¡Amor y paz!
Los invito, hermanos, a leer y editar la Palabra de Dios, en este sábado de la tercera
semana de Pascua.
Dios
nos bendice...
LECTIO
Primera lectura: Hechos
de los Apóstoles 9,31-42
31 Entre
tanto, la Iglesia gozaba de paz en toda Judea, Galilea y Samaria; se
consolidaba viviendo en el temor al Señor. Y se extendía impulsada por el
Espíritu Santo.
32 Pedro, en su
recorrido por toda aquella región, visitó también a los creyentes que residían
en Lida. 33 Allí encontró a un hombre llamado Eneas, que llevaba ocho años
postrado en cama porque era paralítico. 34 Y le dijo:
- Eneas, Jesús, el
Mesías, te cura; levántate y arregla tu lecho.
Y al instante se
levantó. 35 Todos los habitantes de Lida y de la
región de Sarón lo vieron sano y se convirtieron al Señor.
36 Había en Jafa
una discípula llamada Tabita, que significa «Gacela», la cual hacía muchas
obras buenas y repartía muchas limosnas. 37 Por aquellos días se puso
enferma y murió. Lavaron su cadáver y lo pusieron en la sala del piso superior.
38 Como Lida está cerca de Jafa, los discípulos, al oír que Pedro estaba allí,
le enviaron dos hombres para pedirle que viniera inmediatamente a su ciudad. 39 Pedro
se levantó y se fue con ellos. Al llegar, le llevaron a la sala del piso
superior, donde lo rodearon todas las viudas llorando y mostrando las túnicas y
mantos que les hacía Gacela cuando aún vivía. 40 Pedro echó a todos
fuera, se arrodilló y oró. Vuelto después hacia el cadáver, dijo:
- Tabita, levántate.
Ella abrió los ojos,
vio a Pedro y se incorporó. 41 Él la tomó de la mano y la levantó.
Luego llamó a los discípulos y a las viudas y se la presentó
viva. 42 Todos los habitantes de Jafa se enteraron de lo sucedido, y
muchos creyeron en el Señor.
El fragmento empieza con
una consideración sintética de la situación interna de la Iglesia. La comunidad
cristiana «gozaba de paz», se mantenía en el santo temor de
Dios y se extendía con el impulso del Espíritu Santo. Saulo ha sido llevado a
Tarso, probablemente porque su presencia -discutida- creaba problemas a causa
de su temperamento combativo, semejante al de Esteban.
A continuación, se
presenta a Pedro no tanto como evangelizador, sino como jefe religioso que
-durante sus visitas pastorales- sostiene, ayuda y anima a los discípulos:
visita algunas comunidades ya evangelizadas (probablemente por Felipe) y, a su
paso, se reproduce el clima primaveral, sorprendente, milagroso, del paso de
Jesús. Pedro contribuye con dos prodigios a la difusión del Evangelio. El
apóstol se ha convertido ahora en el pastor taumaturgo que representa en la
joven Iglesia no sólo la Palabra, sino el poder de curación de Jesús. Lucas no
pierde la ocasión de recordar que Jesús vive y continúa obrando en la Iglesia
apostólica como cuando estaba vivo en medio de los suyos.
Evangelio: Juan 6,60-69
En aquel tiempo, 60 muchos
de sus discípulos, al oír a Jesús, dijeron:
- Esta doctrina es
inadmisible. ¿Quién puede aceptarla?
61 Jesús, sabiendo que
sus discípulos criticaban su enseñanza, les preguntó:
- ¿Os resulta difícil aceptar esto? 62 ¿Qué
ocurriría si vieseis al Hijo del hombre subir a donde estaba antes? 63 El
Espíritu es quien da la vida; la carne no sirve para nada. Las palabras
que os he dicho son espíritu y vida. 64Pero algunos de
vosotros no creéis.
Jesús sabía desde el
principio quiénes eran los que no creían y quién lo iba a entregar. 65 Y
añadió:
- Por eso os dije que nadie puede aceptarme si
el Padre no se lo concede.
66 Desde entonces,
muchos de sus discípulos se retiraron y ya no iban con él.
67 Jesús preguntó
a los Doce:
- ¿También vosotros queréis marcharos?
68 Simón Pedro le
respondió:
- Señor, ¿a quién iríamos? Tus palabras dan vida
eterna.
69 Nosotros creemos y
sabemos que tú eres el Santo de Dios.
Tras la extensa revelación
de Jesús sobre el pan de vida en la sinagoga de Cafarnaún, sus discípulos le
comunican su malestar por las afirmaciones «irracionales» de su Maestro, unas
afirmaciones que resultan difíciles de aceptar desde el punto de vista humano.
Frente al escándalo y la
murmuración de los discípulos, Jesús precisa que no se debe creer en él sólo
después de la visión de una subida de él al cielo, como que Elías y Henoc,
porque eso significaría la no aceptación de su origen divino. Es algo que no
tendría sentido, dado que él, el «Preexistente», viene precisamente del cielo
(cf. Jn 3,13-15).
La incredulidad de los
discípulos con respecto a Jesús, sin embargo, se pone de manifiesto por el
hecho de que «el Espíritu es quien da la vida; la carne no sirve para
nada. Las palabras que os he dicho son espíritu y vida» (v. 63). Juan
afirma que tan real como la carne de Jesús es la verdad eucarística. Ambas son
un don con el mismo efecto: dar la vida al hombre. Con todo, muchos discípulos
no quisieron creer y no dieron un paso adelante hacia una confianza en el
Espíritu, con lo que no consiguieron liberarse de la esclavitud de la carne.
A Jesús no le coge por
sorpresa esta actitud de abandono por parte de los que le siguen. Conoce a cada
hombre y sus opciones secretas. Adherirse a su persona y a su mensaje en la fe
es un don que nadie puede darse a sí mismo. Sólo el Padre lo da. El hombre, que
tiene en sus manos su propio destino, es siempre libre de rechazar el don de
Dios y la comunión de vida con Jesús. Sólo quien ha nacido y ha sido vivificado
por el Espíritu, y no obra según la carne, comprende la revelación de Jesús y
es introducido en la vida de Dios. A través de la fe es como el discípulo debe
acoger al Espíritu y al mismo Jesús, pan eucarístico, sacramento que comunica
el Espíritu y transforma la carne.
MEDITATIO
La perícopa de los Hechos
de los Apóstoles leída hoy presenta otro pequeño cuadro de la jovencísima
Iglesia. La comunidad cristiana, extendida ahora en diversas comunidades, se
enfrenta con los problemas de cada día: la enfermedad prolongada, la muerte
inesperada de personas comprometidas, etc. La vida cotidiana se caracteriza por
el santo temor de Dios y por la asistencia reconfortante del Espíritu Santo.
Los discípulds viven bajo la mirada de Dios, con el sentido de su grandeza y de
su soberanía. Miden su vida a partir de él y de su santa voluntad. Se interesan
por los pobres y se preocupan por los enfermos. De este modo se va construyendo
la Iglesia interiormente y se vuelve dócil a la acción del Espíritu Santo, que
la extiende también exteriormente.
La construcción interna y
la difusión externa van estrechamente unidas. El anuncio más discreto y eficaz
de la Buena Nueva procede de la vida de la Iglesia, de la alegría que anima su
sufrimiento, de su espíritu de servicio sin cálculos mezquinos y sin reservas.
La Palabra y los milagros no caen en el vacío, sino que encuentran un terreno
bien dispuesto y producen frutos abundantes. El libro de los Hechos de los
Apóstoles, dedicado completamente a la difusión del Evangelio, no se olvida de
la vida cotidiana, en su sencillez y sus exigencias, una vida que se va
humanizando en contacto con el Evangelio y que se convierte, precisamente gracias
a él, en la base de todo anuncio posterior.
ORATIO
Te confieso, Señor, que me
gustaría ver, al menos alguna vez, un buen milagro. Tampoco te oculto que, en
algunos momentos de debilidad, me gustaría incluso hacer alguno, aunque no
fuera más que para mostrar que no estoy diciendo tonterías cuando hablo de tus
cosas. Pero tú, aunque no me dejas privado de signos del cielo, prefieres el
milagro de la vida serena, trabajadora, de una vida que confía en ti, que te
deja tomar las grandes decisiones, que recibe todo de tus manos, que se
preocupa de complacerte más a ti que a los hombres y a las mujeres, que expresa
la alegría de poder servirles y de sentirse amado por ti.
Perdona mi debilidad que
sueña con algún milagro, aunque sea muy pequeño, y refuerza mi convicción de
que lo que tú quieres es la transformación de mi vida, el paso del temor al
amor, del apego al desprendimiento, de la angustia a la confianza, del pesar a
la alegría, del escrúpulo a la confianza ilimitada en ti, de la inclinación
sobre mis cosas a la apertura al dolor del otro. Dame tu Espíritu para que me
sea posible y apetecible, amable y tranquilizador, un programa tan comprometido
como éste.
CONTEMPLATIO
Se ha dicho con acierto de
Job: «Era un hombre temeroso de Dios y apartado del mal» (Jb
1,1). La santa Iglesia de los elegidos inicia ahora su camino por la vía de la
sencillez y de la rectitud con temor, pero lo lleva a su consumación sólo con
el amor. Se aleja verdaderamente del mal aquel que empieza a partir de ahora a
no querer pecar nunca más por amor a Dios.
Si alguien realiza todavía
el bien por temor, da a entender que no se ha alejado por completo del mal: si
está dispuesto a pecar, en caso de que pueda hacerlo con impunidad, con eso
mismo peca. Tras haber dicho que Job temía a Dios, añade el texto sagrado que
también estaba apartado del mal: cuando el temor es reemplazado por el amor,
entonces la culpa que había quedado en el alma queda eliminada por el firme
propósito de la voluntad. Así como el temor mantiene a raya el vicio, el amor
hace germinar las virtudes (Gregorio Magno, Comentario moral a Job, i,
37).
ACTIO
Repite con frecuencia y
vive hoy la Palabra: «Señor, yo soy tu siervo» (Sal
115,16a).
PARA LA LECTURA ESPIRITUAL
PARA LA LECTURA ESPIRITUAL
El ejemplo de Tomás Moro
demuestra que le es posible a un cristiano vivir en el mundo según el Evangelio
y actuar en él a imitación de Cristo; y ello en medio de su propia familia, de
sus posesiones y de la vida política: es posible llevar una vida santa en medio
de estas distintas situaciones, con sobriedad, sencillez y honestidad, sin caer
en fanatismos ni «beaterías», de modo serio y alegre al mismo tiempo.
¿Qué es, pues, lo más
importante para un cristiano que vive en el mundo? Realizar, en la fe, una opción
radical por Dios, por el Señor y por su Reino, a pesar de todas las
inclinaciones pecaminosas, y conservarla intacta a través de los
acontecimientos ordinarios de cada día. Conservar, viviendo en el mundo, la
libertad fundamental respecto al mundo, en medio de la familia, de las
posesiones y de la vida política, al servicio de Dios y de los hermanos. Poseer
la alegre prontitud que permite ejercer esta libertad, en cualquier momento, a
través de la renuncia, y cuando estemos llamados a hacerlo, a través de la
renuncia total. Sólo en esta libertad respecto al mundo, buscada por amor a
Dios, es donde el cristiano, que vive en el mundo, pero recibe la libertad como
don de la gracia de Dios, encuentra la fortaleza, el consuelo, el poder y la
alegría que son su victoria (H. Küng, Libertó nel mondo. Sir Thomas More, Brescia
1966, 44s)
http://www.mercaba.org/LECTIO/PAS/semana3_sabado.htm