Los
invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este
miércoles de la XVIII Semana del Tiempo Ordinario, ciclo C.
Dos nos
bendice,,,
Lectio Divina: Mateo 15,21-28
Lectio
Miércoles, 7 Agosto
, 2019
Tiempo
Ordinario
1) Oración
inicial
Ven,
Señor, en ayuda de tus hijos; derrama tu bondad inagotable sobre los que te
suplican, y renueva y protege la obra de tus manos en favor de los que te
alaban como creador y como guía. Por nuestro Señor.
2) Lectura
Del santo Evangelio según Mateo 15,21-28
Saliendo
de allí Jesús se retiró hacia la región de Tiro y de Sidón. En esto, una mujer
cananea, que había salido de aquel territorio, gritaba diciendo: «¡Ten piedad
de mí, Señor, hijo de David! Mi hija está malamente endemoniada.» Pero él no le
respondió palabra. Sus discípulos, acercándose, le rogaban: «Despídela, que
viene gritando detrás de nosotros.» Respondió él: «No he sido enviado más que a
las ovejas perdidas de la casa de Israel.» Ella, no obstante, vino a postrarse
ante él y le dijo: «¡Señor, socórreme!» Él respondió: «No está bien tomar el
pan de los hijos y echárselo a los perritos.» «Sí, Señor -repuso ella-, pero
también los perritos comen de las migajas que caen de la mesa de sus amos.»
Entonces Jesús le respondió: «Mujer, grande es tu fe; que te suceda como
deseas.» Y desde aquel momento quedó curada su hija.
3) Reflexión
•
Contexto. El pan de los hijos y la gran fe de una mujer cananea es el tema que
presenta este pasaje del cap.15 de Mateo, que propone al lector de su evangelio
una ulterior profundización de la fe en Cristo. El episodio va precedido de una
iniciativa de los escribas y fariseos llagados de Jerusalén, que provocan un
encontronazo de poca duración con Jesús, hasta que se alejó con sus discípulos
para retirarse a la región de Tiro y de Sidón.
Mientras
va de camino, lo alcanza una mujer que viene de lugares paganos. Mateo presenta
a esta mujer con el apelativo de “cananea”, el cual aparece en el AT con toda
su dureza. En el Deuteronomio, los habitantes de Canaán son considerados una
gente llena de pecados por antonomasia, un pueblo malo e idolátrico.
•
Dinámica del relato. Mientras Jesús desarrolla su actividad en Galilea y está
en camino hacia Toro y Sidón, una mujer se le acerca y empieza a importunarlo
con una petición de ayuda a favor de su hija enferma. La mujer se dirige a
Jesús con el título de “hijo de David”, un título que suena a extraño en boca
de una pagana y que podría encontrar justificación en la extrema necesidad que
vive la mujer. Podría pensarse que esta mujer ya cree de algún modo en la
persona de Jesús como el salvador final, pero esto se excluye puesto que sólo
en el v.28 aparece reconocido su acto de fe, justamente por parte de Jesús. En
el diálogo con la mujer, parece que Jesús muestra la misma distancia y
desconfianza que había entre el pueblo de Israel y los paganos. Por un lado,
Jesús manifiesta a la mujer la prioridad de Israel en acceder a la salvación y,
ante la insistente demanda de su interlocutora, Jesús parece tomar distancias,
una actitud incomprensible para el lector, pero en la intención de Jesús
expresa un alto valor pedagógico. A la súplica primera “Ten piedad de mi,
Señor, hijo de David”, no responde Jesús. A la segunda intervención, esta vez
por parte de los discípulos que lo invitan a atender a la mujer, sólo expresa
un rechazo que subraya aquella secular distancia entre el pueblo elegido y los
pueblos paganos (vv.23b-24). Pero a la insistencia del ruego de la mujer que se
postra ante Jesús, sigue una respuesta dura y misteriosa: “no está bien tomar
el pan de los hijos y echárselo a los perritos” (v.26). La mujer va más allá de
la dureza de las palabras de Jesús y se acoge a un pequeño signo de esperanza:
la mujer reconoce que el plan de Dios que Jesús lleva adelante afecta
inicialmente al pueblo elegido y Jesús pide a la mujer el reconocimiento de
esta prioridad; la mujer explota esta prioridad con el fin de presentar un
motivo fuerte para obtener el milagro: ”También los perritos comen de las
migajas que caen de la mesa de sus amos” (v.27). La mujer ha superado la prueba
de la fe: “Mujer, grande es tu fe” (v.28); de hecho, a la humilde insistencia
de su fe, Jesús responde con un gesto de salvación.
Este
episodio dirige a todo lector del Evangelio una invitación a tener una actitud
de “apertura” hacia todos, creyentes o no, es decir, una disponibilidad y
acogida sin reserva hacia cualquier hombre.
4. Para la reflexión
personal
•
La palabra escrutadora de Dios te invita a romper tu cerrazón y tus pequeños
esquemas. ¿Eres capaz de acoger a todos los hermanos que se acercan a ti?
•
¿Eres consciente de tu pobreza para ser capaz, como la cananea, de confiarte a
la palabra salvífica de Jesús?
5) Oración final
Señor,
no me rechaces lejos de tu rostro,
no
retires de mí tu santo espíritu.
Devuélveme
el gozo de tu salvación,
afiánzame
con espíritu generoso. (Sal 51,13-14)
Orden de los Carmelitas