jueves, 8 de diciembre de 2011

Dios te salve, María, llena eres de gracia…


¡Amor y paz!

El Evangelio de hoy es como una antítesis de la primera lectura de la misa de hoy (Gn 3,9-15.20) en la que se narra el episodio donde Dios llama a Adán luego de que Eva y él, inducidos por el maligno, desobedecen y pecan. Aquí no hay un demonio que tienta, sino un ángel que anuncia y promete. No hay manzana seductora en el árbol, sino un fruto bendito en el vientre. No hay una mujer que duda y se endiosa, sino una mujer que se fía y se entrega. A la mujer de la duda y del “no”, responde la mujer de la fe y del “sí”. A las maldiciones, suceden las bendiciones. Al Espíritu malo, sucede el Espíritu Santo.

Por otra parte, esta página es cumplimiento de la del Génesis. Ahora sabemos quién es la mujer anunciada y la descendencia victoriosa. Se llamará Jesús, y será a la vez el Hijo de Dios y el Hijo del hombre, el nuevo Adán, el que hará posible la vuelta al paraíso (Caritas, Fuego en la tierra).

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este jueves en que celebramos la solemnidad de la Inmaculada Concepción de María.

Dios los bendiga…

Evangelio según San Lucas 1,26-38.
En el sexto mes, el Ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret,  a una virgen que estaba comprometida con un hombre perteneciente a la familia de David, llamado José. El nombre de la virgen era María. El Ángel entró en su casa y la saludó, diciendo: "¡Alégrate!, llena de gracia, el Señor está contigo". Al oír estas palabras, ella quedó desconcertada y se preguntaba qué podía significar ese saludo. Pero el Ángel le dijo: "No temas, María, porque Dios te ha favorecido. Concebirás y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús; él será grande y será llamado Hijo del Altísimo. El Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre y su reino no tendrá fin". María dijo al Ángel: "¿Cómo puede ser eso, si yo no tengo relaciones con ningún hombre?".  El Ángel le respondió: "El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso el niño será Santo y será llamado Hijo de Dios. También tu parienta Isabel concibió un hijo a pesar de su vejez, y la que era considerada estéril, ya se encuentra en su sexto mes, porque no hay nada imposible para Dios". María dijo entonces: "Yo soy la servidora del Señor, que se cumpla en mí lo que has dicho". Y el Ángel se alejó.
 
Comentario
Oh María, Madre nuestra, el Señor te hizo su madre única, constituyéndote también madre y soberana del universo. Por esto te formó por obra de su Espíritu, desde el primer instante de tu concepción en el seno de tu madre. Madre nuestra, esto es lo que nos alegra hoy. Y te preguntamos, dulcísima María, reina prudente y noble, ¿es posible colocarte al mismo nivel o por debajo de otras criaturas?

        El apóstol de la verdad afirma con certeza que todos los hombres pecaron en Adam (Rm 5,12)... Pero considerando la calidad eminente de la gracia divina que hay en ti, observo que estás colocada de modo inestimable; a excepción de tu Hijo, estás por encima de todo lo que ha sido hecho. Y concluyo que, en tu concepción, no debiste estar ligada a la misma ley de la naturaleza humana que otros seres humanos.

Por la gracia eminente que te ha sido concedida, quedaste completamente  liberada de la amenaza de todo pecado. ¡Gracia singular y acción divina impenetrable a la inteligencia humana!

Sólo el pecado puede alejar a los hombres de la paz de Dios. Para quitar este pecado, para devolver al género humano la paz de Dios, el Hijo de Dios quiso hacerse hombre, pero de tal manera, que en él nada participara de lo que separaba al hombre de Dios. Para realizar esto, convenía que su madre estuviera pura de todo pecado. Si no, ¿cómo nuestra carne habría podido unirse tan íntimamente a la pureza suprema, y el hombre asumido en una unidad tan grande con Dios, que todo aquello que es de Dios pertenecía al hombre y todo lo que es del hombre pertenecería a Dios?

Eadmer (v. 1064–1141), monje inglés
La Concepción de María
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