¡Amor y paz!
Aunque cambiamos de
evangelio y de evangelista, el que leemos hoy conserva el mismo espíritu del
que leímos ayer: se trata de agradar a Dios, que ve el corazón del hombre, y no de buscar una recompensa de los hermanos, que pueden guiarse por las apariencias.
La idea central es que
debemos cumplir las obras tradicionales
de justicia con una intención nueva: agradar a Dios y sólo a Dios. El móvil de
la limosna, de la oración y del ayuno no puede ser la búsqueda de una
satisfacción o un reconocimiento personal: todo debe quedar en el secreto de Dios.
Te invito, hermano, a leer
y meditar el Evangelio y el comentario, en este día en que celebramos el
Miércoles de Ceniza, el comienzo de la Cuaresma. Sobre el significado de esta
celebración, en este blog puedes encontrar varios textos.
Dios te bendiga…
Evangelio según San Mateo
6,1-6.16-18.
Tengan cuidado de no practicar su justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos: de lo contrario, no recibirán ninguna recompensa del Padre que está en el cielo. Por lo tanto, cuando des limosna, no lo vayas pregonando delante de ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles, para ser honrados por los hombres. Les aseguro que ellos ya tienen su recompensa. Cuando tú des limosna, que tu mano izquierda ignore lo que hace la derecha, para que tu limosna quede en secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará. Cuando ustedes oren, no hagan como los hipócritas: a ellos les gusta orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles, para ser vistos. Les aseguro que ellos ya tienen su recompensa. Tú, en cambio, cuando ores, retírate a tu habitación, cierra la puerta y ora a tu Padre que está en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará. Cuando ustedes ayunen, no pongan cara triste, como hacen los hipócritas, que desfiguran su rostro para que se note que ayunan. Les aseguro que con eso, ya han recibido su recompensa. Tú, en cambio, cuando ayunes, perfuma tu cabeza y lava tu rostro, para que tu ayuno no sea conocido por los hombres, sino por tu Padre que está en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.
Comentario
Mateo desarrolla el tema
de la justicia del discípulo, superior a la justicia de los escribas y fariseos
(cfr. 5,20).
Para comprender el
pensamiento de Mateo es indispensable una advertencia previa: ¿Quién es el fariseo? La palabra significa
"separado". Fariseo es el que se separa del mundo y de sus
sugestiones, del pueblo, que a menudo es su víctima, y se distingue por su
rígida adhesión a las tradiciones de los padres, por la atenta observancia de
la ley y por su celo. Simplificando, pero también descendiendo en profundidad,
podemos reducir a tres las tendencias del fariseísmo descritas por el evangelio.
La tendencia al formalismo, o sea, una observancia escrupulosa de las prácticas
cultuales y legalistas, con riesgo de perder de vista lo central de la ley, que
es la caridad. La tendencia a concebir la salvación como mérito, como
conquista, en lugar de hacerlo como gracia y como don gratuito de Dios. La
tendencia a concebir a Dios como un señor que busca una gloria para sí y no
como un padre que encuentra su satisfacción en la salvación y la liberación del
hombre.
Mateo enumera las tres
prácticas clásicas de los fariseos: la limosna, la oración y el ayuno. Jesús no
las rechaza, pero desea que se practiquen con un espíritu diverso. Precisamente
este espíritu es lo que distingue al discípulo del fariseo. ¿Cuáles son sus
características más salientes?
CULTO/CARIDAD:
Ante todo, resulta ya significativo que aparezcan agrupadas las tres prácticas
juntas. El culto debe prolongarse en la caridad, y la penitencia ha de
consistir en privarse de algo en beneficio de los otros. En segundo lugar, se
recuerda reiteradamente la necesidad de la recta intención. Hay que buscar la
recompensa de Dios, no la de los hombres; hay que obrar en secreto, y no
representar un espectáculo. Pero ¿no es también ya una sutil búsqueda de sí
mismo pretender la recompensa de Dios? Mateo está convencido de que, si buscar
la aprobación de los hombres es alienante e impide la verdad y la auténtica
justicia, en cambio buscar la aprobación de Dios libera y favorece el verdadero
amor y la justicia. Cuando se obra por Dios no hay peligro -cosa que sí ocurre
cuando se obra por los hombres- de caer en la demagogia, en la adulación y en
el compromiso interesado. En presencia de Dios no queda lugar para
oportunismos.
OBRAS/JUSTIFICACION:
Además Mateo pone en guardia contra el peligro de que las buenas obras se
conviertan en una riqueza de espíritu. La justicia cristiana exige que las
buenas obras no se realicen como si se tratara de un negocio. No hay que
capitalizar y llevar su contabilidad. La verdadera justicia requiere que la
mano derecha no sepa lo que hace la izquierda; Jesús, en definitiva, no rechaza
la limosna, el ayuno ni la oración, sino que desea que se haga todo ello con
espíritu de gratuidad.
Finalmente, la vida
cristiana -incluso en sus aspectos más heroicos- se ha de vivir con simplicidad.
El testimonio no hay que confundirlo con la teatralidad. Los discípulos
presentan la cara limpia, alegre y normal. Incluso porque el desprendimiento
que exige el seguimiento no es una carga, sino una alegría; no una pérdida,
sino el céntuplo.
BRUNO MAGGIONI
EL RELATO DE MATEO
EDIC. PAULINAS/MADRID 1982, pág. 68
EL RELATO DE MATEO
EDIC. PAULINAS/MADRID 1982, pág. 68