, les
dijo Jesús: 37«Todo lo que me dé el Padre vendrá a mí, y al que
venga a mí no lo echaré fuera; 38 porque he
bajado del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me ha
enviado. 39 Y esta es la voluntad del que me ha enviado: que
no pierda nada de lo que él me ha dado, sino que lo resucite el último
día. 40 Porque esta es la voluntad de mi Padre: que todo
el que vea al Hijo y crea en él, tenga vida eterna y que yo le resucite el
último día.»
c)
Momentos de silencio orante:
para que la Palabra de
Dios pueda entrar en nosotros e iluminar nuestras vidas
2. MEDITATIO
a)
Clave de lectura:
En el evangelio de
Juan, el punto de vista fundamental sobre Jesús y su misión es que el Verbo
hecho carne ha sido enviado por el Padre al mundo para darnos la vida y salvar
lo que estaba perdido. El mundo por su parte rechaza al Verbo encarnado. El
prólogo del Evangelio nos presenta este pensamiento (Jn 1, 1-18), que
sucesivamente el evangelista continuará elaborando en el relato evangélico.
También los evangelios sinópticos, a su modo, anuncian esta novedad. Piénsese
en las parábolas de la oveja extraviada y del drama perdido (Lc 15, 1-10), o en
la declaración: no he venido a llamar a los justos, sino a los
pecadores (Mc 2, 17).
Esta línea de
pensamiento lo encontramos también en este pasaje: He
bajado del cielo no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del
que me ha enviado (Jn 6,38) . Y esta es la voluntad de mi Padre, que quien
vea al Hijo y crea en Él tenga la vida eterna (Jn 6,40). Palabras claves
del evangelio de Juan son: ver y creer. Ver, implica y
significa automáticamente creer en el Hijo enviado por el Padre. Con
esta forma de fe el creyente posee ya la vida eterna. En el evangelio de Juan,
la salvación del mundo se cumple en la primera venida de Cristo a través de la
encarnación y con la resurrección de aquél que se deja elevar en la cruz. La
segunda venida de Cristo en el último día será el complemento a este misterio
de salvación
El pasaje del
evangelio de hoy está sacado de la sesión que habla del ministerio de Jesús (Jn
1, 12). El texto nos lleva a la Galilea, al tiempo de la Pascua, la segunda vez
en el texto juaneo: Después de estos hechos, Jesús partió a la otra orilla
del mar de Galilea...Estaba vecina la Pascua, la fiesta de los Judíos (Jn
6, 1, 4). Una gran muchedumbre lo seguía (Jn 6,2) y Jesús viendo a la
gente que lo seguía multiplica los panes. La gente lo quiere proclamar rey,
pero Jesús huye y se retira a la montaña Él solo (Jn 6,15). Después
de una breve pausa que nos hace ver al Señor caminando sobre las aguas (Jn 6,
16-21), el relato sigue al otro día(Jn 6, 22), con la gente que continúa
esperando y buscando a Jesús. Sigue después el discurso sobre el pan de la vida
y la amonestación de Jesús a buscar el alimento que siempre perdura (Jn 6, 22).
Jesús se define a sí mismo como el pan de la vida, haciendo referencia al maná
dado al pueblo por Dios mediante Moisés, como una figura del verdadero pan que
desciende del cielo y da la vida al mundo (Jn 6, 30 -36). En este
ámbito se desarrolla las palabras de Jesús que nosotros estamos usando para
nuestra Lectio (Jn 6, 37-40). En este contexto encontramos una nueva oposición
y un nuevo rechazo de la revelación de Cristo como el pan de la vida (Jn, 6,
41-66).
Las palabras de Jesús
sobre el que viene a Él, hacen eco de la invitación de Dios a participar en los
bienes del banquete de la alianza (Is 55, 1-3). Jesús no rechaza a los que van
a Él, sino que les da la vida eterna. Su misión es precisamente buscar y
salvar lo que estaba perdido (Lc 19, 27). Esto nos recuerda el relato del
encuentro de Jesús con la Samaritana junto al pozo de Jacob (Jn 4, 1- 42).
Jesús no rechaza a la Samaritana, sino que comienza con ella un diálogo
"pastoral" con la mujer que viene al pozo por el agua material y
encuentra el hombre, el profeta y el Mesías que le promete el agua de la vida
eterna (Jn 4, 13-15). Tenemos pues en el relato la misma estructura: de una
parte la gente busca el pan material y de la otra, por el contrario, se hace
por parte de Jesús todo un discurso espiritual sobre el pan de la vida.
También el testimonio
de Jesús, que come el pan de la voluntad de Dios (Jn 4, 34), reconfirma lo que
el Maestro enseña en este pasaje evangélico (Jn 6, 38).
En la última cena
vuelve a tomar una vez más todo este discurso en el capítulo 17. Es Él el que
da la vida eterna (Jn 17, 2), conserva y guarda a todos los que el Padre le ha
dado. De éstos ninguno se ha perdido, sino el hijo de la perdición (Jn 17, 12-13)
b)
Algunas preguntas:
para orientar la
meditación y actualizarla.
* El Verbo hecho carne
es enviado por el Padre al mundo para darnos vida, pero el mundo rechaza al
Verbo encarnado. ¿Acepto en mi vida al Verbo encarnado que da la vida eterna?
¿Cómo?
* He bajado del cielo
no para hacer mi voluntad, sino la voluntad de aquél que me ha enviado (Jn 6,
38). En Jesús vemos la obediencia a la voluntad del Padre ¿Interiorizo esta
virtud en mi vida para vivirla cada día?
* Quienquiera que ve
al Hijo y cree en Él tendrá la vida eterna (Jn 6, 40). ¿Quién es Jesús para mí?
¿Trato de verlo con los ojos de la fe, escuchando sus palabras contemplando su
modo de ser? ¿Qué significa para mi la vida eterna?
3. ORATIO
a)
Salmo 22:
El Señor es mi pastor,
nada me falta.
En verdes pastos me
hace reposar.
Me conduce a fuentes
tranquilas,
allí reparo mis
fuerzas.
Me guía por cañadas
seguras
haciendo honor a su
nombre.
Aunque fuese por valle
tenebroso,
ningún mal temería,
pues tú vienes
conmigo;
tu vara y tu cayado me
sosiegan.
Preparas ante mí una
mesa,
a la vista de mis
enemigos;
perfumas mi cabeza,
mi copa rebosa.
Bondad y amor me
acompañarán
todos los días de mi
vida,
y habitaré en la casa
del Señor
un sinfín de días.
b)
Oración final:
Oh Dios, que nos nutre
en la mesa de tu palabra y del pan de la vida para hacernos crecer en el amor.
Concédenos acoger tu mensaje en nuestro corazón para llegar a ser en el mundo
levadura e instrumento de salvación. Por Cristo Nuestro Señor Amén.
4. CONTEMPLATIO
La contemplación es el
saber unir nuestro corazón y nuestra mente al Señor que con su Palabra nos
transforma en nuevas personas que cumplen siempre su voluntad. “Sabiendo estas
cosas, seréis dichosos si la ponéis en práctica” (Jn 13,17).
Orden de los Carmelitas