¡Amor y paz!
Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en
este martes de la 17ª semana del Tiempo Ordinario.
Hoy se celebra, también, la memoria de San Alfonso María de Ligorio. Oramos
especialmente por la comunidad de los Redentoristas, que él fundó.
Dios nos bendice...
Primera
Lectura
Lectura del libro del
Éxodo 33, 7-11; 34, 5b-9. 28
En aquellos días, Moisés
levantó la tienda de Dios y la plantó fuera, a distancia del campamento, y la
llamó «tienda del encuentro». El que tenía que visitar al Señor salía fuera
del campamento y se dirigía a la tienda del encuentro.
Cuando Moisés salía en dirección a la tienda, todo el pueblo se levantaba y esperaba a la entrada de sus tiendas, mirando a Moisés hasta que éste entraba en la tienda; en cuanto él entraba, la columna de nube bajaba y se quedaba a la entrada de la tienda, mientras él hablaba con el Señor, y el Señor hablaba con Moisés. Cuando el pueblo vela la columna de nube a la puerta de la tienda, se levantaba y se prosternaba, cada uno a la entrada de su tienda. El Señor hablaba con Moisés cara a cara, como habla un hombre con un amigo. Después él volvía al campamento, mientras Josué, hijo de Nun, su joven ayudante, no se apartaba de la tienda. Y Moisés pronunció el nombre del Señor. El Señor pasó ante él, proclamando: - «Señor, Señor, Dios compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia y lealtad. Misericordioso hasta la milésima generación, que perdona culpa, delito y pecado, pero no deja impune y castiga la culpa de los padres en los hijos y nietos, hasta la tercera y cuarta generación.» Moisés, al momento, se inclinó y se echó por tierra. Y le dijo: -«Si he obtenido tu favor, que mi Señor vaya con nosotros, aunque ése es un pueblo de cerviz dura; perdona nuestras culpas y pecados y tómanos como heredad tuya.» Moisés estuvo allí con el Señor cuarenta días con sus cuarenta noches: no comió pan ni bebió agua; y escribió en las tablas las cláusulas del pacto, los diez mandamientos.
Salmo
Sal 102, 6-7. 8-9.
10-11. 12-13
R. El Señor es compasivo y misericordioso.
El Señor hace
justicia
y defiende a todos los oprimidos; enseñó sus caminos a Moisés y sus hazañas a los hijos de Israel. R.
El Señor es compasivo y
misericordioso,
lento a la ira y rico en clemencia; no está siempre acusando ni guarda rencor perpetuo. R.
No nos trata como
merecen nuestros pecados
ni nos paga según nuestras culpas. Como se levanta el cielo sobre la tierra, se levanta su bondad sobre sus fieles. R.
Como dista el oriente
del ocaso,
así aleja de nosotros nuestros delitos. Como un padre siente ternura por sus hijos, siente el Señor ternura por sus fieles. R.
Evangelio
de hoy
Lectura del santo
evangelio según san Mateo 13, 36-43
En aquel tiempo, Jesús
dejó a la gente y se fue a casa. Los discípulos se le acercaron a decirle:
-«Acláranos la parábola de la cizaña en el campo.» Él les contestó: -«El que siembra la buena semilla es el Hijo del hombre; el campo es el mundo; la buena semilla son los ciudadanos del reino; la cizaña son los partidarios del Maligno; el enemigo que la siembra es el diablo; la cosecha es el fin del tiempo, y los segadores los ángeles. Lo mismo que se arranca la cizaña y se quema, así será al fin del tiempo: el Hijo del hombre enviará a sus ángeles, y arrancarán de su reino a todos los corruptores y malvados y los arrojarán al horno encendido; allí será el llanto y el rechinar de dientes. Entonces los justos brillarán como el sol en el reino de su Padre. El que tenga oídos, que oiga.»
Reflexión
El Señor hablaba con
Moisés cara a cara como habla un hombre con un amigo
El tema de esta primera
lectura nos lleva a la renovación de la alianza. Moisés levanta la tienda de
Dios, la “Tienda del encuentro” y la coloca a cierta distancia del
campamento. Y es allí donde habla con el Señor con toda confianza. Y lo hace
“cara a cara, como habla un hombre con un amigo”. Mientras esto ocurría todo
el pueblo se prosternaba en oración ante la escondida presencia de Dios.
Moisés bien sabe que el
pueblo no ha sido fiel a la alianza con Yahvé, pero como hombre que ama
profundamente a Dios y a su pueblo, busca que Dios perdone los desvaríos de
su pueblo y renueve su pacto de amor. Postrado en tierra le suplicó: “Si he
obtenido tu favor, que mi Señor vaya con nosotros, aunque es un pueblo de
cerviz dura; perdona nuestras culpas y pecados y tómanos como heredad tuya”.
Y Dios, que es su amigo, atendió sus ruegos y Moisés de nuevo “escribió en
las tablas las cláusulas del pacto, los diez mandamientos”.
La cosecha… al fin
del tiempo
Parece claro que Jesús
tuvo un empeño especial con sus discípulos, los que iban a ser los
continuadores de su predicación cuando dejase la tierra, como lo demuestra la
escena de hoy, al exponerles con más intensidad su mensaje. Dejando a la
gente, “se fue a casa” y a petición de los discípulos les explica a ellos la
parábola del trigo y la cizaña.
Cuando Jesús, como es
este el caso, explica una parábola… al predicador de turno le viene a la
mente y a la boca decir no tengo nada que añadir a sus palabras. No se puede
explicar mejor. Pero por insistir en lo indica el mismo Jesús, podemos
subrayar que sus seguidores nos vemos bien reflejados en sus palabras, que
experimentamos, que en nuestro corazón hay sembrado trigo y cizaña, bien y
mal, que el Hijo del Hombre y el diablo siguen sembrado cada uno su diferente
semilla, que queremos hacer siempre el bien pero que el mal nos acecha y
tienta, que nos gustaría que la cizaña y el mal desapareciesen hoy mismo de
nuestro interior y de todos los rincones del mundo… y no esperar “al
fin del tiempo”, pero sabemos que tenemos que esperar hasta entonces.
San Alfonso María de
Ligorio nació en Nápoles el 27 de septiembre de 1696. Fundador de la
Congregación del Santísimo Redentor, los Redentoristas. Cabe destacar su
dedicación a la predicación y a la publicación de diversas obras, principalmente
de teología moral. Fue elegido obispo, pero a los pocos años renunció a este
servicio. Fue canonizado en 1839 y proclamado Doctor de la iglesia en 1871.
Murió el año 1787.
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