sábado, 30 de junio de 2012

La salvación que ofrece Jesús no es excluyente, sino universal

¡Amor y paz!

Continuando con San Mateo, ayer debimos haber leído sobre la curación de un leproso, cuando Jesús bajaba del monte del sermón, pero por la celebración de la fiesta de San Pedro y San Pablo, leímos otro aparte del Evangelio. Hoy el evangelista nos relata dos milagros más: en favor del criado de un centurión y de la suegra de Pedro.

El militar es pagano, romano, o sea, de la potencia ocupante. Sin embargo, la gracia no depende de si uno es judío o romano o de cualquier otra procedencia, sino de su actitud de fe. Y el centurión pagano da muestras de una gran fe y humildad, al punto de que Jesús alaba su actitud y lo pone como ejemplo.

La salvación que Jesús anuncia es universal, no sólo para el pueblo de Israel. Ayer curaba a un leproso, a un rechazado por la sociedad. Hoy atiende a un extranjero.

Los invito, hermanos, a leer y meditar el evangelio y el comentario, en este sábado de la 12ª. Semana del tiempo ordinario.

Dios los bendiga…      

Evangelio según San Mateo 8,5-17. 
Al entrar en Cafarnaún, se le acercó un centurión, rogándole": "Señor, mi sirviente está en casa enfermo de parálisis y sufre terriblemente". Jesús le dijo: "Yo mismo iré a curarlo". Pero el centurión respondió: "Señor, no soy digno de que entres en mi casa; basta que digas una palabra y mi sirviente se sanará. Porque cuando yo, que no soy más que un oficial subalterno, digo a uno de los soldados que están a mis órdenes: 'Ve', él va, y a otro: 'Ven', él viene; y cuando digo a mi sirviente: 'Tienes que hacer esto', él lo hace". Al oírlo, Jesús quedó admirado y dijo a los que lo seguían: "Les aseguro que no he encontrado a nadie en Israel que tenga tanta fe. Por eso les digo que muchos vendrán de Oriente y de Occidente, y se sentarán a la mesa con Abraham, Isaac y Jacob, en el Reino de los Cielos; en cambio, los herederos del Reino serán arrojados afuera, a las tinieblas, donde habrá llantos y rechinar de dientes". Y Jesús dijo al centurión: "Ve, y que suceda como has creído". Y el sirviente se curó en ese mismo momento. Cuando Jesús llegó a la casa de Pedro, encontró a la suegra de este en cama con fiebre. Le tocó la mano y se le pasó la fiebre. Ella se levantó y se puso a servirlo. Al atardecer, le llevaron muchos endemoniados, y él, con su palabra, expulsó a los espíritus y curó a todos los que estaban enfermos, para que se cumpliera lo que había sido anunciado por el profeta Isaías: El tomó nuestras debilidades y cargó sobre sí nuestras enfermedades. 
Comentario

Estos versículos nos relatan dos milagros de Jesús, la curación del criado del centurión y la curación de la suegra de Pedro. Dos milagros realizados a personas excluidas por la ley, menospreciadas por el rol que desempeñan en la sociedad. El verdadero milagro en estos acontecimientos es la liberación de los seres humanos al sentir la presencia de Dios cercana a ellos.

El centurión que pide a Jesús que sane a su siervo, consciente de ser pecador y excluido por la ley judía, se declara indigno. Pero es un hombre lleno de fe, cree en la misericordia y el poder de Jesús, y por eso se atreve a dirigirse a él.
El otro milagro es realizado en una mujer enferma y mayor. El texto no recrea mucho el acontecimiento, pero cuenta cómo Jesús se acerca a ella y la cura; al sentirse sana, la mujer se incorpora al grupo. Ese mismo día curó a varios enfermos.

Lo milagroso de los milagros es la liberación profunda de la humanidad. A través de ellos se realiza también una verdadera sanación más allá de la enfermedad física: Jesús demuestra con ellos que para Dios no hay marginados. El centurión, la mujer y los otros enfermos que le traían recibían a Jesús como una revelación que los curaba, les devolvía la vida activa, los ponía en pie, los incorporaba a la comunidad, los humanizaba. Al sanar Jesús a la mujer, relegada por el mero hecho de ser mujer, la incorpora al grupo, la hace compañera de apostolado, activa su espíritu para ponerla al servicio de la iglesia...

La fe abre las puertas que conducen a la cercanía de Dios y de su Hijo. Sin la fe es posible el milagro de descubrir a Dios en el interior de los seres humanos. Jesús con sus milagros sana a la humanidad desde dentro, quita las barreras que pone la exclusión y la marginación, acerca al ser humano a Dios. El milagro de los milagros es la mirada amorosa de Dios a la humanidad, que busca su liberación.

Servicio Bíblico Latinoamericano

viernes, 29 de junio de 2012

¿Quién es Jesús?


¡Amor y paz!

¿Quién es éste a quien obedecen el viento y el mar? ¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre? Jesús pregunta qué opinión tienen los hombres de él. El interrogante que Jesús abre en esta ocasión sigue abierto para todos los hombres de todos los tiempos. ¿Y vosotros, quién decís que soy yo?

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este jueves en que celebramos la solemnidad de los apóstoles Pedro y Pablo.

Dios los bendiga…

Evangelio según San Mateo 16,13-19.
Al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: "¿Qué dice la gente sobre el Hijo del hombre? ¿Quién dicen que es?". Ellos le respondieron: "Unos dicen que es Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, Jeremías o alguno de los profetas". "Y ustedes, les preguntó, ¿quién dicen que soy?". Tomando la palabra, Simón Pedro respondió: "Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo". Y Jesús le dijo: "Feliz de ti, Simón, hijo de Jonás, porque esto no te lo ha revelado ni la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en el cielo. Y yo te digo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder de la Muerte no prevalecerá contra ella. Yo te daré las llaves del Reino de los Cielos. Todo lo que ates en la tierra, quedará atado en el cielo, y todo lo que desates en la tierra, quedará desatado en el cielo". 
Comentario

"Son hombres de misericordia, cuyos beneficios no caen en el olvido; los bienes que dejaron a su posteridad subsisten siempre" (liturgia latina; si 44,10-11). Celebramos, bien amados, el día del nacimiento de los apóstoles Pedro y Pablo; y conviene... que su muerte sea llamada igualmente nacimiento, ya que engendra a la vida... He aquí lo que alcanzan los santos: por esta muerte que da vida, dejan esta vida que conduce a la muerte, para alcanzar esta vida vivificante que está en manos de Aquel mismo que "tiene la vida", el Padre, como lo dice Cristo (Jn 5,26)...

Hay tres tipos de hombres misericordiosos. Los primeros dan sus bienes... con vistas a suplir con lo que les sobra la penuria de otros... Los segundos distribuyen todos sus bienes, y para ellos de ahora en adelante... todo lo tienen en común con el otro... En cuanto a los terceros, no sólo lo dan todo, sino que “se dan ellos mismos por entero" (2Co 12,15) y se entregan en persona a los peligros de la prisión, al exilio y a la muerte, para alejar a otros del peligro en el que se encuentran sus almas. Ellos mismos son pródigos, porque están ávidos de los otros. Recibirán la recompensa de este amor "porque no existe amor más grande que dar su vida por aquellos a los que se ama" (Jn 15,13)...

Tales son estos gloriosos príncipes de la tierra y servidores del cielo donde hoy - después de largas privaciones "el hambre y la sed, el frío y la desnudez", de duras fatigas y peligros "de sus compatriotas, paganos y hermanos falsos" (2Co 11,26-27) - celebramos su muerte victoriosa. A tales hombres se aplica bien esta frase: "sus obras no caen en el olvido", porque no olvidaron la misericordia... Sí, a los misericordiosos "la suerte que les espera es espléndida, su herencia magnífica" (Sal.15, 6).

Isaac de la Estrella (?-v. 1171), monje cisterciense
Sermón 49, 1º para la fiesta de San Pedro y San Pablo; SC 339
©Evangelizo.org 2001-2012

jueves, 28 de junio de 2012

La oración debe traducirse en vida y compromiso

¡Amor y paz!

"No todo el que me dice: Señor, Señor...". Al acercarse a la conclusión del discurso, Mateo desarrolla una oposición a los diversos niveles. Hay quien habla continuamente de Dios ("Señor, Señor"), y luego se olvida de hacer su voluntad. Hay quien se hace la ilusión de trabajar por el Señor ("hemos profetizado en tu nombre, hemos arrojado los demonios, hemos hecho milagros"); pero luego, el día de las cuentas (el día de la verdad), verá que no lo ha conocido ("nunca os conocí; apartaos de mí").

Con estas palabras denuncia Jesús una disociación frecuente y muy perniciosa. El sabe que en el hombre frecuentemente hay como dos almas: una, que escucha, reflexiona, discute y programa; otra, que olvida obrar, aplicar los programas, satisfecha con la alegría de la escucha y la discusión. Una vida cristiana fundada en esta disociación es del todo inconsecuente. Es como una casa construida sin cimientos. Se construye de prisa, pero está destinada a hundirse.

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este jueves de la 12ª. semana del tiempo ordinario.

Dios los bendiga…

Evangelio según San Mateo 7,21-29.
No son los que me dicen: 'Señor, Señor', los que entrarán en el Reino de los Cielos, sino los que cumplen la voluntad de mi Padre que está en el cielo. Muchos me dirán en aquel día: 'Señor, Señor, ¿acaso no profetizamos en tu Nombre? ¿No expulsamos a los demonios e hicimos muchos milagros en tu Nombre?'. Entonces yo les manifestaré: 'Jamás los conocí; apártense de mí, ustedes, los que hacen el mal'. Así, todo el que escucha las palabras que acabo de decir y las pone en práctica, puede compararse a un hombre sensato que edificó su casa sobre roca. Cayeron las lluvias, se precipitaron los torrentes, soplaron los vientos y sacudieron la casa; pero esta no se derrumbó porque estaba construida sobre roca. Al contrario, el que escucha mis palabras y no las practica, puede compararse a un hombre insensato, que edificó su casa sobre arena. Cayeron las lluvias, se precipitaron los torrentes, soplaron los vientos y sacudieron la casa: esta se derrumbó, y su ruina fue grande". Cuando Jesús terminó de decir estas palabras, la multitud estaba asombrada de su enseñanza, porque él les enseñaba como quien tiene autoridad y no como sus escribas. 
Comentario

Es muy probable que Mateo polemice con ciertos carismáticos presuntuosos; gente que tenía siempre en los labios el nombre de Cristo, pero que luego no resolvía nada. Existe el peligro de una oración ("Señor, Señor") que no se traduzca en vida y en compromiso ("la voluntad de Dios"). Existe el riesgo de una escucha de la palabra que no se convierte en nada práctico y operante. Existe el riesgo de ciertos momentos comunitarios que se cierran en sí mismos.

Mateo ciertamente no condena la oración, ni la escucha de la palabra, ni el momento comunitario. Más aún, sabe muy bien que la oración, la escucha de la palabra y el encuentro comunitario son la raíz de la praxis cristiana. Pero la raíz debe justamente germinar. Porque permanece en pie que lo esencial de la vida cristiana no es decir, ni tampoco confesar a Cristo de palabra, sino practicar el amor concreto a los pobres, a los extraños y a los oprimidos.

Acuden a la mente las palabras de la escena grandiosa del juicio: "Venid, tomad posesión del reino, porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui peregrino y me acogisteis" (25,34ss).

Más aquí no podemos evitar una pregunta: ¿Por qué a veces la oración se cierra en sí misma, la escucha de la palabra no se traduce en vida y el encuentro con los hermanos no se abre al mundo? Pienso que la respuesta está implícitamente contenida en una advertencia que el evangelista ha subrayado ya: "Nadie puede servir a dos señores".

Ahora bien, la disociación que estamos describiendo es justamente el intento desesperado de servir a dos señores: servir a Dios con la oración, con la escucha de la palabra, con el contacto con los hermanos, y, luego, servir al mundo y a nosotros mismos con las opciones concretas y cotidianas de la vida (la profesión, la política, y así sucesivamente). 

La raíz de la disociación me parece que es el intento de salvar la obediencia a Dios y, a la vez, de sustraerse a la exigencia de conversión que lleva consigo. Es siempre, desde luego, una falta de fe. Al no sentirnos seguros a la sombra de la palabra de Dios (palabra que, no obstante, escuchamos y en la que nos complacemos), seguimos buscando la seguridad propia en nosotros mismos. A Dios la oración y la meditación; a nuestros intereses el resto de la vida. Es un intento verdaderamente insensato de servir a dos señores. Sigue entonces siendo cierto, como nos lo ha sugerido reiteradamente el evangelista, que es de la vida cotidiana de donde se deduce si tenemos o no un solo señor; que por la vida cotidiana se entiende quién es de veras nuestro señor.

BRUNO MAGGIONI
EL RELATO DE MATEO
EDIC. PAULINAS/MADRID 1982.Pág. 83

miércoles, 27 de junio de 2012

Que no nos engañen los lobos rapaces con piel de oveja

¡Amor y paz!

Al leer el Evangelio de hoy, recordé una práctica habitual de las ‘headhunters’, empresas consultoras especializadas en conseguir talento de alto nivel, de perfil gerencial. La dinámica de estas empresas es distinta a la de las agencias de empleo. De una parte porque son ellas las que contactan al candidato, usualmente empleado y, de otra, porque para conocer al prospecto no recurren a los amigos que él coloca como referencia, sino a los competidores o personas con las que él tiene diferencias. Es obvio que los amigos darán excelentes referencias. Falta ver qué opinan los que no lo son tanto.

Pues el Evangelio nos plantea  que no juzguemos al hombre por las apariencias, que son frecuentemente engañosas, sino por lo que hace. Si las palabras y las intenciones siguen una dirección y la práctica otra, la segunda es la que revela el corazón del hombre, sus opciones profundas, sus verdaderos intereses.

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este miércoles de la 12a. semana del tiempo ordinario.

Dios los bendiga…

Evangelio según San Mateo 7,15-20.
Tengan cuidado de los falsos profetas, que se presentan cubiertos con pieles de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los reconocerán. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos o higos de los cardos? Así, todo árbol bueno produce frutos buenos y todo árbol malo produce frutos malos. Un árbol bueno no puede producir frutos malos, ni un árbol malo, producir frutos buenos. Al árbol que no produce frutos buenos se lo corta y se lo arroja al fuego. Por sus frutos, entonces, ustedes los reconocerán. 
Comentario

Preguntémonos sobre qué frutos el Señor quiere llamar la atención para reconocer el árbol. Algunos consideran como frutos lo que constituye las vestiduras de las ovejas, así los lobos pueden engañarlos. Quiero indicar aquí los ayunos, las oraciones, las limosnas y todas las obras que pueden ser hechas por los hipócritas. Sin esto Jesús no habría dicho: "Absteneos de hacer justicia delante de los hombres, para llamarles la atención " (Mt 6,1)... 

Muchos dan a los pobres por ostentación y no por benevolencia; muchos rezan 
o más bien parece que rezan, pero no lo hacen por Dios sino más bien por la estima de los hombres; muchos ayunan y fingen una austeridad asombrosa, para atraerse la admiración de los que ven sus obras. Todas estas obras son engaños... El Señor concluye que estos frutos no son suficientes para juzgar el árbol. Las mismas acciones hechas con una intención recta y en verdad constituyen la vestidura de las ovejas auténticas...

El apóstol Pablo nos dice por qué frutos reconoceremos el árbol malo: "Es fácil reconocer las obras de la carne: desenfreno, impureza, obscenidad, idolatría, brujería, odios, disputas, celos, cólera, disensión, sectarismo, rivalidades, borracheras, rencillas y cosas semejantes " (Ga 5,19-20). El mismo apóstol nos dice seguidamente por qué frutos podemos reconocer un árbol bueno: "Pero al contrario los frutos del Espíritu son amor, alegría, paz, paciencia, benevolencia, bondad, fe, humildad y control de sí" (v. 22-23).

Hay que saber que la palabra "alegría" se toma aquí en su sentido propio; los hombres malvados en sentido propio ignoran la alegría, pero conocen el placer... Es el sentido propio de la palabra, lo que sólo los buenos conocen; "no hay alegría para los impíos, dice el Señor" (Is 48,22). Lo mismo ocurre con la fe verdadera. Las virtudes enumeradas pueden ser disimuladas por los malos y los impostores, pero no engañan al ojo limpio y puro capaz de discernirlo.

San Agustín (354-430), obispo de Hipona (África del Norte) y doctor de la Iglesia
Explicación del Sermón de la Montaña, cap. 24, §80-81
©Evangelizo.org 2001-2012

martes, 26 de junio de 2012

“Ancha es la puerta y espacioso el camino que lleva a la perdición”

¡Amor y paz!

Ancho es el camino que lleva a la perdición y son muchos los que van por allí. Eso nos los recuerda Jesús hoy. Porque el camino que lleva a la salvación es como una puerta estrecha por la que no todos pueden entrar. Es exigente, implica sacrificios y negarse a muchas cosas que ofrece el mundo.

En este día en que celebramos la fiesta de San Josémaría Escrivá de Balaguer, pidámosle a él que interceda ante Dios Nuestro Señor para que nunca nos extraviemos del  ‘Camino’ que lleva a la Vida.

Los invito, hermanos, a leer y meditar el evangelio y el comentario, en este martes de la 12ª. Semana del tiempo ordinario.

Dios los bendiga…

Evangelio según San Mateo 7,6.12-14.
No den las cosas sagradas a los perros, ni arrojen sus perlas a los cerdos, no sea que las pisoteen y después se vuelvan contra ustedes para destrozarlos. Todo lo que deseen que los demás hagan por ustedes, háganlo por ellos: en esto consiste la Ley y los Profetas. Entren por la puerta estrecha, porque es ancha la puerta y espacioso el camino que lleva a la perdición, y son muchos los que van por allí. Pero es angosta la puerta y estrecho el camino que lleva a la Vida, y son pocos los que lo encuentran. 
Comentario

Si el discípulo de Jesús no debe juzgar-condenar y, por tanto, debe tratar de comprender a todos, no por ello tiene que sincerarse con todos. Jesús recomienda no dar lo sagrado a los perros, ni las perlas a los cerdos. Perros callejeros –tan frecuentes en la sociedad antigua- y cerdos -animales impuros para los judíos- son símbolo de la gente que tiene mala voluntad y, por tanto, incapacitada para entender, porque no quiere. El cristiano debe proponer el evangelio –lo sagrado, las perlas- a quienes no se declaran enemigos de él. Jesús tiene los pies bien puestos en la realidad. Los seguidores de Jesús deben estar abiertos a todos –ser limpios de corazón- pero, al mismo tiempo, deberán ser prudentes como serpientes para no derrochar fuerzas ni hacer vanos esfuerzos que se les pueden volver en contra.

Para la relación con los demás Jesús propone una norma sagrada: hacer con los otros lo que nos gustaría que hiciesen con nosotros; en esto consiste, según Jesús, todo el Antiguo Testamento (La Ley y los Profetas); tanto mandamiento antiguo ha quedado reducido a uno: amar al prójimo como a uno mismo; si bien Jesús corregirá este principio y lo cambiará por la recomendación de la última cena: “amaos como yo os he amado”; si es preciso, hasta dar la vida. Exigente camino que muchos no están dispuestos a andar. Sendero digno de poco crédito para aquellos habitantes de nuestro planeta que han puesto el yo delante del tú hasta el punto de olvidarse del otro. El cristiano debe luchar contra corriente hasta dar con este callejón que da a la vida y a la felicidad plena. Sólo buscando y entregándonos al otro, nos encontramos a nosotros mismos y a Dios, y hallamos la felicidad también en esta vida. Entrar por esta puerta angosta no es difícil, pero la mayoría de la gente, deslumbrada por las apariencias y por los cantos de sirena del egoísmo, ni se da cuenta de que existe otro modo de ser y de relacionarse que hace al ser humano profundamente humano y, por ello, hijo de un Dios que es sólo -y por esencia- puro amor.

Servicio Bíblico Latinoamericano

lunes, 25 de junio de 2012

Jesús nos invita a no ser jueces de los demás


¡Amor y paz!

Reanudo hoy lunes la actualización diaria del blog del Movimiento Fratres, luego de unas vacaciones. En el Evangelio de hoy  leemos varias recomendaciones de Jesús, dentro de lo que se ha dado en llamar el “Sermón del Monte”. Esta vez, sobre el no juzgar al hermano.

Jesús no sólo quiere que no juzguemos mal, injustamente, sino que definitivamente no juzguemos.  En fin de cuentas, todos tenemos la tendencia a juzgar apresurada y severamente, con base en la información a nuestro alcance y resulta que no sabemos todas las circunstancias ni tenemos todos los elementos para hacer un juicio justo.

Pidámosle al Señor que nos dé la gracia de ser sinceros y veraces en la mirada que proyectamos sobre los demás y sobre nosotros mismos, y que tratemos con comprensión y amor fraterno las debilidades humanas. Que no seamos comprendidos, sino comprender, complementa la oración de la paz, de San Francisco de Asís:

Señor, haznos instrumentos de tu paz.
Donde haya odio, sembremos amor;
donde haya ofensa, perdón;
donde haya discordia, unión;
donde haya duda, fe;
donde haya desesperación, esperanza;
donde haya tinieblas, luz;
donde haya tristeza, gozo.
Concede que no busquemos ser consolados, sino consolar;
ser comprendidos, sino comprender;
ser amados, sino amar.
Porque dado, es como recibimos;
perdonando, es como somos perdonados;
y muriendo, es como nacemos a la vida entera.

Los invito, hermanos, a leer y meditar el evangelio y el comentario, en este lunes de la 12ª. Semana del tiempo ordinario.

Dios los bendiga…,

Evangelio según San Mateo 7,1-5. 
No juzguen, para no ser juzgados. Porque con el criterio con que ustedes juzguen se los juzgará, y la medida con que midan se usará para ustedes. ¿Por qué te fijas en la paja que está en el ojo de tu hermano y no adviertes la viga que está en el tuyo? ¿Cómo puedes decirle a tu hermano: 'Deja que te saque la paja de tu ojo', si hay una viga en el tuyo? Hipócrita, saca primero la viga de tu ojo, y entonces verás claro para sacar la paja del ojo de tu hermano. 
Comentario

Este capítulo contiene una serie de advertencias de Jesús a sus discípulos. La primera de ellas es la de no juzgar, que no es simplemente tener una opinión, situación que difícilmente se puede evitar; la palabra significa juzgar duramente, actuar de juez, condenar. Jesús quiere impedir, por parte de sus discípulos, una actitud de orgullo, menosprecio y superioridad frente a los demás, que lleve a una postura farisea de condena y recriminación del pecado de los demás.

El ejemplo de la viga en el ojo propio es ilustrativo del no juzgar para no ser juzgados. Puede tratarse de un proverbio popular aplicado al evangelio. La aguda observancia de las faltas de los demás, combinada con la complacencia hacia el propio carácter, es el tema común de muchos proverbios en todas las culturas. Estos versículos no afirman, en modo alguno, que el principio de no juzgar signifique únicamente la invitación a ver la viga propia en el trato con los demás. Juzgar al prójimo significa hablar mal de él o juzgar mal; esto equivale a despreciar la ley del amor. Debemos ver, y a veces decir, lo que es condenable en una acción; pero no debemos juzgar la responsabilidad del otro ni sus intenciones, que sólo Dios conoce. De esta manera, el contenido del texto está puesto para resaltar que el que juzga pasa a ser juzgado, porque sólo a Dios corresponde juzgar a los hombres. El hombre, al hacerlo, se atribuye un poder que no es suyo.

En la práctica, esto puede plantear muchos problemas. ¿No nos llevaría a una tolerancia excesiva? ¿No podríamos corregir las fallas de los demás por no tener la suficiente autoridad moral para hacerlo? El tema no se puede resolver sólo con estas palabras que nos transmite Mateo, porque Jesús plantea a lo largo de todo el evangelio, la corrección fraterna como algo posible y obligatoria al interior de la vida cristiana. Lo que sí queda claro es que Jesús no admitiría nunca que una persona corrija a otra considerándose perfecta; con orgullo y dureza.

Servicio Bíblico Latinoamericano

domingo, 24 de junio de 2012

Mañana lunes, se normaliza el blog

Estimados hermanos:


Mañana lunes, 25 de junio, reanudaré la actualización diaria del blog del Movimiento FRATRES, luego de un período de vacaciones. Los espero.


Dios los bendiga...


Luis Felipe Salamanca C.



domingo, 10 de junio de 2012

Discúlpenme

Excúsenme.Durante 15 días estaré en vacaciones en Estados Unidos y no podré actualizar este blog: lo reanudaremos el 23 de junio.


Muchas bendiciones para todos.




“Tomen, esto es mi Cuerpo”

¡Amor y paz!

Hoy celebramos una fiesta entrañable para nosotros. Hoy celebramos lo único que realmente podemos celebrar los cristianos y aún los hombres todos. Porque hoy celebramos el amor de Dios, que Dios es amor y que nos ama sin medida.

Frente a tantas elucubraciones de sabios y eruditos, que a veces desfiguran el rostro de Dios y nos lo hacen terrible o inaccesible, la fiesta del Corpus nos descubre el verdadero rostro de Dios, que es su amor por nosotros, hasta el colmo del sacrificio del cuerpo y de la sangre de su propio Hijo "por nosotros".

Muchas felicitaciones y bendiciones para quienes hoy reciben su Primera Comunión.

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este domingo en que celebramos la solemnidad del Santísimo Cuerpo y Sangre de Nuestro Señor Jesucristo.

Dios los bendiga…

Evangelio según San Marcos 14,12-16.22-26.
El primer día de la fiesta de los panes Ácimos, cuando se inmolaba la víctima pascual, los discípulos dijeron a Jesús: "¿Dónde quieres que vayamos a prepararte la comida pascual?". El envió a dos de sus discípulos, diciéndoles: "Vayan a la ciudad; allí se encontrarán con un hombre que lleva un cántaro de agua. Síganlo, y díganle al dueño de la casa donde entre: El Maestro dice: '¿Dónde está mi sala, en la que voy a comer el cordero pascual con mis discípulos?'. El les mostrará en el piso alto una pieza grande, arreglada con almohadones y ya dispuesta; prepárennos allí lo necesario". Los discípulos partieron y, al llegar a la ciudad, encontraron todo como Jesús les había dicho y prepararon la Pascua. Mientras comían, Jesús tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo: "Tomen, esto es mi Cuerpo". Después tomó una copa, dio gracias y se la entregó, y todos bebieron de ella. Y les dijo: "Esta es mi Sangre, la Sangre de la Alianza, que se derrama por muchos. Les aseguro que no beberé más del fruto de la vid hasta el día en que beba el vino nuevo en el Reino de Dios". Después del canto de los Salmos, salieron hacia el monte de los Olivos. 
Comentario

July nació con una deficiencia profunda. Para su papá y su mamá fue un golpe muy fuerte, sobre todo al comienzo... “Nadie se espera un regalo como este”, me decía alguna vez su papá, después de que fue acogiendo el misterio de la vida de July, limitada y con muchos problemas, pero plena ante los ojos de Dios. Poco a poco, los demás hermanos y hermanas fueron aprendiendo, como sus papás, a convivir con July. Pero no fue fácil... Había que hacérselo todo y cuando tenía las crisis, ponía a todos a correr. Siempre estaban recibiendo nuevas lecciones de July. Sin que se dieran cuenta, esta niña frágil, indefensa y llena de impedimentos, se fue convirtiendo en el centro de toda la familia.

Cuando tuvo la edad para recibir su primera comunión, sus papás fueron a ver al sacerdote de la parroquia, que la había bautizado y que le había dado la primera comunión a todos los hijos e hijas mayores... De modo que los padres de July le dijeron a su párroco: “Nos gustaría que July recibiera su primera comunión. Ya ha cumplido la edad y le hemos enseñado lo que hemos podido sobre el amor y la cercanía de Dios en su vida. Ella no puede hablar, ni sabe las oraciones, pero consideramos que debe participar, como todos los demás, de este regalo semanal de Dios a cada uno de nosotros”.

El sacerdote, un poco confundido por la propuesta, no supo bien qué decir. Nunca se le había presentado un caso así y la preparación para la primera comunión era muy exigente en esa parroquia. Los niños y las niñas participaban de la catequesis durante casi un año, aprendían las oraciones, las enseñanzas de Jesús y, sobre todo, el significado profundo de la eucaristía... No era conveniente hacer excepciones, sobre todo porque podría crearse un mal ambiente entre los feligreses más cercanos; de modo que, después de mucho pensarlo, el párroco dijo: “Lo siento, pero me temo que no podrá ser, puesto que July no va a entender lo que va a recibir”. Carmen, la mamá, se quedó mirando al padrecito a los ojos y le preguntó: “Padre, ¿y me va a decir que usted sí entiende lo que recibe cada día en la eucaristía?” El sacerdote bajó los ojos y pidió perdón por haber pretendido ser dueño de un regalo que Dios dejó para todos y que, aunque recibimos con cierta frecuencia, nunca podremos entender en toda su profundidad. El mismo papa Juan Pablo II reconoció esta realidad, cuando se pregunta en su encíclica sobre la Eucaristía: “Los apóstoles que participaron en la Última Cena, ¿comprendieron el sentido de las palabras que salieron de los labios de Cristo? Quizás no” (Ecclesia de Eucharistia, No. 2).

Algún tiempo después, July recibió su primera comunión con el grupo de niños y niñas de la parroquia. Ella, regalo de Dios para su familia y para el mundo, fue acogida por Dios en su mesa, para participar del gesto que realizó Jesús delante de sus discípulos, mientras comían: “tomó en sus manos el pan y, habiendo pronunciado la bendición, lo partió y se lo dio a ellos diciendo: –Tomen, esto es mi cuerpo. Luego tomó en sus manos una copa y, habiendo dado gracias a Dios, se la pasó a ellos, y todos bebieron”. Así fue como July se acercó por primera vez a la mesa de la comunión. Ella, como tú y como yo, sin entender completamente este misterio, fue abrazada por el misterio del amor de Dios que se entrega hasta el extremo y nos invita cada día a hacer lo mismo en memoria suya.

Hermann Rodríguez Osorio, S.J.
Sacerdote jesuita, Decano académico de la Facultad de Teología de la Pontificia Universidad Javeriana – Bogotá

sábado, 9 de junio de 2012

Ellos dan de lo que les sobra; ella, todo lo que tenía

¡Amor y paz!

Hoy es el último día en que leemos a Marcos. Falta todavía la pasión, muerte y resurrección de Jesús, pero eso lo leemos en la Semana Santa y en la Pascua. El lunes empezaremos el evangelio de Mateo. Esta última página es un contraste entre los letrados y la pobre viuda.

A los letrados judíos «les encanta pasearse con amplio ropaje y que les hagan reverencias», «buscan los asientos de honor y los primeros puestos». Además de orgullosos, son también avaros, «devoran los bienes de las viudas».

Mientras que la viuda pobre se acerca a la urna del Templo y de un modo discreto, sin imaginar que le están mirando nada menos que el Mesías y sus discípulos, deposita allí dos reales: «Ha echado en el cepillo más que nadie, porque ha echado todo lo que tenía para vivir».

Los invito, hermanos, a leer y meditar el evangelio y el comentario, en este sábado de la 9ª. Semana del Tiempo Ordinario.

Dios los bendiga…

Evangelio según San Marcos 12,38-44.  
Y él les enseñaba: "Cuídense de los escribas, a quienes les gusta pasearse con largas vestiduras, ser saludados en las plazas y ocupar los primeros asientos en las sinagogas y los banquetes; que devoran los bienes de las viudas y fingen hacer largas oraciones. Estos serán juzgados con más severidad". Jesús se sentó frente a la sala del tesoro del Templo y miraba cómo la gente depositaba su limosna. Muchos ricos daban en abundancia. Llegó una viuda de condición humilde y colocó dos pequeñas monedas de cobre. Entonces él llamó a sus discípulos y les dijo: "Les aseguro que esta pobre viuda ha puesto más que cualquiera de los otros, porque todos han dado de lo que les sobraba, pero ella, de su indigencia, dio todo lo que poseía, todo lo que tenía para vivir".
 Comentario

 ¿En cuál de las dos estampas quedamos retratados nosotros?

¿De qué vamos por la vida: buscando los primeros lugares o tratando de hacer el bien sin llamar la atención? ¿Idólatras del dinero o desprendidos? ¿Dando lo que nos sobra o dándonos a nosotros mismos, y sin factura?

A la buena mujer no le aplaudieron los hombres, que no se hubieran dado ni cuenta si no llega a ser por la observación de Jesús. Pero Jesús sí se dio cuenta y la puso como modelo para generaciones y generaciones de cristianos. Y le aplaudió Dios: «el Señor, que ve en lo oculto, te lo recompensará», había dicho Jesús en el sermón de la montaña.

Dios lo ve todo. Los que han recibido diez talentos, pueden dar más. Los que sólo uno, menos. Pero Dios ve el corazón. No todos son líderes, ni salen en los periódicos. Dos reales, pero dados con amor.

En nuestra vida de cada día ¿cuánto tiempo y cariño y atención damos, tanto a Dios como al prójimo?

J. ALDAZABAL
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 4
Tiempo Ordinario. Semanas 1-9
Barcelona 1997. Págs. 259-263

viernes, 8 de junio de 2012

La multitud escuchaba a Jesús con agrado


¡Amor y paz!

El buen cristiano-católico debe cimentar su fe, debe cultivarla y saber dar razón de ella. Y la mejor manera es leer y meditar la Palabra de Dios. Sin embargo, muchos prefieren escuchar y leer un sinnúmero de revistas de farándula, novelas rosa y textos ‘light’. Tenemos tiempo para muchas cosas y le dedicamos mucho a la internet, pero no siempre aprovechamos los buenos recursos que allí se nos ofrecen. Casi que se podría decir: ‘Dime qué lees y te diré quién eres”.

Si los fariseos y los escribas que vivían en una cultura netamente religiosa no habían entendido las Escrituras y por ello juzgaban equivocadamente, como lo siguen haciendo hoy con Jesús, ¿qué esperanza pude tener un cristiano que no se prepara y que no profundiza en su fe?

El Evangelio nos dice que “La multitud escuchaba a Jesús con agrado”. ¿Cómo lo escucho o leo yo hoy? 

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este viernes de la 9ª. Semana del Tiempo Ordinario.

Dios los bendiga…

Evangelio según San Marcos 12,35-37.
Jesús se puso a enseñar en el Templo y preguntaba: "¿Cómo pueden decir los escribas que el Mesías es hijo de David? El mismo David ha dicho, movido por el Espíritu Santo: Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi derecha, hasta que ponga a tus enemigos debajo de tus pies. Si el mismo David lo llama 'Señor', ¿Cómo puede ser hijo suyo?". La multitud escuchaba a Jesús con agrado. 
Comentario

La comprensión mesiánica de Jesús apunta indudablemente hacía la trascendencia de éste. Por tanto, el Mesías es, en el contexto de Marcos, el Hijo del Hombre y el Hijo de Dios. Para el evangelista y para la Iglesia que recibe la Buena Noticia escrita por él, reconocer a Jesús bajo esta doble característica se hace necesario y fundamental, para quitar del ambiente popular la idea del Mesías descendiente de David que vendría con poder a instaurar la monarquía.

Jesús es el Hijo del Hombre e Hijo de Dios, pero no ostenta poder. Jesús se aparta de todo poder para instaurar una realidad nueva, donde los que no ejercían el poder se sintieran importantes y llamados en plenitud. Es necesario entender la dinámica de Marcos, para poder comprender por qué el Jesús que él predica, es un Jesús alejado de toda experiencia de gobierno y de poder, pero siempre cercano a los empobrecidos y en actitud de servicio desinteresado. Jesús sabía que aún había muchas preguntas de parte de los líderes políticos y religiosos en general. Pero Jesús les sale al paso y les expresa que su mesianismo no puede ser entendido desde el poder que ellos esperaban, porque de esa forma maltrataba y corrompía el proyecto de Dios, su Padre. 

A la gente, al puro pueblo, a los desheredados, les gustaba cómo hablaba Jesús y le oían con gusto. Ya desde el comienzo la gente había podido apreciar la diferencia que había entre su forma de hablar, con autoridad, y la de los escribas, rutinaria, sin novedad, que no le ofrecía nada bueno al pueblo. 

Nosotros también estamos llamados a entender y a confesar a Jesús de forma diferente. No podemos seguir sustentando una teología ni una Iglesia que presente a un Jesús lleno de poder, ya que esta imagen contradice la experiencia que los evangelios y todo el Nuevo Testamento nos presenta de él.

Diario Bíblico. Cicla (Confederación Internacional Claretiana de Latinoamérica)
www.mercaba.org

jueves, 7 de junio de 2012

La gran consigna de Jesús es el amor

¡Amor y paz!

En la Iglesia Católica latina se celebra hoy la Solemnidad del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo o Corpus Christi’. En los Estados Unidos y en otros países se celebra el domingo después del de la Santísima Trinidad (el próximo).

El Papa Urbano IV publicó la bula “Transiturus”, el 8 de septiembre de 1264, en la cual, después de haber ensalzado el amor de nuestro Salvador expresado en la Santa Eucaristía, dispuso que se celebrara la solemnidad de “Corpus Christi” el jueves después del domingo de la Santísima Trinidad.

De tal manera, dado que este blog es leído en más de 35 países, antes de la lectura y meditación del Evangelio y el comentario, los invito a hacer una lectura orante del himno del Oficio de Lectura correspondiente a esta solemnidad:

Aquella noche santa

Aquella noche santa,
te nos quedaste nuestro,
con angustia tu vida,
sin heridas tu cuerpo.

Te nos quedaste vivo,
porque ibas a ser muerto;
porque iban a romperte,
te nos quedaste entero.
Gota a gota tu sangre,
grano a grano tu cuerpo:
un lagar y un molino
en dos trozos de leño.

Aquella noche santa,
te nos quedaste nuestro.

Te nos quedaste todo:
amor y sacramento,
ternura prodigiosa,
todo en ti, tierra y cielo.
Te quedaste conciso,
te escondiste concreto,
nada para el sentido,
todo para el misterio.

Aquella noche santa,
te nos quedaste nuestro.

Vino de sed herida,
trigo de pan hambriento,
toda tu hambre cercana,
tú, blancura de fuego.
En este frío del hombre
y en su labio reseco,
aquella noche santa,
te nos quedaste nuestro.

Te adoro, Cristo oculto,
te adoro, trigo tierno. Amén.

Evangelio según San Marcos 12,28b-34.
Un escriba que los oyó discutir, al ver que les había respondido bien, se acercó y le preguntó: "¿Cuál es el primero de los mandamientos?". Jesús respondió: "El primero es: Escucha, Israel: el Señor nuestro Dios es el único Señor; y tú amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma, con todo tu espíritu y con todas tus fuerzas. El segundo es: Amarás a tu prójimo como a tí mismo. No hay otro mandamiento más grande que estos". El escriba le dijo: "Muy bien, Maestro, tienes razón al decir que hay un solo Dios y no hay otro más que él, y que amarlo con todo el corazón, con toda la inteligencia y con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a sí mismo, vale más que todos los holocaustos y todos los sacrificios". Jesús, al ver que había respondido tan acertadamente, le dijo: "Tú no estás lejos del Reino de Dios". Y nadie se atrevió a hacerle más preguntas. 
Comentario

a) Esta vez la pregunta es sincera y merece una respuesta de Cristo, a la vez que una alabanza al letrado ante su buena reacción.

Habría que estar agradecido a este buen hombre por haber formulado su pregunta a Jesús. Le dio así ocasión de aclarar, también para beneficio nuestro, cuál es el primero y más importante de los mandamientos.

Jesús, en su respuesta, une los dos que ya aparecían en el AT: amar a Dios y amar al prójimo.

b) También a nosotros nos conviene saber qué es lo más importante en nuestra vida.

Como los judíos se veían como ahogados por tantos preceptos (248 positivos y 365 negativos), complicados aún más por las interpretaciones de las varias escuelas de rabinos, también nosotros nos movemos en medio de innumerables normas en nuestra vida eclesial (el Código de Derecho Canónico contiene 1752 cánones).

La gran consigna de Jesús es el amor. Eso resume toda la ley. Un amor en dos direcciones.

El primer mandamiento es amar a Dios, haciéndole lugar de honor en nuestra vida, en nuestra mentalidad y en nuestra jerarquía de valores. Amar a Dios significa escucharle, adorarle, encontrarnos con él en la oración, amar lo que ama él.

El segundo es amar al prójimo, a los simpáticos y a los menos simpáticos, porque todos somos hijos del mismo Padre, porque Cristo se ha entregado por todos. Amar a los demás significa, no sólo no hacerles daño, sino ayudarles, acogerles, perdonarles.

Jesús une las dos direcciones en la única ley del amor. Ser cristiano no es sólo amar a Dios. Ni sólo amar al prójimo. Sino las dos cosas juntas. No vale decir que uno ama a Dios y descuidar a los demás. No vale decir que uno ama al prójimo, olvidándose de Dios y de las motivaciones sobrenaturales que Cristo nos ha enseñado.

Al final de la jornada estaría bien que nos hiciéramos esta pregunta: ¿he amado hoy? ¿O me he buscado a mí mismo? Esto no es necesario que se proyecte siempre a nuestras relaciones con el Tercer Mundo o con los más marginados de nuestra sociedad (direcciones en que también debemos estar en sintonía generosa), sino que debe tener una traducción diaria en nuestras relaciones familiares y comunitarias con las muchas o pocas personas con las que a lo largo del día entramos en contacto.

Momentos antes de ir a comulgar con Cristo se nos invita a darnos la paz con los más cercanos. Es un buen recordatorio para que unamos las dos grandes direcciones de nuestro amor.

J. ALDAZABAL
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 4
Tiempo Ordinario. Semanas 1-9
Barcelona 1997. Págs. 252-255

miércoles, 6 de junio de 2012

“No es un Dios de muertos, sino de vivientes”

¡Amor y paz!

Hoy le hacen otra pregunta a Jesús, con el fin de hacerlo quedar mal. Esta vez, con respecto a la resurrección de los muertos, en la cual no creen quienes preguntan.

Lo importante del texto es que Dios no es Dios de muertos, sino de vivientes. Que nos tiene destinados a la vida. Es una convicción gozosa que haremos bien en recordar siempre, no sólo cuando se nos muere una persona querida o pensamos en nuestra propia muerte.

La muerte es un misterio, también para nosotros. Pero queda iluminada por la afirmación de Jesús: «Yo soy la resurrección y la vida: el que crea en mí no morirá para siempre».

Los invito, hermanos, a leer y meditar el evangelio y el comentario, en este miércoles de la 9a. Semana del Tiempo Ordinario.

Dios los bendiga…

Evangelio según San Marcos 12,18-27.
Se le acercaron unos saduceos, que son los que niegan la resurrección, y le propusieron este caso: "Maestro, Moisés nos ha ordenado lo siguiente: 'Si alguien está casado y muere sin tener hijos, que su hermano, para darle descendencia, se case con la viuda'. Ahora bien, había siete hermanos. El primero se casó y murió sin tener hijos. El segundo se casó con la viuda y también murió sin tener hijos; lo mismo ocurrió con el tercero; y así ninguno de los siete dejó descendencia. Después de todos ellos, murió la mujer. Cuando resuciten los muertos, ¿de quién será esposa, ya que los siete la tuvieron por mujer?". Jesús les dijo: "¿No será que ustedes están equivocados por no comprender las Escrituras ni el poder de Dios? Cuando resuciten los muertos, ni los hombres ni las mujeres se casarán, sino que serán como ángeles en el cielo. Y con respecto a la resurrección de los muertos, ¿no han leído en el Libro de Moisés, en el pasaje de la zarza, lo que Dios le dijo: Yo soy el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob? El no es un Dios de muertos, sino de vivientes. Ustedes están en un grave error".
Comentario

Hoy, la Santa Iglesia pone a nuestra consideración —por la palabra de Cristo— la realidad de la resurrección y las propiedades de los cuerpos resucitados. En efecto, el Evangelio nos narra el encuentro de Jesús con los saduceos, quienes —mediante un caso hipotético rebuscado— le presentan una dificultad acerca de la resurrección de los muertos, verdad en la cual ellos no creían.

Le dicen que, si una mujer enviuda siete veces, «¿de cuál de ellos [los siete esposos] será mujer?» (Mc 12,23). Buscan, así, poner en ridículo la doctrina de Jesús. Mas, el Señor deshace tal dificultad al exponer que, «cuando resuciten de entre los muertos, ni ellos tomarán mujer, ni ellas marido, sino que serán como ángeles en los cielos» (Mc 12,25).

Y, dada la ocasión, Nuestro Señor aprovecha la circunstancia para afirmar la existencia de la resurrección, citando lo que le dijo Dios a Moisés en el episodio de la zarza: «Yo soy el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob», y agrega: «No es un Dios de muertos, sino de vivos» (Mc 12,26-27). Ahí Jesús les reprocha lo equivocados que están, porque no entienden ni la Escritura ni el poder de Dios; es más, esta verdad ya estaba revelada en el Antiguo Testamento: así lo enseñaron Isaías, la madre de los Macabeos, Job y otros.

San Agustín describía así la vida de eterna y amorosa comunión: «No padecerás allí límites ni estrecheces al poseer todo; tendrás todo, y tu hermano tendrá también todo; porque vosotros dos, tú y él, os convertiréis en uno, y este único todo también tendrá a Aquel que os posea a ambos».

Nosotros, lejos de dudar de las Escrituras y del poder misericordioso de Dios, adheridos con toda la mente y el corazón a esta verdad esperanzadora, nos gozamos de no quedar frustrados en nuestra sed de vida, plena y eterna, la cual se nos asegura en el mismo Dios, en su gloria y felicidad. Ante esta invitación divina no nos queda sino fomentar nuestras ansias de ver a Dios, el deseo de estar para siempre reinando junto a Él.

Pbro. D. Federico Elías Alcamán Riffo (Puchuncaví-Valparaíso, Chile)