¡Amor y paz!
Los invito, hermanos, a leer y meditar la Palabra de Dios, en este lunes 25 del tiempo ordinario, ciclo B.
Dios nos bendice…
1ª Lectura (Prov 3,27-34):
Hijo mío, no niegues un favor a quien lo necesita, si está en tu mano hacérselo. Si tienes, no digas al prójimo: «Anda, vete; mañana te lo daré». No trames daños contra tu prójimo, mientras él vive confiado contigo; no pleitees con nadie sin motivo, si no te ha hecho daño; no envidies al violento, ni sigas su camino; porque el Señor aborrece al perverso, pero se confía a los hombres rectos; el Señor maldice la casa del malvado y bendice la morada del honrado; se burla de los burlones y concede su favor a los humildes; otorga honores a los sensatos y reserva baldón para los necios.
Salmo responsorial: 14
R/. El justo habitará en tu monte santo, Señor.
El que procede honradamente y practica la justicia, el
que tiene intenciones leales y no calumnia con su lengua.
El que no hace mal a su prójimo ni difama al vecino, el que considera
despreciable al impío y honra a los que temen al Señor.
El que no presta dinero a usura ni acepta soborno contra el inocente. El que
así obra nunca fallará.
Versículo antes del Evangelio (Mt 5,16):
Aleluya. Que brille vuestra luz ante los hombres, dice el Señor, para que viendo las obras buenas que ustedes hacen, den gloria a su Padre, que está en los cielos. Aleluya.
Texto del Evangelio (Lc 8,16-18):
En aquel tiempo, Jesús dijo a la gente: «Nadie enciende una lámpara y la cubre con una vasija, o la pone debajo de un lecho, sino que la pone sobre un candelero, para que los que entren vean la luz. Pues nada hay oculto que no quede manifiesto, y nada secreto que no venga a ser conocido y descubierto. Mirad, pues, cómo oís; porque al que tenga, se le dará; y al que no tenga, aun lo que crea tener se le quitará».
Comentario
Hoy, este Evangelio tan breve es rico en temas que atraen
nuestra atención. En primer lugar, “dar luz”: ¡todo es patente ante los ojos de
Dios! Segundo gran tema: las Gracias están engarzadas, la fidelidad a una atrae
a otras: «Gratiam pro gratia» (Jn 1,16). En fin, es un lenguaje humano para
cosas divinas y perdurables.
¡Luz para los que entran en la Iglesia! Desde siglos, las madres cristianas han
enseñado en la intimidad a sus hijos con palabras expresivas, pero sobre todo
con la “luz” de su buen ejemplo. También han sembrado con la típica cordura
popular y evangélica, comprimida en muchos refranes, llenos de sabiduría y de
fe a la vez. Uno de ellos es éste: «Iluminar y no difuminar». San Mateo nos
dice: «(...) para que alumbre a todos los que están en la casa. Brille así
vuestra luz delante de los hombres para que, al ver vuestras buenas obras, den
gloria a vuestro Padre que está en los cielos» (Mt 5,15-16).
Nuestro examen de conciencia al final del día puede compararse al tendero que
repasa la caja para ver el fruto de su trabajo. No empieza preguntando:
—¿Cuánto he perdido? Sino más bien: —¿Qué he ganado? Y acto seguido: —¿Cómo
podré ganar más mañana, qué puedo hacer para mejorar? El repaso de nuestra
jornada acaba con acción de gracias y, por contraste, con un acto de dolor
amoroso. —Me duele no haber amado más y espero lleno de ilusión, estrenar
mañana el nuevo día para agradar más a Nuestro Señor, que siempre me ve, me
acompaña y me ama tanto. —Quiero proporcionar más luz y disminuir el humo del fuego
de mi amor.
En las veladas familiares, los padres y abuelos han forjado —y forjan— la
personalidad y la piedad de los niños de hoy y hombres de mañana. ¡Merece la
pena! ¡Es urgente! María, Estrella de la mañana, Virgen del amanecer que
precede a la Luz del Sol-Jesús, nos guía y da la mano. «¡Oh Virgen dichosa! Es
imposible que se pierda aquel en quien tú has puesto tu mirada» (San Anselmo).
Rev. D. Joaquim FONT i Gassol (Igualada, Barcelona, España)
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